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Banco Mundial
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Una víctima de las estadísticas... además de la verdad

«Cualquier cambio en la metodología de Doing Business se realiza a través de un riguroso proceso de consulta, donde nuestra Junta Directiva, los países en lo individual, profesionales, académicos y el personal de todo el Grupo Banco Mundial pueden aportar comentarios. Los indicadores se basan en datos duros, como las tasas impositivas reales y la legislación aprobada, y están sujetos a validación interna y externa. Los datos objetivos no están sujetos a influencias políticas. En vista de las preocupaciones expresadas por nuestro Economista Jefe Paul Romer en los medios y nuestro compromiso con la integridad y la transparencia, llevaremos a cabo una revisión externa de los indicadores correspondientes a Chile en el informe Doing Business». Banco Mundial, enero 13, 2018

El estilo académico de Paul Romer le granjeó repetidos conflictos dentro de su gestión como Economista Jefe del Banco Mundial. Poco acostumbrado al lenguaje de los burócratas, Romer era directo y llamaba a las cosas por su nombre. Los burócratas -con una función objetivo diferente a la de Romer- tampoco estaban acostumbrados a ese estilo franco y llano. De manera que los elementos básicos de la confrontación estaban puestos sobre la mesa. Y eso fue lo que efectivamente ocurrió en repetidas ocasiones, a tal punto que algunas de las funciones del Economista Jefe les fueron recortadas. Por tanto, no ha causado mayor sorpresa el hecho de que este miércoles Paul Romer renunciara a la posición que había ocupado por apenas más de un año.

El profesor Romer no había dado -al momento de escribir estas notas- una explicación pública de las razones que lo llevaron a renunciar; aunque muchos pudieran preguntarse si realmente se necesitaba una explicación para entender un hecho tan obvio. En cambio, el presidente del Banco Mundial sí lo hecho. En un mensaje colgado en la intranet del banco -no en la internet, como había hecho con el mensaje que desautorizaba a Romer, y que en el encabezado citamos parcialmente-, al cual The Wall Street Journal ha tenido acceso, el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, ha planteado que Romer “es un economista realizado y un individuo de gran percepción, y hemos tenido muy buenas discusiones son temas geopolíticos, urbanización, y el futuro del trabajo. Yo valoré la franqueza y honestidad de Paul, y yo sé que él lamenta las circunstancias de su partida”.

En otras palabras, Yong Kim reconoce el talento de Romer, pero admite que tuvieron “discusiones” -léase, enfrentamientos- sobre diversos temas. “La franqueza y honestidad de Paul” pudiera significar que Romer cruzó la frontera del respeto a la autoridad, y ahora se arrepiente de su partida. Lo que sí ha quedado claro es que Romer se había quedado sin respaldo y sin opciones. El haber hecho público su rechazo al ranking de Doing Business que perjudicaba a los gobiernos de Bachelet lo colocaba en una posición muy vulnerable. Primero, porque él como Economista Jefe debió tener acceso al informe antes de su publicación. Y segundo, independientemente de si tuvo acceso previo o no a dicho informe, debió canalizar sus observaciones por los mecanismos institucionales. No se conoce si esto ocurrió. El hecho es que aun rompiendo los protocolos institucionales Romer ha prestado un gran servicio al objetivo de mejorar la transparencia en los procesos y métodos para procesar los datos, tanto en el Banco Mundial como en las instituciones oficiales de los países miembros. Y todo parece indicar que el episodio de Chile fue la gota que colmó un vaso lleno de frustraciones para un Romer que no entendía cómo algunos economistas del Banco Mundial fabricaban datos para auto promocionarse.

El impacto de este episodio ha sido tan importante que algunos analistas están pidiendo que el Banco Mundial elimine por completo la realización del ranking Doing Business. En este sentido, el economista Justin Sandefur, miembro del Center for Global Development, entiende que hay suficientes razones para eliminar el cuestionado ranking. En particular, plantea que independientemente de las motivaciones políticas los datos no son creíbles, pues una gran cantidad de movimientos en el ranking se deben al cambio metodológico, no a la realidad. Y agrega que un aspecto fundamental en la reciente “revolución de la credibilidad” en la economía empírica es una presión para que los investigadores se comprometan previamente con una metodología antes de observar los datos, de manera que los resultados no puedan ser influenciados por la elección de la metodología. Y sentencia que Doing Business es elaborado en forma contraria a estos principios. Otro aspecto que es criticado por Sandefur es que este ranking parte de una premisa ideológica extrema. Es decir que mide los costos de la regulación gubernamental, pero no incluye sus beneficios.

En beneficio del ranking pudiera decirse que hay cierta lógica en el hecho de que Doing Business se haya reducido en los gobiernos de Bachelet y aumentado en el gobierno de Piñera. Si un presidente asume el gobierno con una agenda socialista es natural que la percepción del clima de negocios se deteriore. Lo contrario ocurre con un presidente con una agenda amigable a la inversión privada. El problema es, sin embargo, que la credibilidad del informe ha quedado severamente comprometida y que, por tanto, la utilidad del mismo se ha reducido prácticamente a cero.

La confrontación de académicos y burócratas es cosa común en las instituciones nacionales e internacionales. Son perspectivas diferentes y, muchas veces, irreconciliables. Lo que sí llama la atención es que cuando esos conflictos ocurren, normalmente son los académicos los que tienen que salir por la puerta trasera...

@pedrosilver31

Pedrosilver31@gmail.com

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