Progreso con pies de barro

Los expertos se maravillan de que una economía que ha sido capaz de crecer consistentemente por décadas no muestre mejores números en los índices de desarrollo humano, en la evolución de los salarios y en la formación de su capital humano.

Pareciera una paradoja trágica que aparezcamos en primer lugar en crecimiento y en los últimos lugares en todos los demás indicadores económicos.

Para entender el fenómeno no bastan las lecciones de la historia, ni comprobar que, con limitadas excepciones, las clases dominantes latinoamericanas han mostrado una enorme incapacidad para distribuir la riqueza. Su forma preferida de distribución ha sido la dádiva paternalista, nunca por medio del crecimiento de su población cliente.

¿Podrá sostenerse ese crecimiento con cimientos tan frágiles? El cambio educativo puede ser un indicador de que las cosas pueden mejorar en el largo plazo, pero en ausencia de un Gobierno dispuesto a enfrentar los retos del subdesarrollo y a modificar las conductas que frenan al país, las metas necesarias se ven muy distantes. Se necesita más que buenos deseos para salir adelante.

Diario Libre