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Agropecuaria
Agropecuaria

Producimos o perecemos

Producimos o perecemos, ese es nuestro dilema. En el desarrollo de la agropecuaria y la agroindustria está la real posibilidad de sostenibilidad de la soberanía nacional.

Osmar Benítez es el nuevo ministro de Agricultura. Desde muchos ámbitos se le reconocen las condiciones para hacer una exitosa gestión.

Ahora bien, ¿tiene Osmar Benítez, la voluntad, la orientación política y la visión para convertir al sector agropecuario en uno de los ejes principales del desarrollo nacional y a la RD en un país agroexportador?

La realidad del sector agropecuario es a decrecer en su aporte al PIB y, cada vez, exportamos menos e importamos más, incluso productos de la dieta tradicional dominicana como el plátano y la yuca.

Claro está, nada de esto sucede por azar. Es el resultado de las políticas neoliberales impuestas por el peledé y el perredé que progresivamente liquidaron el aparato productivo nacional en beneficio de un modelo que nos convierte en consumidores, en ofertantes de turismo de playa y exportadores de mano de obra de las que recibimos remesas.

Es decir, Osmar Benítez tiene que decidir si va a ese ministerio a consolidar aún más las políticas neoliberales que han hundido a la agropecuaria o, si se decide a definir Políticas Agropecuarias Integrales, escrita así con mayúsculas, para la transformación del sector agropecuario, convertirlo en un eje del desarrollo nacional, garantizar la soberanía alimentaria y convertirnos en un país agropexportador.

Me permito enumerar algunas estrategias imprescindibles para desarrollar la agropecuaria.

1.- Implementar la extensión agropecuaria, esto es, articular un cuerpo de profesionales con la misión de llevar orientación técnica oportuna a los productores para desarrollar una nueva cultura productiva. Esto requiere la creación de politécnicos agrícolas, carreras técnicas y profesionales vinculadas a la agropecuaria, garantizándole a los egresados salarios y condiciones dignas de trabajo.

2.- Promover la investigación agropecuaria para generar tecnología apropiada y aumentar la eficiencia, como materiales de siembra con mayor potencial genético; estudio y adecuación de los suelos; uso cada vez eficiente del agua. Esto significa recuperar el accionar investigativo del IDIAF y el CONIAF y dotarlos de los recursos necesarios.

3.- Motorizar la asociatividad de los productores y contribuir así a la reducción de los costos de producción, el acceso a la tecnología, garantizar volúmenes de producción rentables, facilitar la comercialización y mercados estables.

4- Influir para establecer políticas de financiamiento que universalicen el crédito agrícola a intereses competitivos. El Banco Agrícola solo cubre entre el 12 y 15 % de la demanda del sector. El resto, un 85%, los productores lo buscan en el sector informal a un interés que oscila entre un 3 y 12% mensual. En condiciones así es imposible que la agropecuaria sea rentable.

5.- Impulsar la construcción de obras de infraestructura de riego en todo país acompañada de políticas para garantizar el abasto, conservación y uso racional del recurso agua. Sin agua no hay producción agropecuaria, por eso se requiere de una alianza y coordinación permanente con Medio Ambiente en la protección de cordilleras y ríos.

6.- Regular la importación de alimentos limitándola a cubrir los déficit en el abasto de la demanda nacional. Hay que transparentar el mecanismo de entrega de las autorizaciones para importar. Hay serias discrepancias entre las subastas hechas en la bolsa agropecuaria y las importaciones que se registran en las aduanas dominicanas. Es el momento de desatar un movimiento para renegociar y hacer las rectificaciones necesarias al TLC con EUA y Centroamérica.

7.- Propiciar políticas para abaratar costos de producción en la agropecuaria aplicando una política fiscal orientada a desgravar el proceso productivo y estimular la inversión y el empleo. Enfrentar la especulación en los precios de los insumos, fertilizantes, pesticidas, maquinarias. Se requiere de una política especial en el precio de la energía eléctrica y los combustibles para la agropecuaria. No se trata de regalar nada, sino de ser competitivos con los países con los que nos disputamos nuestro propio mercado.

8.- Estimular la innovación en la producción agropecuaria, mejorar la calidad y proponernos desarrollar el máximo potencial en todas las materias primas que producimos, agregándole “valor”, impulsando políticas de fomento de agroindustrias.

9.- Defender el mercado local pues los elevados costos de producción nos hacen perder competitividad, junto a la falta de defensa del gobierno ante prácticas de dumping, de importación de mercancías subsidiadas, violación de cuotas de importación.

10.- Convertirnos en un país agroexportador y para ello mejorar la competitividad del sector agropecuaria, aprovechar nuestro posicionamiento geográfico, definir políticas hacia las comunidades de dominicanos en el exterior; transformar el servicio exterior y ponerlo al servicio de la promoción de la producción nacional; articular la agropecuaria al abastecimiento de la industria turística.

Producimos o perecemos, ese es nuestro dilema. En el desarrollo de la agropecuaria y la agroindustria está la real posibilidad de sostenibilidad de la soberanía nacional.

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