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Crisis económica
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Primarias, cosquillas y China

Se requiere con muchísima urgencia consolidar la economía local, sanearla, quitarle el ropaje que tapa lo que huele mal y esconde las fragilidades, y hacerlo cuando todavía se está a tiempo de evitar una crisis profunda. Eso es lo importante.

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Primarias, cosquillas y China

Somos un país de rachas. Los temas de conveniencia política suelen mantenerse en la palestra por un tiempo y luego desaparecen; es probable que eso ocurra en función de estrategias y pocas veces por azar.

Ese comportamiento tiende a parecerse al de algunas personas que sufren trastornos de comportamiento y que les coge con esto o con aquello, sin ton ni son.

En aquellos casos no se trata de locura ni capricho, sino de defensa y protección de intereses.

La racha de ahora son las primarias. Unos se decantan por las abiertas, otros las satanizan y se proclaman defensores de las cerradas.

Algunos suelen ver la existencia de cosquillas en todo, aunque no las haya. Y eso significa capacidad de relacionar acontecimientos sin conexión aparente.

Así, una de las cosquillas se vincula con el momento escogido para el reconocimiento de China. Ahora, y no antes o después.

La inusual reacción del Departamento de Estado de los Estados Unidos al hacerse eco de fuentes anónimas, podría estar sugiriendo la emergencia de una turbulencia no explícita todavía, pues no es habitual que un país como el nuestro, con tan poco peso económico y poblacional a escala mundial, sea puesto como referente de posibilidad de desestabilización en áreas geográficas determinadas por haber adoptado una decisión que decenas de naciones antes hicieron suya.

Es inevitable que algunos intuyan, atando cabos, que si antes fue Brasil con su financiamiento a la clase política en base a la adjudicación de contratos mediante sobornos con la consiguiente sobrevaluación de obras, quién sabe si mañana sería China quien jugaría un rol alternativo, bajo otros mecanismos, con el financiamiento a infraestructuras y otras inversiones. Y algo así no sería ajeno al quehacer clientelar, ni al tipo de primarias que más convengan.

Otro escozor pudiera estar indicando la sospecha de cambalache para permitir la irrupción abrupta de comercio triangular haciendo provecho de la existencia del acuerdo de libre comercio, que iría en sentido contrario al equilibrio del intercambio que el coloso del norte exige a China. Si fuere así estaríamos adentrándonos en un conflicto que no nos pertenece.

No se discute que el establecimiento de primarias en los partidos políticos para elegir los candidatos, pudiera ser relevante. Y hasta constituir un paso de avance. A nadie escapa que para la nación esa no es la prioridad en este momento, aunque si un mecanismo útil para grupos que pugnan por el poder.

El marcado interés por aprobar la celebración en estos momentos de elecciones primarias en los partidos políticos, pudiera estar ligado a lo que algunos analistas señalan como la cultura de la marrulla; algo así como estar siempre preparado para encontrar la manera de engatusar al otro sin que ni siquiera se de cuenta.

Las primarias están conectadas con las elecciones generales. A los ciudadanos les interesa que sean limpias, transparentes, equitativas, sin privilegios en el uso de recursos públicos, con acceso igualitario a los medios de comunicación. Y que los recursos del Estado no se utilicen ni directa ni indirectamente para avalar la campaña de algún candidato. Y también que se respete el mandato constitucional. Es todo.

Las primarias abiertas como las cerradas son mecanismos para la expresión de las preferencias ciudadanas. No deben ser satanizadas, ni una ni otra modalidad. De por si, no son ni malas ni buenas. Ocurre lo mismo con la reelección. De por si no es ni mala ni buena.

El problema está en la debilidad institucional y el grado de atraso y pobreza de la población. Ambas, reelección y primarias abiertas estimulan y facilitan que se imponga la capacidad clientelar. Y abren las puertas a que esa mayor capacidad decida por medios espurios el futuro de la nación. Eso es todo, que no es poco.

Ahora que se está produciendo un cambio de coyuntura, hay que concentrarse en lo que es urgente, necesario, sobre todo en la marcha de la economía para prepararla ante un escenario mundial cada vez más preocupante.

La población y la clase política deben enterarse y tomar nota de que el petróleo está subiendo, las condiciones financieras internacionales se están “apretando” (y si no, piensen en Argentina), los flujos financieros a países emergentes se están encareciendo y dificultando, y la incertidumbre arropa el porvenir del intercambio comercial.

Se requiere con muchísima urgencia consolidar la economía local, sanearla, quitarle el ropaje que tapa lo que huele mal y esconde las fragilidades, y hacerlo cuando todavía se está a tiempo de evitar una crisis profunda. Eso es lo importante.

Lo demás forma parte de una cultura que más pronto que tarde tendrá que ser puesta en el amplio salón del olvido.

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