El dulce arte de no hacer nada
Quiero aclararles lo que es "hacer nada" o saber disfrutar de los momentos de inactividad
Muchas personas me preguntan, refiriéndose a mi hábito de la meditación, cómo puedo sentarme por veinte minutos todos los días a no hacer nada.
"Meditar es hacer algo", les respondo. "Mientras medito estoy ejercitando mi mente y mi cerebro".
Por esta pregunta reiterativa es que hoy quiero aclararles lo que es "hacer nada".
En la era moderna, el culto al trabajo y la productividad se ha convertido en un valor socialmente aceptado y promovido. Se nos enseña que, para ser exitosos y realizados en la vida, debemos estar siempre ocupados, hacer algo productivo, y aprovechar al máximo nuestro tiempo. Sin embargo, esta mentalidad puede llevarnos a descuidar uno de los aspectos fundamentales del bienestar emocional que es justamente la necesidad de hacer nada.
Il dolce far niente es una expresión en italiano que se traduce literalmente como "el dulce arte de no hacer nada". Esta expresión se refiere a la idea de que la vida no se trata solo de trabajar y producir, sino también de disfrutar de los momentos de inactividad.
Se cree que la expresión se originó en Italia, donde el estilo de vida y la cultura se han caracterizado por valorar la relajación y la pasividad.
El término se ha relacionado a menudo con la idea del "otium" romano, que era un concepto en la antigua Roma que describía el tiempo libre que tenían los ciudadanos después de cumplir con sus deberes y responsabilidades. Durante este tiempo, los romanos dedicaban su tiempo al reposo, la reflexión y la conversación con amigos y familiares.
Se cree que la frase "il dolce far niente" se popularizó durante el siglo XIX, cuando muchos escritores y artistas visitaban Italia en busca de inspiración y tranquilidad. La belleza de la vida italiana, con su clima cálido, su comida deliciosa y sus paisajes impresionantes, se convirtió en un tema recurrente en la literatura y el arte de la época.
Hoy día, para los italianos, el il dolce far niente es una parte importante de su cultura y estilo de vida. Se trata de una actitud que valora el disfrute de la vida y la contemplación, y que reconoce la importancia de tomarse el tiempo para disfrutar de los pequeños placeres. Además, al agendar espacios para no hacer nada, se pueden descubrir nuevas ideas, tener nuevas perspectivas y apreciar la belleza del mundo que nos rodea. Es también, una forma de resistencia a la cultura del trabajo y el consumismo que domina en muchas sociedades modernas, una actitud que valora la calidad de vida sobre la cantidad de trabajo producido, y que reconoce que la felicidad y el bienestar no están necesariamente relacionados con el éxito material o el estatus social.
A menudo subestimamos el valor de la inactividad, pensando que son actividades improductivas y sin sentido. Sin embargo, el simple hecho de no hacer nada puede ser una fuente de bienestar y equilibrio emocional. La dulzura de no hacer nada nos permite descansar, desconectar del estrés y la ansiedad, y reconectar con nosotros mismos. Cuando nos permitimos este lujo, estamos dando lugar a la creatividad, la imaginación, y la introspección. Sin la presión de tener que hacer algo en particular, nuestra mente se libera y comienza a explorar nuevas ideas, emociones y pensamientos. Este tiempo libre y sin expectativas nos permite conocernos mejor a nosotros mismos, y a entender nuestras necesidades y deseos más profundos.
La dulzura de no hacer nada también nos ayuda a mantener una perspectiva equilibrada y saludable sobre la vida. Al alejarnos de la constante presión de la productividad, podemos apreciar las cosas simples y cotidianas que nos rodean. Podemos disfrutar del sol en la cara, del olor de las flores, del sabor de un café caliente, o de la conversación de un amigo. En lugar de estar siempre enfocados en lo que falta por hacer, podemos vivir el momento presente y encontrar la felicidad en las pequeñas cosas. Al tomarnos un tiempo para descansar y relajarnos, podemos reducir los niveles de cortisol (la hormona del estrés) en nuestro cuerpo, lo que a su vez puede mejorar nuestro sistema inmunológico, nuestra salud cardiovascular, y nuestra salud mental.
Por último, es importante destacar que la dulzura de no hacer nada no significa abandonar nuestras responsabilidades o descuidar nuestros objetivos. Simplemente se trata de reconocer la importancia del tiempo libre y de la inactividad en nuestra vida, y de buscar un equilibrio saludable entre la actividad y la relajación. No hacer nada puede ser una forma de reponer fuerzas, recargar energías, y volver a la vida cotidiana con una mente más clara y un corazón más tranquilo.
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