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Una crisis

Los dominicanos que residen en España comparten el estado de ánimo y una crisis que afecta a más de un millón y medio de familias españolas en las que ningún miembro tiene trabajo.

La crisis no es solo económica. Es crisis de esperanza en el futuro, de falta de confianza en que los tiempos malos van a terminar pronto.

El gran freno, la gran traba a cualquier atisbo de esperanza en la recuperación es la impresentable casta política que campea por las instituciones españolas. Las estatales y las autonómicas, que lo que después de Franco se entendió como una solución se ha convertido en un caro e ineficiente sistema de gobierno territorial.

Los escándalos de corrupción no tienen preferencia partidaria. Cuando no es el tesorero del Partido Popular, son los intrincados negocios de la familia Pujol en Cataluña, y cuando éstos no han terminado de escandalizar, son los del PSOE los que se destapan con el más estrambótico guión de corrupción en su Fundación Ideas.

Todos tienen algo en común: los políticos enquistados en las instituciones. El poder político entendido como vía para el enriquecimiento. Opacidad, falta de transparencia. Roban porque pueden, porque han moldeado la función pública y sus privilegios personales a tal extremo que ya es difícil que entiendan el límite, la frontera entre lo público y lo privado. Porque muertas las ideologías, los políticos no han entendido qué les toca hacer.

IAizpun@diariolibre.com