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¿El PLD dividido?

Posterior al lunes 26 de noviembre cuando publiqué en esta columna el artículo titulado "Continuidad de una estrategia", algunos diarios se hicieron eco de las declaraciones hechas el día anterior por el dirigente perredeísta Ramón Alburquerque, que en esencia parecían coincidir con lo que advertí en relación a lo que desde mi óptica perseguía el PPH crear entre el PLD y su relación futura con el Gobierno.

¿En qué consistieron las afirmaciones del ex legislador y prestante dirigente del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) como para que nos detengamos en esa reflexión?

Este lunes 3 de diciembre, el periódico Hoy publicó en la página 4A la información titulada de la manera que sigue: "Alburquerque pide Danilo se zafe de CP y equipo de Leonel".

El párrafo introductorio o lead de la noticia planteaba que "el expresidente del Senado y del Partido Revolucionario Dominicano Ramón Alburquerque pidió al presidente Danilo Medina, a quien consideró una persona seria, prudente y de buenas intenciones, que se zafe del Comité Político del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y del equipo económico del gobierno del doctor Leonel Fernández para que pueda trabajar verdaderamente por el bienestar del pueblo".

¡Cuánta bonhomía; cuánta prudencia; cuánta sinceridad del dirigente perredeísta! En los años que tengo vinculado a la política, no había descubierto tanto amor del puro y prudencia en un dirigente político como las que se esconden detrás de esa petición de Alburquerque al presidente Medina. El dirigente del PRD sugirió a Medina, también miembro del Comité Político del PLD, del cual Fernández es presidente, que se aleje y rompa con todo el resto de los miembros del máximo organismo de dirección peledeísta.

Las palabras de Alburquerque parecen venidas del Altísimo, de un lugar donde no hay odios; tiene que haberlas concebido en un Monasterio, lugar donde el rencor no tiene espacio y se cultiva amor y bondad. Sus expresiones, sin dudas, están inspiradas en su profundo amor por el prójimo. Su partido parece estar desperdiciando las cualidades y dones más puros que un ser humano puede exhibir.

Guardando la distancia, la actitud de Alburquerque semeja la generosidad mostrada por el rey David cuando demostró ser más justo, valiente, apasionado y bondadoso que Saúl, a quien decidió no matar a pesar de tenerlo en sus manos.

Hay un pasaje bíblico en el que David perdonó la vida de Saúl. Cuando este último peinaba los valles y montañas con un ejército de 3 mil hombres para cortarle la cabeza a David, Saúl entró a una cueva solo y, en ella, se encontraba precisamente David con sus hombres, a quien Saúl buscaba para matar.

Los hombres que acompañaban a David en la cueva, le entregaron a Saúl "para que hiciera con él lo que le parezca". David, sin embargo, se levantó calladamente y con el sable, en vez de matar a Saúl, cortó la orilla de su manto.

-Jehová me guarde de hacer tal cosa contra mi señor, el ungido de Jehová-, dijo David refiriéndose a Saúl.

Tremenda lección de bondad y de amor la de David. Este episodio se produjo luego que David venciera a Goliat, el más fuerte y gigante de los filisteos, lo que le generó una gran popularidad y simpatías entre los israelíes. La victoria de David sobre aquel gigante, acción valerosa e inimaginable, generó la envidia del rey Saúl, que lo persiguió hasta aquel episodio de la cueva.

Puede que el ex legislador recuerde ese pasaje de la Biblia, que aparece en Samuel 24, del versículo 1 al 24.

Después de ese pronunciamiento, Alburquerque puede dormir tranquilo, pues aquellas declaraciones de amor hacia Danilo, su deseo de que su gobierno marche bien y de que no sea presa del PLD, dice mucho de su santidad, pues sin proponérselo ese gesto muestra su profundo amor hasta por los contrarios, imitando el talante de David.

Debo reconocer que aquellas advertencias en mi artículo del pasado 26 de noviembre en las que este humilde mortal definía la estrategia del PRD como encaminada a incentivar la división del Partido de la Liberación Dominicana y el distanciamiento de Fernández y Medina, confieso que no fue más que una confusión del momento, pues después de leída aquella declaración alburquerquiana, no cabe duda de que estamos ante el político más benevolente que haya parido la tierra de Quisqueya.

Por eso sugiero al presiente Medina, con todo respeto, que en la próxima reunión de su Gabinete haga un reconocimiento público al ínclito Alburquerque, que se ha ganado el que se le construya una estatua en la entrada de Monte Plata para que las generaciones presentes y futuras lo veneren como a Jesucristo.