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Reelección
Reelección

No puede, pero si puede

La regla de oro sobre la cual se asiente la estabilidad política, reforzada con castigo ejemplar a quienes intenten violarla, sería la de que bajo ninguna circunstancia estaría permitido que la carta magna se modificara para eliminar las restricciones aplicables al gobernante que juró acatarla. Simple y sencillo.

Lo noto apesadumbrado, ¿le sucede algo? — El momento es delicado, marcado por la tensión social. La economía amenaza con desflecarse como esos caballos contagiados con la anemia infecciosa. No se actúa para enfrentar el contagio, sino para evitar que se sepa.

¿A qué te refieres, Abimbaito?

— Con la economía pasa algo similar al caso de la anemia infecciosa equina. Si informas a las autoridades de la sospecha de existencia de la enfermedad, se trasladan a tu finca y sacrifican los caballos. Si no la informas, los animales siguen vivos y la enfermedad también. No se hacen campañas de erradicación.

Abimbaíto, se afirma que la economía anda como papel de música.

— Cucharita, no olvides que el capital teme a la incertidumbre y vuela con sigilo. El riesgo se mitiga, no se llama. Las amenazas existen, están ahí, son múltiples, y podrían precipitarse desde las alturas del mentidero político.

Y, ¿a que amenazas te refieres?

—A las que vienen de la economía real y de la financiera. En entretelones de tensión, la estabilidad económica podría mostrar sus vértebras quebradizas y el armazón oxidado que la sostiene. Sumar deuda sobre deuda, nunca es sano.

Cuidado, Abimbaito, no vaya a ser que tengas voz de Casandra.

—La duda se alimenta desde el fuego fatuo de las ambiciones de quienes se aferran a mantener en sus manos la vara de mando.

No creo que eso tenga sentido. La constitución prohibe optar por la reelección, ya que se cumplen dos períodos consecutivos en el mando.

—Olvidas, Cucharita, que si la constitución se modificara, la nueva pudiera habilitarlo, siguiendo un camino ya trillado. Siendo así, no puede, pero en el fondo puede. Esa ambivalencia da vida al personalismo.

Y, ¿como se resuelve ese embrollo?

— A mi entender, desmontando el falso “principio” de que al ser la constitución reflejo de la soberanía del pueblo, sus representantes están autorizados a modificarla aun sea para beneficiar a quienes juraron acatarla. Eso es fraude de la ley, pues está prohibido legislar para si mismo.

Bueno, pero si se trata de un principio jurídico, no veo la forma de resolverlo.

— Es que tal “principio” es falso e ilegítimo, salvo que se quiera vivir de ficciones. No es el pueblo soberano quien modifica la constitución. Lo hace la asamblea revisora, sin consultarlo, cooptada por el poder ejecutivo. Ante nuestros ojos ocurre una usurpación de las atribuciones del pueblo soberano.

Y pensar que esa usurpación ha sido causa de tanto sufrimiento para este pueblo. Pero entonces, ¿cuál debería ser la regla?

—La regla de oro sobre la cual se asiente la estabilidad política, reforzada con castigo ejemplar a quienes intenten violarla, sería la de que bajo ninguna circunstancia estaría permitido que la carta magna se modificara para eliminar las restricciones aplicables al gobernante que juró acatarla. Simple y sencillo.

Abimbaíto, creo que esa es una forma funcional de terminar con los temores que ya han comenzado a afectar el desenvolvimiento normal de las actividades.

— Recuerda que el poder es ingrato y la gula no tiene límites. Este pueblo no merece ser sacudido por el debate interminable sobre la reelección.

Si, hay que poner punto final a esta manera tan dañina de entender la política.

— Cucharita, a falta de sensatez, hasta los vecinos del norte le mandaron al ejecutivo un papelito de un párrafo, recordándole la necesidad de que “todos los actores políticos en la República Dominicana preserven las instituciones democráticas y respeten el Estado de Derecho y la Constitución, particularmente en el período previo a las elecciones del 2020 en la República Dominicana.”

Pero el gobierno dio su versión. El canciller lo considera una prueba de amistad.

—No te hagas el tonto. Las parábolas son útiles. La política también sufre de anemia infecciosa. El tirón de orejas no lo es, si se oculta y no se sabe.

Abimbaíto, sería muy triste que la solución viniera desde afuera, como si no hubiéramos aprendido las lecciones que nos ha dejado el pasado azaroso.

— No se trata de esperar a que llegue otro papelito, que bien podría llegar pero constituiría un bochorno.

Entonces, ¿qué otro paso habría que dar?

— Las fuerzas organizadas de la nación deberían acordar un pacto que introduzca reformas trascendentes en el sistema político, social y económico.

¿Sabes qué? Si lo hacen los de ahora, se llenarían de gloria y hasta expiarían algunas manchas. Si buscan bajadero, ese es limpio, constructivo y decoroso.

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Eduardo García Michel, mocano. Economista. Laboró en el BNV, Banco Central, Relaciones Exteriores. Fue miembro titular de la Junta Monetaria y profesor de la UASD. Socio fundador de Ecocaribe y Fundación Siglo 21. Autor de varios libros. Articulista.