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Champola Type
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Champola Type: una tipografía atemporal para una ciudad que se queda sin tiempo

Jean Carlos García, el diseñador detrás de Champola Type, ha explorado los bastiones modernos de Santo Domingo para crear una tipografía que habla de sus viejas casas

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Champola Type: una tipografía atemporal para una ciudad que se queda sin tiempo
Jean Carlos García se lanzó a retratar los números de las casas modernas de Gazcue y Ciudad Universitaria, para contar con un archivo de referencias para su proyecto independiente, Champola Type. (CORTESÍA CHAMPOLA TYPE)

Debido a sus problemas sin resolver a nivel de planificación urbana, Santo Domingo por lo general se recorre sobre cuatro ruedas —sea en transporte privado o en colectivo— o a dos muy veloces —como es el caso de los motores—. A ese ritmo es difícil observarla con detenimiento. Se pierde uno de los detalles decorativos en las fachadas de las casas, de las graciosas locuras de paisajismo que realizan los propietarios en sus jardines, de letreros pequeños que anuncian ideas grandes. Pero en bicicleta, como se dio cuenta el diseñador  gráfico Jean Carlos García, esos detalles no pasan desapercibidos. Tras varios recorridos por Gazcue, uno de sus vecindarios favoritos para conocer sobre dos ruedas lentas, encontró un elemento que una y otra vez le atrapaba: los mosaicos con letras y números que le colocaban a las casas modernas construidas desde mediados del siglo XX. Un modelo en particular, de fondo blanco, caracteres gruesos negros y flores en el fondo, se repetía más que todos.

De repente, se le prendió la curiosidad y el bombillo: ahí había un proyecto de tipografía para desarrollar.

García sabe que en Dominicana todavía no se valora el diseño tipográfico como se debería. En su trabajo cotidiano dentro de una agencia de publicidad, ha visto cómo muchos clientes desestiman la necesidad de una tipografía a la medida. “No entienden que esas letras tienen la capacidad de comunicar algo sobre su marca, sobre sus campañas, que una tipografía gratuita y estándar no puede hacer”, explicó. De vez en cuando, sin embargo, aparecen clientes que no solo lo aceptan, sino que lo entienden. Ahí entra, por ejemplo, el equipo detrás de la película Carajita, cuya trama se desarrolla mayormente en Samaná. El recorrido para llegar a la bahía desde la capital incluye un paso por zonas relativamente rurales, donde las fiestas nocturnas —sobre todo las de bachata y merengue— se anuncian en los palos de luz a través de afiches de fundas de saco, con la información pintada a mano. De esos caracteres hechos a pulso viene la tipografía resultante del afiche de Carajita, un elemento que comunica una parte importante de las características de la locación.

Pero García sabía que era muy difícil encontrar un cliente para este proyecto que tenía en mente. Por eso se lanzó a retratar los números de las casas modernas de Gazcue y Ciudad Universitaria, para contar con un archivo de referencias para su proyecto independiente, Champola Type. Ahí aprovechó para hablar con los propietarios sobre el origen de las fichas, y las respuestas fueron sorprendentes: muchos no tuvieron opción al ponerlas. Las piezas metálicas, se dio cuenta, eran asignadas por gobiernos de Trujillo y Balaguer cuando los propietarios registraban sus casas para que se les asignara una dirección en la calle. Se les especificaba hasta el lugar en la fachada donde debían ser colocadas, para estandarizar la visibilidad. Las piezas de cerámica vinieron de otro lado: un inmigrante español las trajo en la segunda mitad del siglo; en los talleres alfareros que todavía existían en la ciudad decidieron cambiar las flores que traía el original por unas cayenas en tonos anaranjados. En ese híbrido, entonces, nació un producto netamente sandominguese. Ambas piezas combinadas hablan sobre un momento en donde el crecimiento de la ciudad tenía lugar de forma ordenada y con conciencia estética —aun desde el sector público—, y donde la mano de obra artesanal todavía tenía un mercado. Son piezas atemporales para una ciudad que, a nivel urbanístico, parece estar quedándose sin tiempo para enderezarse.

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Infografía

De esa investigación salió una versión de los mosaicos, pero que esta vez lleva el nombre de la ciudad en vez de un solo número. Para muchos sandominguenses debe ser chocante: hay algo extremadamente familiar en esa propuesta, pero a la vez extraño —es como una cara nueva que, sin embargo, nos suena—. De ese ejercicio inicial salió entonces otro destilado: el sistema numérico 809, un homenaje a una era donde la ciudad todavía tenía tiempo de crecer enderezada. Otros mosaicos contenían elementos como barcos, perros y automóviles; García los utilizó también como parte de su sistema propuesto, como íconos gráficos… a los que él añadió sus personajes favoritos de una ciudad en movimiento: desde los tricicleros vendiendo fruta hasta los motoristas en acciones kamikaze, desde el platanero en la cama de una camioneta hasta una guagua voladora.

Su gran deseo es ver este sistema numérico adoptado por la ciudad, tal cual lo hizo Gazcue en su era. Podrían estar en números de nuevas casas o torres —en combinaciones de dígitos con íconos— o también en los costados de los autobuses de INTRANT y en las casetas del Mirador Sur. O quizás alguien decida tomarlos y darles una aplicación totalmente distinta e inesperada… porque precisamente de esos híbridos nace el nuevo diseño dominicano.

Contenido original de Design Week RD.

Fotos: Cortesía de Champola Type

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Editora y curadora enfocada en las industrias creativas, con más de 10 años de experiencia en publicaciones especializadas en Estados Unidos, Países Bajos, Bélgica y Dominicana