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Entre piscinas y palmeras

Hay algo definitivamente ilógico en unas piscinas de plástico a orillas del mar Caribe en época de alarmante sequía. Recuerdan a las palmeras de plástico de colores que la sindicatura de Higüey "plantó" alrededor de la Basílica y calles aledañas, logrando el efecto más extraño y kitsch posible en cuestiones de mobiliario urbano.

¿Cómo se llega al punto de que para refrescarse en vacaciones en el destino turístico por excelencia del Caribe, hay que gastarse millones en levantar piscinas plásticas a la orilla del mar?

Es seguro que habrá que hacer una reflexión socioeconómica de necesaria profundidad y derivaciones ideológicas que van desde el análisis de la "privatización" de las playas, al empeño de dirigir el ocio popular desde las esferas de poder con la foto del promotor de la idea. ¿Por qué es responsabilidad de un Ayuntamiento deficitario organizar "la diversión" del pueblo?

Pero mientras alguien formula la teoría, hay que pensar que es el mismo proceso mental que lleva a comprar palmeras de plástico rosa y amarillo en la tierra de los palmerales más bellos del mundo. Una excentricidad.

Semana Santa ha llegado muy pronto. Solaparán los accidentados y los borrachos a la Barrick y a Bahía de las Águilas, la huelga de la ADP dará paso a las vacaciones escolares y la discusión salarial quedará para "más luego". El Papa Francisco suscitará más atención en sus mensajes en su primera Semana de Pasión. Y seguiremos adelante.

IAizpun@diariolibre.com