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Piedra angular

De buenas a primeras, los dominicanos hemos descubierto que los carros de concho son una vergüenza, que estaban destartalados y sucios y que los choferes eran unos desaliñados, toscos e irrespetuosos.

Todo eso, luego que un amplio sector de la capital se montó en el Metro.

Es decir, se descubrió que otra forma de hacer las cosas era posible, que se podía transportar a la gente con limpieza, cortesía y rapidez.

Sin embargo, los pasajeros, en su generalidad, siguen aguantando en las rutas del concho y de las guaguas de los sindicatos del transporte público, todo lo que detestan.

Posiblemente porque no tienen alternativa.

No sé en qué lugar de las prioridades del Gobierno está la solución al problema del transporte, pero entiendo que es una buena coyuntura para tratar de agarrar el toro por los cuernos.

La población ha expresado su rechazo a que se le entreguen las rutas alimentadoras a los sindicatos. La gente es sabia y sabe, de viejo, que los perros no se amarran con longaniza, porque se la comen. Nadie quiere ponerle ese revólver en el pecho a algo que funciona bien, y que es un orgullo del país, aunque algunos en su miopía no lo quieran reconocer.

La Línea 2 del Metro debe ser puntal sobre el que arranque la solución definitiva al problema del tránsito en la capital, Sobre esa piedra hay que edificar el templo del servicio de calidad en materia de transporte. Sin miedos y con firmeza.

atejada@diariolibre.com