Voto preferencial

La decisión de establecer el sistema de voto preferencial fue una buena decisión en su momento.

El propósito era evitar los arreglos de aposento que dejaban fuera de las candidaturas a los candidatos que no eran favoritos de las élites partidarias.

Por una razón o por otra, lo que parecía bueno en los papeles, no resultó en la práctica.

El voto preferencial, sin control del gasto en campaña, permitió que personas sin vocación alguna de servicio público, pero con mucho dinero, “compraran” literalmente sus candidaturas al Congreso. También abrió las compuertas para que el dinero del narcotráfico penetrara unas campañas cada vez más costosas.

Para las próximas elecciones, el voto preferencial se aplicará también a las elecciones en el ámbito municipal, abriendo otro campo peligroso: el de la judicialización de miles de candidaturas, como ha advertido el presidente del Tribunal Superior Electoral.

No hay dudas de que el voto preferencial tiene que ser repensado con un compromiso moral de los partidos. Hay demasiado en juego.

Diario Libre