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La verdad y sus circunstancias

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La verdad y sus circunstancias

Aunque con retraso, cumplo con el deber que me dicta mi conciencia y la reciprocidad y respondo las opiniones y juicios del Sr. Joaquín Ricardo, en su artículo "Por los fueros de la Verdad", publicado en el Diario Libre, el 25 de enero de 2013.

Valoro en toda su dimensión el empeño y el ardor con que el Sr. Joaquín Ricardo defiende la obra de gobierno de su líder el Dr. Joaquín Balaguer; pues la lealtad es una virtud encomiable en cualquier ser humano. Admito que al hacer uso de la erudición del influyente historiador marxista británico, Eric Hobsbawm, para intentar sustentar, en el presente, la defensa de la obra política y social del caudillo reformista, no deja de sorprenderme agradablemente.

Mi artículo "Los Palmeros, comandos de la resistencia, 41 años después", enfoca su atención en destacar el papel del Movimiento Revolucionario 14 de Junio, en el proceso que condujo a la conformación de una nueva organización revolucionaria (político-militar) liderada por el Coronel Caamaño (Comandante Román), precisamente, tomando muy en cuenta que más de la mitad de la población dominicana actual desconoce o tiene un conocimiento muy superficial y fragmentado sobre los porqués y los cómo se fraguaron una serie de acontecimientos históricos contemporáneos.

El registro de los hechos y las circunstancias que explican la acción armada de "cuatro jóvenes de comprobadas ideas revolucionarias", que al precio de sus propias vidas se elevaron a la inmortalidad, refleja la realidad realmente existente en la República Dominicana, en los años 60-70, y, por tanto, se corresponde con la verdad; así como hay la designación por el Congreso Nacional y el Poder Ejecutivo, del 12 de enero, como "Día de la Resistencia Heroica", se corresponde con la nueva realidad imperante en el país.

Esta declaratoria congresual, refrendada por el Poder Ejecutivo, tiene un mensaje muy claro para toda la sociedad dominicana de nuestros días: la resistencia, la rebelión, la insubordinación son derechos constitucionales a ser ejercidos hasta de manera heroica frente a situaciones de violación o conculcación de los derechos fundamentales de los ciudadanos, de la soberanía popular y la soberanía nacional.

Quienes históricamente han santificado la violencia como un valor supremo y un recurso de uso cotidiano y permanente son quienes contribuyeron a sembrar la América Latina y el Caribe, en los 60-70, de dictaduras militares y regímenes autoritarios, frutos de la injerencia o la intervención política y militar de nuestro gran vecino del norte. Son los mismos sectores que articularon y coordinaron la ejecución de la siniestra "Operación Cóndor", impenitentes auspiciadores de golpes de estado y fraudes electorales.

Son los mismos que ahora, perplejos y desencantados con los resultados que han arrojado la competencia electoral, democrática y transparente, en distintos países de la región, ofician de profetas del Apocalipsis y claman por la criminalización y la judicialización de la política, teniendo como sus blancos a los líderes, a los gobiernos, a los partidos y movimientos sociales progresistas y de izquierda.

La vida prueba que el mejor antídoto a la violencia, de cualquier signo, es el perfeccionamiento y renovación constante del sistema democrático, con sentido de participación y protagonismo ciudadano e inclusión y equidad social.

Concluyo recordándole, con las palabras de Eric Hobsbawm, lo que otros pretenden olvidar: "Solo la alianza, insólita y temporal, del capitalismo liberal y el comunismo, para hacer frente a ese desafío (el fascismo), permitió salvar la democracia." Esta es una gran verdad que también tuvo que ver o dependió de unas muy peculiares circunstancias históricas.

Confío en que el Sr. Joaquín Ricardo siga libando de las fuentes de uno de los principales historiadores del siglo XX, quien nos dejó como legado su enseñanza de que "la prioridad política más importante del siglo XXI es dar vida a sociedades buenas, humanas y justas."