Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Herramientas
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales
Salud Pública
Salud Pública

El futuro que acecha

Expandir imagen
El futuro que acecha

«Al final del camino uno no puede evitar preguntarse si los errores de pasados regímenes populistas pueden ser internalizados por diseñadores de políticas, políticos, y la población en general y, por tanto, ser evitados en el futuro. Muy claramente, [...] existe muy poca capacidad (o disposición) de aprender de la experiencia de otros países. En realidad, una de las más sorprendentes regularidades de estos episodios es la insistencia con la que los diseñadores de los programas populistas argumentan que sus circunstancias son únicas y, por tanto, inmunes de las lecciones históricas de otras naciones». Dornbusch y Edwards, The Macroeconomics of populism, 1991

Dentro de aproximadamente ocho meses es probable que se haya completado el proceso electoral para escoger las nuevas autoridades en los distintos niveles de la organización estatal – Municipios, Congreso y Presidencia. El cuadro político luce incierto, pues habrá un nuevo presidente y por primera vez en los últimos dieciséis años el partido gobernante se presenta afectado por serias contradicciones internas que se han ido agravando con el tiempo y que amenazan los cimientos de su unidad. Las primarias de octubre – independientemente de los resultados – podrían significar, para dicho partido, el punto de no retorno en términos de su unidad.

En este sentido, la tendencia que resulte derrotada tendría suficientes incentivos como para procurar que sus rivales internos no alcancen la presidencia de la república. Como ha sido probado más de una vez, el presidente de la república controla el presupuesto y el liderazgo del partido. De la forma en la que se ha planteado la lucha interna, las primarias de octubre significarán el control del partido para el ganador, algo que se magnificaría en caso de resultar electo en mayo venidero. Por eso, la ‘convivencia’ interna ha sido, hasta ahora, una jugada estratégica. Pero una vez que se conozcan los resultados de las primarias es probable que las dos tendencias en pugna tomen caminos diferentes. En otras ocasiones se ha preservado la unidad; pero la presente coyuntura tiene elementos que la hacen muy particular.

Con una coyuntura política que pudiera complicarse aún más con el surgimiento, fuera de los dos partidos mayoritarios, de una tercera figura con potencial electoral, los resultados electorales se hacen cada vez menos previsibles, y mayor la incertidumbre acerca del futuro del país, que no solo depende de los factores políticos, sino también de factores institucionales, económicos y sociales, para mencionar algunos, que alimentan el estado de ánimo de la ciudadanía.

Y son, precisamente, los factores institucionales los que recientemente han marcado los goles del pesimismo en la sociedad dominicana. La red de narcotraficantes puesta al descubierto por la presión norteamericana, pero que operaba bajo la indiferencia calculada de los organismos de control y de la justicia dominicana, es un ejemplo de la importancia del narcotráfico en la economía dominicana, tal como había planteado en un reciente libro la pareja de un ex embajador norteamericano en el país. Lo peor es que esto está ocurriendo con la complicidad de agentes y funcionarios que son pagados con los recursos de los contribuyentes para evitar que ese negocio termine convirtiendo este país en un narco Estado.

Pero el sistema judicial no solo ha mostrado su deterioro institucional en el caso del narcotráfico, también lo ha hecho en casos en los que ha debido proteger a mujeres víctimas de la violencia de sus parejas. Algunos casos, por sus características particulares, adquieren una mayor notoriedad; sin embargo, la violencia contra la mujer es un hecho cotidiano que aún no encuentra una respuesta efectiva por parte de las instituciones públicas.

Asimismo, los graves problemas que padece el sistema de salud muestra una lamentable falla institucional. Las muertes causadas por la epidemia del dengue y la mala calidad de la atención medica en los hospitales son un pesado fardo para los sectores más empobrecidos de nuestra sociedad, ya que no tienen otra opción que no sea someterse al viacrucis de la atención pública en hospitales que no merecen el calificativo de centros de salud. Ellos son una radiografía de la ineficiencia estatal que no puede ser ocultada por la narrativa oficial; y, además, una razón más para ver con pesimismo el futuro.

Y como si esto fuera poco, las autoridades fiscales declaran que se sienten satisfechas por la forma alegre en la que han endeudado al país y, de paso, se sienten complacidas de haber agotado, prácticamente, la capacidad de endeudamiento del gobierno. A la vez, anunciaban que para el 2020 continuaran emitiendo bonos soberanos – la forma más cómoda para cubrir sus necesidades financieras – por casi dos mil millones de dólares. Una economía con un déficit público cercano al 5% del PIB dispone de muy poco espacio fiscal – o quizás, de ninguno – para aplicar políticas contra cíclicas en un entorno nacional e internacional que presenta una ralentización del crecimiento económico. Y endeudarse con esos propósitos no es el camino más saludable para la economía.

La lectura equivocada de todo lo anterior es llegar a la conclusión de que debemos rendirnos ante las señales que nos llevan por el camino del pesimismo. Ese no es el propósito. Es, más bien, el interés de llamar la atención –como han hecho otros analistas– sobre lo pernicioso que sería seguir adoptando una actitud de auto complacencia ante el curso que sigue la economía dominicana y la sociedad en general. El país tiene un gran potencial, y su futuro depende, en gran medida, de la responsabilidad con que se asuma hoy la tarea de gobernar para el bien común...

TEMAS -