Si y solo si...
Si el trabajo productivo despertara tanto entusiasmo como el trabajo político y la pasión por la lectura fuera tan apreciada como la pasión por la política intrascendente, este país sería feliz.
Si pusiéramos tanto empeño en crear, en innovar y en esforzarnos por avanzar proyectos nuevos, como ponemos en el chisme y la vocinglería política, este país sería desarrollado.
Si dedicáramos a producir riqueza de la tierra, y de la industria, todo el esfuerzo que gastamos en la discusión política sin sentido porque no tiene sustento ideológico, sino puramente personal e interesado, esta nación disfrutaría de un altísimo standard de vida.
Si nos esforzáramos en respetar la Constitución y las leyes, las normas de conducta y cortesía ciudadanas, con el mismo entusiasmo y alegría con que las violamos, en el país habría una paz que duraría siglos.
Si, en fin, imitáramos el ejemplo de nuestros Padres Fundadores y de cuantos han dado hasta su vida por ver florecer a esta nación, no tendríamos necesidad de estar respondiendo a los ataques que nos vienen de fuera y tendríamos suficiente virtud para enfrentarlos.