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El silencio, la otra mitad de la música

Una conversación con el poeta Carlos Aganzo

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El silencio, la otra mitad de la música

El mar es una de las imágenes más descritas y recurrentes en la poesía y la narrativa de René del Risco Bermúdez. Es ese mismo mar de su pueblo San Pedro de Macorís el escenario escogido para este encuentro-entrevista con Carlos Aganzo.

Aganzo, invitado por la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra y por el Ministerio de Cultura; poeta, periodista y crítico literario, ha venido desde España hasta República Dominicana a hablarnos y a enseñarnos desde su perspectiva, que se puede “escuchar desde el silencio la otra mitad de la música” en la obra poética de René del Risco.

Ha venido a contarnos un poco lo aprendido de esa Música Callada de san Juan de la Cruz; de esa pausa que tienen todos los sonidos, esa pausa que se llama silencio. Esa pausa que nos hace reflexionar y nos hace percibir con fuerza el contenido que tienen los sonidos, ese “sosiego especial que nos hace ver las cosas de manera distinta y por lo que la obra obtiene otra dimensión”.

Carlos Aganzo es autor de más de una decena de poemarios que han merecido distinciones como el Premio Jorge Guillén (2003), el Jaime Gil de Biedma (2010), el Universidad de León (2012) o el Ciudad de Salamanca (2014). En 2012 recibió el Premio Nacional de las Letras Teresa de Ávila. Miembro fundador del Premio de la Crítica de Castilla y León, es coordinador literario del Premio Internacional de Poesía san Juan de la Cruz y del Premio Internacional de Poesía José Zorrilla, y pertenece a la Academia de Poesía de san Juan de la Cruz. Es también actualmente director del periódico regional más antiguo de España, El Norte de Castilla, en la ciudad de Valladolid.

Haber compartido con Carlos durante dos días en distintas actividades culturales en República Dominicana fue suficiente para reafirmar lo que ya sabía: la capacidad, el nivel intelectual, el conocimiento y las vivencias del crítico literario que demuestra y vincula su compromiso con la ética periodística y la rigurosidad del poeta. Vino para hablarnos de su lectura, desde la distancia, de la obra poética de René del Risco Bermúdez, a quien el Ministerio de Cultura le está dedicando durante este año la Feria Internacional del Libro 2017.

Con los pies cubiertos de arena y la piel mojada de agua salada nos sentamos a conversar bajo un cocotero en una de las playas de nuestro mar Caribe. Mientras yo buscaba en mi celular la forma de grabar la entrevista, Carlos buscaba papel y lápiz para que yo tomara notas. Mi método ganó la pequeña batalla.

—¿Que te lleva a la poesía? ¿fue parte de tu infancia? ¿de tu familia? ¿Hubo alguna influencia?

“En mi familia no hay antecedentes de escritores. Lo que me hace poeta es la escuela. Con doce años gané un concurso de literatura y una de mis profesoras me regaló el libro “Canciones Infantiles” de García Lorca, eso es lo que me hace descubrir la poesía. Desde ese momento, no he dejado de escribir hasta hoy. Un poeta me ha ido llevando al otro. El amor por la poesía y a la lectura se lo debo a García Lorca, a Machado, a san Juan de la Cruz y a Juan Ramón Jiménez.”

El estilo poético de Carlos se ha modificado a través de los años y la experiencia: “desde la primeriza como ocurre con todos los jóvenes, está llena de símbolos, llena de un lenguaje que quiere ser brillante, llena de accesorios. En esta etapa entendí que solo dejaría lo que es absolutamente esencial”.

Su disciplina y obediencia al orden lo llevan a comprender que todas las etapas conducen a la evolución y a la transformación. No hay que llegar a la ruptura en un proceso literario dentro de un género que es “la quintaesencia de la palabra”, por eso su afirmación al hablar de dos etapas muy marcadas de su obra: “una nace en Avila, que es la poesía posesiva, muy vinculada al ser humano con la naturaleza, y la otra que es en la que estoy ahora, que es una poesía más civil, más comprometida, en ella hablo del yo con los otros, de las cosas que suceden en el mundo, en la sociedad; es el sentimiento de que nuestra cultura occidental y nuestros valores se están derrumbando. Pero una etapa no deja de permanecer a la otra y por eso sigo expresándome con elementos de la naturaleza con las que me expresaba en Avila.”

Al hablar de transformación en la literatura, llegamos al periodismo, a su doble condición de periodista y de poeta, dos géneros que a simple vista parecieran totalmente disímiles. Carlos Aganzo es capaz de unir estas dos disciplinas con absoluta naturalidad cuando nos dice: “la poesía es testimonio, el periodismo también; la poesía es buscar, es interrogar la realidad, el periodismo también; la poesía y el periodismo me hacen mirar las cosas de una manera diferente para explicárselas a los demás pero sin decir demás; para compartirlas, para transformar a los otros, para transformarte a ti mismo. Eso es la poesía y eso es el periodismo literario. Es en el que yo vivo. Dos caras de una misma moneda”.

Ser poeta y a la vez ser crítico literario es una de las fusiones mas difíciles. Es participar en la sentencia cuando eres una fracción o una pieza importante de la tribuna, del púlpito, pero también de lo juzgado. Aganzo explica que tiene una táctica, un secreto para encontrar la entrada a entender que no toda obra es perfecta. “Mi labor como crítico no es una labor de destruir mitos o de desmontar clásicos, sino una labor de aportar elementos desconocidos al caudal común de nuestra lengua y de nuestra literatura. Lo organizo así de esa manera, buscando lo justo, porque de otra manera podría ir cayendo en filias y en fobias”

—¿Cómo te das cuenta del valor que tiene una obra cuando la analizas? Háblame un poco de la obra que viniste a analizar, la de René del Risco Bermúdez.

“Ninguna obra es perfecta, eso te ayuda a comprender mas ese reto. Hay una experiencia hermosa como crítico que creo que la hemos vivido estos días aquí a la hora de desguazar a un autor. Es ofrecerles a los demás una posibilidad de que lo entiendan mejor, de que les llegue más dentro, de que lo amen. Eso también es una labor del crítico, ayudar al lector a entrar en la literatura, que no siempre es fácil, y a veces eso ofrece grandes recompensas. Necesitas un lazarillo que te guíe hacia la interpretación de esa obra y disfrutarla. A mí me gusta abrirme, me gusta conocer, me interesa mucho aprender, por lo tanto, acogí este desafío con ilusión y bien es cierto que no solo no me equivoqué, sino que ha sido un verdadero descubrimiento del que creo además que vamos a seguir descubriendo cosas y mirando cosas. Por lo que he visto se está re-descubriendo esta lectura tan necesaria. Los clásicos se van haciendo con relecturas sucesivas a lo largo de la historia. Nadie los entiende en su tiempo, o por lo menos en su tiempo los catalogan con una etiqueta rápida y ahí se quedan. Luego van cayendo diferentes etiquetas sobre él, hasta que se conforma el personaje clásico. Ese es el caso de Rene del Risco Bermúdez y su vigencia en la literatura dominicana”.

Carlos Aganzo ha sido entrevistado en lugares diversos e insospechados. En cafés antiguos repletos de humo de cigarros o en oficinas ruidosas donde se escribe la noticia del día. Hoy el mar Caribe despide a este gran poeta entre el silencio y las palabras, entre la sal y el sol de la mitad de una isla que comparte su mismo lenguaje y su misma esencia. Un pedazo de tierra que siempre ha ido en búsqueda de la poesía.

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