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Homenaje
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A Diógenes Andrés Peña, in memoriam

Siempre se manejó con un tacto exquisito, con espíritu noble y desinteresado; modesto y sencillo, siempre de poco hablar, recurso que utilizaba con toda naturalidad como norma de su vida.

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A Diógenes Andrés Peña, in memoriam

Diógenes Andrés Peña, cariñosamente Pipe, salió al encuentro del Señor desde que una noche inesperada su amante esposa Mary lo llevó rápidamente a una clínica privada de esta ciudad, de la que pocos días después fue llevado a un Centro Médico especializado de la Capital de la República. Al día siguiente acudí a verlo y no lo observé de muerte; pero al volver, no me lució lo mismo. Al regresar a esta ciudad comentado su caso con Kilo Castillo, uno de los que igual que yo era uno de sus mejores amigos, coincidimos en que ese era el inicio de su partida sin retorno y así lamentablemente ha ocurrido.

La satisfacción que tenemos, tanto su familia como sus amigos, es la de que su digna esposa Mary y Aldo su hijo, recurrieran de inmediato a los recursos médicos más apropiados para salvarle la vida; pero Dios que cuando baja a su jardín suele llevarse su flor más exquisita, unos dos años después se lo ha llevado a su lado.

A temprana edad, Pipe y Frank Núñez su compañero de estudio y más que amigos, hermanos, se consagró junto a éste, a los estudios comerciales y más específicamente a los de contabilidad que lo llevaron a su único empleo, hasta que por su conducta escaló a la condición de Encargado de Estación de gasolina Texaco, de la que con el tiempo pasó a ser propietario y que convirtió en la estación de expendio de gasolina y de sus derivados de mejor reputación en el mercado local.

Por su conducta y hombre de bien, Críspulo Genao Piña y yo lo visitamos para invitarle al grupo de los que proyectábamos la creación de la Asociación Bonao de Ahorros y Préstamos. Lo aceptó gustoso, y fue Miembro Fundador y luego Miembro Ad-Vitan de su Junta de Directores.

En su desempeño como tal, siempre se manejó con un tacto exquisito, con espíritu noble y desinteresado; modesto y sencillo, siempre de poco hablar, recurso que utilizada con toda naturalidad como norma de su vida. En la Junta casi siempre se valía de mi para transmitir sus inquietudes provistas de un corazón abierto a lo más sanos y puros sentimientos humanos. En tantos años juntos, nunca lo vi incómodo o usando una expresión descompuesta contra nadie, aun a costa de sus propios intereses; en extremo tolerante y apacible hasta en los días de efervescencia política que vivimos al término de la era de Trujillo en que posteriormente surgieran diversos partidos políticos y nadie supo, quizás su mujer, por cual simpatizaba; daba la impresión de que a todos favorecía y a ninguno pertenecía; o parecía ser de todos o de ninguno. Sólo sabía oír y callar. Sí señor, siempre fue su expresión más socorrida.

Con su partida, deja un vacío entre nosotros imposible de llenar; pero por encima de su presencia física, está el recuerdo inolvidable de los días y de los años juntos y el recuerdo de nuestras andanzas, amoríos e inquietudes juveniles. Se trata de momentos de triste recordación y al mismo tiempo de alegres remembranzas; triste, porque es evidentemente doloroso ver partir para siempre un ser querido y alegre por la satisfacción que deja a su esposa, a sus hijos, a su familia y a sus amigos la impronta de su trayectoria, el buen nombre de haber sido serio, responsable e inofensivo hasta en su perjuicio, al punto de que nunca fue capaz de demandar o hacer una exigencia a sus deudores.

Todos debemos sentirnos orgullosos de su recia arquitectura de nobleza.

Jóvenes todavía 50 años atrás, el grupo de nosotros, compuesto por Luison y Gungo Peña, los mellizos Rubén y Tobías Polanco, Kilo Castillo, Frank Núñez, Rafael Peña y el más joven de todos, Arturito Pérez Gaviño, de los cuales han muerto, Luison, Rubén, uno de los mellizos Polanco, Rafael Peña, no hace un mes y quien creíamos que por su temperamento, Pipe, sería el último de todos en morir. No ha resultado así, designios de la naturaleza. Recordémoslo, próximo a partir al campo santo, la última morada común de todos los seres humanos.

Roguemos a Nuestro Señor para que lo acoja en su Santo Seno y que a nosotros, su esposa, sus hijos y sus amigos de siempre nos reconforte el ánimo, en este instante supremo de la vida.

Que descanse en paz.

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