Y seguimos tranquilos...

Las muertes por la ingesta de rones de fabricación artesanal de venta común y ante los ojos miopes de las autoridades, son resultado de la pobreza, de una cultura que confunde la alegría y la celebración con la borrachera, y de la impunidad que arropa todos los rincones del país.

El “clerén”, como se conoce popularmente a esos rones de fabricación clandestina, se vende durante todo el año ante la mirada de las autoridades. El problema se plantea ahora cuando parece que un productor más “sabio” que los demás, realizó una mezcla explosiva que provocó las muertes.

Por su parte, el Gobierno insiste en imponer tasas absurdas al ron de fabricación nacional, mientras se hace de la vista gorda ante el ron clandestino.

Por supuesto, ahora nos rasgamos las vestiduras, anunciamos medidas de todo tipo, hacemos campañas que durarán un par de semanas, y todo volverá a la “normalidad” hasta que se produzcan otras muertes.

Muertes de pobres, muertes atribuibles a una forma estrecha de ver la vida y muerte a causa de malas políticas... y todos seguimos tan tranquilos...

Diario Libre