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¿Rehabilitar o nunca más?

La alianza con la facción de Danilo Medina para modificar la Constitución y rehabilitarlo, por tanto, es una traición a las justas aspiraciones de cambio presente en la ciudadanía dominicana y abrirle una puerta al continuismo del peledé para réquiem eterno.

¿Debe concebirse la Constitución como un pacto político y social de largo alcance o el instrumento para satisfacer las apetencias del gobernante de turno? ¿Es legítimo que cada vez que una facción política logra, coyunturalmente, agenciarse la mayoría necesaria proceda a hacer de la Constitución un traje a la medida de sus intereses?

Desde la fundación de la república y la promulgación de primera constitución el 6 de noviembre de 1844, hasta la reforma del pasado 15 de junio de 2015, padecemos de una patología constitucional. De sus 39 modificaciones, en 33 ocasiones se ha tocado el tema de la sucesión presidencial, consagrando unas veces la reelección indefinida, otras, periodos alternos o sucesivos.

En esta ocasión, de nuevo vuelve el tema de la modificación de la Constitución para rehabilitar a Danilo Medina. Resulta demencial que mientras el país aún se repone, luego de los tres años de zozobra a los que nos sometió la facción del presidente en su intento de modificar por segunda vez la Constitución para repostularlo, de nuevo se esté planteando el tema.

Lo peor es que muy pocos de los que se manifiestan a favor de ponerle nueva vez la mano al texto constitucional revelan que la verdadera intención que los mueve es habilitar por segunda vez a Danilo Medina. Estos nuevos y viejos propulsores se escudan en otras razones que evidentemente nadie les cree.

Arguyen, por un lado, el alto costo que supone celebrar unas elecciones en febrero y otra en mayo. Claro, a ninguno les preocupa que en las primarias a celebrarse el 6 de octubre, con la participación de solo dos partidos, el Estado va a gastar más de 2,400 millones de pesos.

Su otro argumento es que la separación por solo tres meses de ambas elecciones no es suficiente para decidir los reclamos que se harán ante el TSE, respecto de las elecciones de febrero, coincidiendo con las elecciones de mayo. Parecería que ahora es cuando caen en cuenta de esa cercanía, a pesar de que esa disposición tiene 9 años, pues proviene de la reforma de 2010.

La larga mano del gobierno ha ido sumando al coro de la nueva reforma constitucional a empresarios, organizaciones de la sociedad civil, expertos constitucionales, partidos políticos y, evidentemente, a sus bocinas pagadas en los medios de comunicación.

La pregunta, que no pueden responder, es por qué ahora, en medio de un complejo proceso electoral, embarcar al país en una reforma que implicará, entre otras, cambiar sustancialmente el calendario electoral en ejecución.

De entre todos, lo que sí llama la atención es la actitud asumida por el PRM sobre el tema. Primero fue Hipólito Mejía, quien unas 48 horas después del discurso de Danilo Medina en que se vio obligado a renunciar a su proyecto reeleccionista expresara su apoyo a la habilitación del primer mandatario. Luego, Luis Abinader, en una entrevista en el Diario Libre se manifestó de acuerdo con la unificación de las elecciones, sin referirse a la habilitación de Danilo Medina. Y ahora, luego de una reunión con el Consejo Nacional de la Empresa Privada, (CONEP), institución que se ha manifestado abiertamente partidaria de la reforma, el presidente del PRM expresó que en los próximos días se fijará posición sobre el tema, cuando se daba por sentado que ese partido era contrario a la reforma constitucional.

Es inconcebible que luego de que Danilo Medina ha sido derrotado en su intento reeleccionista, que en su contra pesa una veda constitucional para postularse en el 2024 que lo convierte en un muerto político, y que su facción muestra fisuras internas –todo lo cual es auspicioso para avanzar hacia un cambio político en el 2020— sea precisamente el PRM quien muestre inclinaciones a pactar una alianza con Danilo Medina para su rehabilitación.

Rehabilitar a Danilo Medina significa postularlo ya como candidato a la presidencia en el 2024 y, por tanto, fortalecerle como jefe de su facción, prolongar su control sobre el partido, así como extender su poder sobre las instituciones conformadas por leales suyos para garantizarle impunidad más allá del 2020. La rehabilitación de Danilo Medina significa el hundimiento de la ya precaria institucionalidad democrática del país.

La alianza con la facción de Danilo Medina para modificar la Constitución y rehabilitarlo, por tanto, es una traición a las justas aspiraciones de cambio presente en la ciudadanía dominicana y abrirle una puerta al continuismo del peledé para réquiem eterno.

Es oportuno puntualizar que es necesaria una modificación de la Constitución vigente, pero ésta, cuando se haga, no será con una mayoría coyuntural que alcance una facción política, valiéndose de medios espurios y para responder a intereses personales o de grupo.

La modificación constitucional podrá ser una de las tareas que asuman los representantes surgidos del actual proceso electoral, propiciando una constituyente, asegurando así que la modificación de la carta magna sea resultado de la participación ciudadana y expresión de sus aspiraciones de democracia, justicia social, transparencia, soberanía, y nunca más de los intereses de una facción superpuesta a la nación, las instituciones y las leyes.

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Guillermo Moreno es abogado y político. Presidente de Alianza País.