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El dilema económico de Rolando Guzmán

“Esto conduce a un dilema clásico discutido en Blanchard (2004) y Goodhart (1999): una reducción de las tasas de interés aliviaría la magnitud del déficit cuasi fiscal, pero podría causar una depreciación cambiaria y encarecer el servicio en moneda local en moneda local de la deuda denominada en moneda extranjera. Esto último es especialmente relevante para las cuentas gubernamentales, dado el peso del servicio de esa deuda en los ingresos gubernamentales. Por tanto, el manejo de la tasa de cambio representa un dilema distributivo al interior del propio gobierno, y pone en conflicto potencial los objetivos de la tasa de cambio y de las tasas de interés bajas.” Rolando Guzmán, abril 2017

En la noche de este jueves 20 tuve la oportunidad de participar como panelista en la presentación del libro El dilema económico de la democracia dominicana: Crecimiento, estabilidad y distribución, del economista y amigo Rolando Guzmán, Rector del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC). Se trata de una obra bien pensada, con una estructura pedagógica, tanto en la argumentación como en la articulación de los temas, que hacen de este libro una lectura muy recomendable para los estudiosos de la economía dominicana. Y me atrevo a decir que este libro -sin dejar de reconocer los valiosos aportes de otros economistas que como Alemán, Aristy, Andújar, Ceara, Dauhajre, Despradel, García Michel, Guilliani, Pellerano, Tejera, Vega, Volmar, entre otros- marca un hito en la bibliografía relativa al desempeño de la economía dominicana en las últimas cinco décadas.

Se destaca, igualmente, en la obra de Rolando un esfuerzo eficiente para presentar de manera concisa -en 287 páginas- cincuenta años de la economía dominicana, desde la caída de la dictadura de Trujillo hasta el 2011. En una mirada abarcadora toca prácticamente todos los temas cruciales de nuestra economía (patrones de crecimiento, políticas fiscal y monetaria, políticas sociales y el rol de las instituciones) y que por la misma razón ha debido dar a ellos la ponderación que como autor entendió pertinente, en una narrativa que no se limita a la simple exposición de cifras estadísticas, sino que está sustentada en precisiones teóricas que permiten establecer la lógica económica detrás de la frialdad de los números.

Escribir una obra de esta naturaleza implica una inevitable exposición al debate, aunque Rolando con su lenguaje cauteloso trate de evitar -no siempre con éxito- una identificación con posiciones conflictivas. Un ejemplo de esto es cuando afirma [pág. 220] que “la opinión más generalizada es que el problema fue que el modelo de sustitución de importaciones se comenzó a aplicar con más de diez años de retraso y además se mantuvo por más tiempo del aconsejable.” Y sustenta su argumentación en el lamento de ONAPLAN de que la industrialización dominicana “no haya logrado superar siquiera la primera fase de las tres etapas clásicas de la teoría convencional de la sustitución de importaciones –o sea, bienes de consumo, luego intermediarios, y por último bienes de capital- pone de manifiesto las deficiencias y limitaciones que trae aparejada la promoción indiscriminada a la sustitución de importaciones.”

Sobre los planteamientos precedentes pudiéramos afirmar que no hubiera hecho ninguna diferencia significativa que el modelo de sustitución de importaciones se hubiese implementado diez años más temprano. Recordemos que la CEPAL ha promovido, desde los años 50 del pasado siglo, este fallido modelo, que la mayoría de los países latinoamericanos adoptaron mucho antes que la República Dominicana sin ningún éxito; no había razón para esperar que en el caso dominicano fuera diferente. La promoción «indiscriminada» o discriminada de la sustitución de importaciones iba a conducir al mismo resultado.

El tema del dilema económico –más bien, un trilema- entre los objetivos de crecimiento, estabilidad y distribución, merece algunas acotaciones. En general, un dilema representa dos opciones mutuamente excluyentes. Un caso típico es el dilema que representa utilizar la tributación como un instrumento para promover la eficiencia o para promover la equidad. Pero es prácticamente imposible perseguir esos dos objetivos simultáneamente con el mismo instrumento. Un caso típico, también, es el trilema de la «trinidad imposible», basado en el modelo de Mundell-Fleming, que plantea la imposibilidad de tener una tasa de cambio fija, una perfecta movilidad de capital y una política monetaria independiente.

En este sentido, parecería que en el caso del crecimiento, la estabilidad y la distribución no se dan las exclusiones que se presuponen en un dilema o trilema. Es posible lograr crecimiento con estabilidad, y que esto ocurra en un marco social de una mejor distribución. Matemáticamente, es posible probar que si el número de objetivos es igual al número de instrumentos existe una solución definida. Por lo tanto, lo crucial es asignar el instrumento correcto al objetivo que se quiere alcanzar. Cuando se comparan los países desarrollados con los subdesarrollados se puede notar que los primeros, como un hecho estilizado, tienen una mejor distribución del ingreso que los segundos. El problema de estos últimos es que carecen de la visión apropiada, el compromiso político necesario y la indispensable fortaleza de las instituciones. Casi nada.

Estas observaciones no invalidan –ni lo pretenden- la innegable calidad de este libro de Rolando Guzmán, quien ha escrito una obra con un estilo –sin perder el rigor- que puede ser entendido por todos, especialistas o no. Es mi convicción que desde el punto de vista pedagógico El dilema económico de la democracia dominicana es un texto que viene a llenar un vacío en la bibliografía económica nuestra y que deberá convertirse en un libro fundamental en la enseñanza de la economía dominicana en nuestras aulas universitarias. Nuestras felicitaciones al amigo Rolando.

@pedrosilver31

Pedrosilver31@gmail.com

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