Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales
Gobierno
Gobierno

El lado oscuro de la anti corrupción: El fundamentalismo

Hay que reconocer que en nuestro país no acudimos a las referencias éticas que deben inspirar a la colectividad. Pero esto no se da exclusivamente aquí, es un fenómeno mundial. La corrupción se ha internacionalizado y la mediocridad se ha globalizado. No son los Bosch, Adenauer, Gandhi, Mandela ni Roosevelt los que inspiran el planeta. Ante la incapacidad de ser héroes de nuestro tiempo, nos orientamos a ser “celebrities” para pasar el tiempo.

Tengo la impresión de que los que los que apoyamos el fin de la impunidad y la lucha anticorrupción nos hemos constituido en los nuevos censores de la sociedad dominicana. Reduciendo el análisis político y social a la lucha de los buenos versus los malos. De continuar así, terminaremos cerrando todas las escuelas de ciencias políticas, sociología, antropología, derecho y economía para estudiar exclusivamente el “buenismo” de los nuevos evangelizadores: Nosotros. Una versión de populismo moral que nació vieja, obsoleta con más vocación inquisidora que transformadora.

Hay que reconocer que en nuestro país no acudimos a las referencias éticas que deben inspirar a la colectividad. Pero esto no se da exclusivamente aquí, es un fenómeno mundial. La corrupción se ha internacionalizado y la mediocridad se ha globalizado. No son los Bosch, Adenauer, Gandhi, Mandela ni Roosevelt los que inspiran el planeta. Ante la incapacidad de ser héroes de nuestro tiempo, nos orientamos a ser “celebrities” para pasar el tiempo.

“Una revolución es una obra de creación y no hay creación si no hay amor que la alimente” afirmaba Juan Bosch. Estamos luchando por una sociedad transparente, institucionalmente robusta, democráticamente funcional, pero a veces tengo la impresión que estamos más ocupado en ver la paja en el ojo ajeno y no la astilla en el nuestro. Como si todos los males de nuestro tiempo los encarna el otro, empezó con el otro y terminará cuando hayamos eliminado ese otro. Eso decían con Lilis, con Trujillo, con Balaguer, con el PRD y ahora con el PLD. No somos capaces de vernos nosotros mismos -integralmente- como sociedad, como sistema y como proceso continuo que repite sus males, precisamente por ese simplismo. Nos hemos hecho experto en ser “anti” algo y de esa forma votamos cada cuatro años contra alguien.

Wilhelm Reich en “La Psicología de Masas del Fascismo” desentraña la mecánica del sufrimiento humano la cual se basa en el intento de negar su propia naturaleza animal y ser algo distinto a lo que realmente es. Explica el origen del fascismo por la predisposición del ser humano a confiar las riendas de su destino a un “nuevo orden moral” proclamando que nuestro grupo es el mejor, el más puro... y que es el portador de todo tipo de valores eternos.

Partiendo de estas nociones poco más necesitamos para llegar a formular una teoría social que explique el fenómeno del chivo expiatorio y lo que Carl Gustav Jung denomina la sombra, la cual constituye el lado oscuro de nuestra propia mente personal y colectiva, “un sentimiento de mezquindad real del que no tenemos más que una leve sospecha”. Ante esta situación, el ser humano quiere despojarse de su sentimiento de inferioridad, quiere “saltar por encima de su propia sombra” y el modo más rápido de conseguirlo consiste en “atribuir a los otros toda nuestra mezquindad, negatividad y culpabilidad”.

Generación tras generación hemos inventado todo tipo de excusas para odiar y deshumanizar a nuestros semejantes. Nos justificamos con la retórica política más sofisticada. El ser humano como homo hostilis (especie hostil) es el único animal capaz de fabricarse enemigos para tratar de escapar de su propia hostilidad reprimida:

Nosotros decimos la verdad

– Ellos mienten.

Nosotros informamos

– Ellos hacen propaganda.

Nosotros somos inocentes

– Ellos son culpables.

Nuestros misiles son defensivos

– Las suyas son ofensivas.

Lo más terrible de estas paradojas morales, afirma Sam Keen, es el hecho de que las creamos a partir de nuestros ideales más elevados y de nuestras aspiraciones más nobles. Pues su característica esencial es que es inconsciente.

Y con la misma inconsciencia, necesitamos eliminar el mal y purificar el mundo, aunque para ello tengamos que sembrar la destrucción y la muerte de todo lo que se interponga en nuestro camino.

Es necesario, por tanto, que, a los aspectos catabólicos, destructivos se añada la fase creativa, anabólica que permita transformar nuestras actitudes básicas e instintivas en un acto de creación que destile las mejores opciones para el futuro del país. Esta es la labor que las mejores mentes de esta generación, impulsadas por el amor a nuestros hijos y el futuro. Las opciones son infinitas. Superemos el pasado.

* Associate MIT-Harvard Public Disputes Program, Universidad de Harvard.

TEMAS -