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El fin de la guerra fría y las relaciones domínico-haitianas

Una de las consecuencias del fin de la guerra fría en el campo doctrinal o teórico, ha sido el surgimiento de distintas teorías o corrientes, destinadas, unas a justificar el fenómeno de la globalización que la ha seguido, otras a enfrentarlo y otras a tratar de buscar puntos intermedios. El profesor Antonio De Cabo, en su cátedra que recibimos en la Universidad Complutense de Madrid, con relación a este tema citó la teoría que se denomina del "desarrollo fractal", que significa que el ordenamiento interno de un Estado debe reproducir con éxito su estructura hacia adentro y hacia afuera para insertarse adecuadamente al mercado mundial o a la globalización.

La teoría constitucionalista monopolista, por su parte, nos habla de crecimiento económico, seguridad jurídica, transparencia, estabilidad y cierta asistencia social del Estado.

El fin de la guerra fría nos ha traído, como dijimos, la globalización y con ella diversas teorías que buscan justificar la denominada gobernanza mundial. A las ya señaladas se pueden agregar las doctrinas o teorías del autoritarismo, que, como la del denominado tercer bloque de la gobernanza mundial, dice que el problema de los Estados que no se adaptan a la nueva realidad mundial, no es de más o menos derecho, sino de orden, de autoridad y de respeto. Posición que se ha manifestado en la invasión a Irak, en las amenazas de invadir Siria y que le ha metido miedo hasta a la aprobación de la Constitución de la Unión Europea, por aquello de apoyar las decisiones de la OTAN. En este mismo orden la autora Carmen Ferrete Sarriá, en su obra titulada Ciudadanía sin límites: el trasfondo de la gobernanza global, plantea que, mientras las coordenadas del Estado actual o Moderno, eran: I.- La nación; 2.- El Estado nacional; 3.- Los derechos civiles y políticos del ciudadano; en la Gobernanza mundial, las coordenadas serían: 1.- El mundo; 2.- Un parlamento global; 3.- Los derechos humanos de la ciudadanía cosmopolita.

Esta autora nos habla de un ciudadano sin límites y sin fronteras, pues, es a la vez ciudadano de una localidad, de un país, de una región y del mundo.

En otro orden, en nuestra isla contamos con el vecino país de Haití, que tiene un Estado muy débil, con una soberanía limitada e imposibilitado, dentro de un lapso de tiempo prudente, cultural y materialmente de insertarse de manera exitosa al mercado mundial y a la Globalización, o sea, que después de la guerra fría, Haití ha quedado a merced de todas las corrientes de la Gobernanza Mundial, aún las que enarbolan un Proyecto Anómico de la Globalización, esto es, sin normas y de aquellas que no le ven razón de ser a su existencia como Estado y mucho menos a la existencia de dos Estados nacionales pobres en una misma isla y que no aceptarán como salida a esta situación, la emigración de los haitianos hacia sus países desarrollados, ya que eso no entra dentro de la lógica del mercado.

De donde el fin de la guerra fría y la globalización de la economía capitalista, acompañada de corrientes, de ideas, doctrinas y teorías que defienden y justifican el mercado mundial y la Gobernanza mundial, obligan a la República Dominicana, en sus relaciones con la hermana República de Haití, a dos cosas:

A) La unificación de todos los dominicanos, no en torno a la construcción de una especie del derrumbado muro de Berlín de nuevo cuño en la frontera dominico-haitiana, sino unificarnos en torno a un plan o proyecto de desarrollo de nación que debe ser apoyado y aplicado por todos los dominicanos sin importar el partido político que nos gobierne y que nos permita el éxito económico hacia adentro y hacia afuera.

B) Que al momento de enfrentar cualquier tipo de diferencias con el hermano país de Haití, sigamos respetándoles sus derechos humanos y siendo solidarios con sus desgracias y con sus problemas, manteniéndose cada país con su propia identidad y soberanía. Y en cuanto a la sentencia No. 168-13, emitida por el Tribunal Constitucional dominicano, su aplicación debe garantizar el respeto de los derechos humanos de todos los inmigrantes extranjeros a los cuales se les aplique.

Después de la guerra fría debemos tomar en cuenta, en consecuencia, que existe un nuevo orden económico mundial basado en la globalización de la economía capitalista y que con relación al Estado dominicano, y especialmente a los Estados nacionales de los países del denominado Tercer Mundo, estos deben decir, junto con el poeta Pablo Neruda: "... nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos".