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Stanley: han mantenido invisibilizada a la inmigración haitiana en La Romana

El autor expuso en el seminario de historia local “Identidad y sociedad en La Romana”, realizado por la Academia Dominicana de la Historia

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Stanley: han mantenido invisibilizada a la inmigración haitiana en La Romana
El escritor Avelino Stanley mientras participaba en el seminario de historia local “Identidad y sociedad en La Romana”, realizado por la Academia Dominicana de la Historia. Foto: Karina Valentín.

SANTO DOMINGO. El escritor Avelino Stanley expresó que la inmigración haitiana siempre ha sido mantenida en los bateyes “a raya” e invisibilizada” y que esta acción ha sido parte del modelo de gestión de las transnacionales propietarias del Central Romana, “el mayor empleador de por vida del territorio del Este”.

El autor se refirió al tema al disertar sobre “La acentuada invisibilización de la migración haitiana en La Romana” al participar en el seminario de historia local

“Identidad y sociedad en La Romana”, realizado por la Academia Dominicana de la Historia.

Afirmó que cuando el Central Romana inició su primera molienda en el 1918, ya la South Porto Rico Sugar Company tenía siete años sembrando caña y exportándola hacia Puerto Rico, donde era molida por el Central Guánica.

Dijo que las estadísticas difundidas sobre la época no dicen quién realizaba el proceso de siembra, cultivo, corte y tiro de esa caña en ese periodo, y que se sabe que ese trabajo no lo realizaba la mano de obra dominicana porque los campesinos del Este, disgustados por los bajos salarios, se habían alejado de ese proceso desde finales del siglo XIX.

Agregó que, según José Del Castillo, en su obra sobre la inmigración de braceros al país, entre 1912 y 1919 a la South Porto Rico Sugar Company le autorizaron 3,000 braceros (1,300 puertorriqueños, 700 afroantillanos y 1,000 sin nacionalidad ni precedencia definidos.

No obstante, dijo que esa empresa solo ingresó, en todo ese periodo, 75 braceros afrodescendientes.

Manifestó que de acuerdo al censo de 1920 en esa fecha se registró la presencia en el país de 28,258 inmigrantes haitianos, y que con toda seguridad que una parte de ellos actuaba como mano de obra en La Romana. “Pero, como no aparecen en registros, era pues una mano de obra invisibilizada”, puntualizó.

Sostuvo que el primer registro de autorización de ingreso de haitianos a La Romana se produjo para la zafra de 1920-1921 y que el permiso fue dado para traer 400 inmigrantes del país vecino (Haití).

También señaló que la segunda autorización de 1,000 braceros haitianos se hizo para la zafra de 1925-1926, pero que tampoco fueron traídos los trabajadores.

Explicó que, en La Romana, distinto a lo ocurrido en el resto de los ingenios del país, los bateyes siempre estuvieron sumamente distantes del centro urbano y que de la cantidad y procedencia de los braceros se conocía poco.

“Este hecho se convirtió en una pauta que mantenía a los haitianos lejos del poblado cabecera. Sin embargo, en 1920, cuando no se sabía con precisión la cantidad de inmigrantes haitianos trabajando en las labores agrícolas del Central, los registros de la fecha indican claramente que entonces este ingenio poseía 18,000 cabezas de ganado vacuno”, añadió.

Aumento de la presencia haitiana

Stanley, autor de Tiempo muerto, novela sobre los inmigrantes cocolos, indicó que la presencia haitiana en suelo dominicano aumentó vertiginosamente en 15 años y que el censo de 1935 registró 52,637 nacionales haitianos en el país.

“Algún efecto de gran alcance debió surtir la matanza de 1937 sobre la inmigración, porque, en 1938, un año después de la masacre, solo se contaron en suelo dominicano 18,500 haitianos. Para el 1950, cuando el censo registró 18,772 inmigrantes haitianos en suelo dominicano, no se sabía la cantidad de inmigrantes trabajando en los bateyes del Central Romana ni en ninguna otra provincia. Pero no debían ser pocos puesto que fue el periodo en el cual cesó la traída de cocolos desde las Antillas inglesas”, enfatizó.

Y agregó: “El dato de la merma en la llegada de cocolos a suelo dominicano, hasta que se suspendió esta inmigración a mediados de la década del 40, lo conozco al dedillo porque escuché sucesivas veces el testimonio de uno de esos inmigrantes procedente de Saint Kits and Nevis que llegó al puerto de La Romana en 1935. Ese cocolo fue Raymond A. Stanley, mi padre”.

Afirmó que la situación de los inmigrantes haitianos en los bateyes del Central Romana no mejoró con un intento de huelga que hubo en 1942, y que tampoco se produjeron mejorías notables para estos inmigrantes con la gran huelga de 1946, dirigida por Mauricio Báez y otros dirigentes de La Romana.

“Solo ha de resaltarse como mejoría la reducción del horario laboral de 12 a 8 horas. No obstante, cuando el tirano se las ingenió para adquirir una gran parte de los ingenios, entre finales de los 40 y principios de los 50, todo siguió su agitado curso. Tanto fue así que, de 18,772 inmigrantes haitianos registrados por el censo de 1950, para el censo de 1960 aumentaron a 29,350 estos inmigrantes”, señaló.

Indicó que, con el ajusticiamiento del tirano en 1961, surgió el poderoso Sindicato Unido de Trabajadores del Central Romana, instancia que sí logró reivindicaciones en favor de los trabajadores de los bateyes, incluidos los inmigrantes haitianos laborando para la empresa.

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Infografía
El historiador Edwin Espinal mientras participaba en el seminario. Foto: Karina Valentín.

Acerca del antihaitianismo

Stanley expresó que el Central Romana cambió de propietarios en 1966, cuando pasó de la South Porto Rico Sugar Company a la Gulf and Westrn, lo cual no significó ningún avance para las fuerzas laborales en los cañaverales de ese ingenio.

“De hecho, acotó, en los primeros cinco años, fue destruido el Sindicato Unido y, en su lugar, se implantó un sindicato patronal como lo fue el Sindicato Libre de Trabajadores del Central Romana. Estas acciones incluyeron la persecución de los dirigentes y, entre otras, la muerte en 1967 de Guido Gil, asesor del Sindicato Unido”, dijo.

Explicó que en 1981 la cantidad de estos inmigrantes haitianos ascendió a 160,155, en el 1991 llegó a 255,000 y en el 2010 se disparó a 311,969 inmigrantes, según la Oficina Nacional de Estadística.

“Pero para el 2012 se hizo la Encuesta Nacional de Inmigrantes, ENI 2012, en la que participó la ONE, y el resultado dice que había 458,233 inmigrantes. Fue en los resultados de esa ENI 2012 en los que se basó el Tribunal Constitucional Dominicano para justificar la controversial Sentencia 168-13 que convirtió en apátridas a unos 350 mil dominicanos de descendencia haitiana”, resaltó.

Dijo que la Encuesta Nacional de Inmigrantes realizada en el 2017 halló que en el 2017 los inmigrantes haitianos habían aumentado a 497,825.

“Una constante se mantiene en todo este periodo. Ni en las informaciones de los censos oficiales ni en las que ofrecen las dos encuestas nacionales aparece la cantidad de inmigrantes haitianos en La Romana”, manifestó.

Stanley expresó que, según el censo de 1935, de los 52,637 nacionales haitianos residentes en la República Dominicana, 14,260 vivían en El Seybo, provincia a la que pertenecía La Romana.

“Por tanto, los mismos podrían endosárseles a La Romana, porque ya sabemos que la única labor realizada por inmigrantes haitianos en El Seybo era trabajar para el cañaveral. Porque El Seybo no tenía ingenios”, afirmó.

Dijo que resulta extraño que la variable “inmigrantes haitianos por provincias” haya desaparecido en las siguientes realizaciones del censo nacional dominicano. “No obstante, sabemos que los bateyes del Central Romana, además del área geográfica de la provincia, también se extienden a El Seybo y a La Altagracia”, indicó.

Señaló que Bernardo Vega, miembro prominente de la Academia de Historia Dominicana, asegura que la política antihaitiana del gobierno del tirano no siempre existió.

“Afirma que fue algo que se sintió a partir de 1940, producto de la enemistad entre el tirano dominicano y el presidente haitiano Elie Lescot. ‘Ese antihaitianismo se intensificó entre 1941 y 1945’. Vega sostiene que los ideólogos que más influyeron en el antihaitianismo de ese periodo fueron Manuel Arturo Peña Batlle y Joaquín Balaguer. La influencia de Peña Batlle se circunscribió al periodo de 1941 al 1953, pues falleció en 1954. La de Balaguer sobrepasó por mucho a la tiranía”, añadió.

Stanley dijo que “ese antihaitianismo se instaló como un estigma que siempre llegó como una mordaza a los bateyes”, y que en la actualidad ha aumentado ese sentimiento en todo el país.

“Se expresa principalmente mediante el racismo y la xenofobia. Fue ese sentimiento el que transversalizó la visión de los integrantes del Tribunal Constitucional a la hora de emitir la mencionada Sentencia 168-13. Es ese sentimiento el que no le permite a una parte de la población dominicana reconocer la cantidad de descendientes haitianos que tienen pleno derecho a ser dominicanos”, aseguró.

Manifestó que el 2018 es el año del centenario de la fundación del Central Romana y que es sumamente contrastante saber que, desde su fundación, es posible hallar hasta la información de la cantidad de cabezas de ganados que año por año ha tenido el Central Romana, pero que no se dispone de información sobre la cantidad de los seres humanos que han contribuido en grandísima medida a la generación de las riquezas de esa empresa.

“Desconocer la cantidad de inmigrantes haitianos y de sus descendientes, lo sabemos, entre otras acciones, no permite que se puedan elaborar políticas que contribuyan a mejorías de ese sector. Entendemos, sin embargo, que esa es la muestra más abyecta de invisibilidad a los inmigrantes haitianos que habitan los bateyes de La Romana y a sus descendientes”, puntualizó.

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Infografía
Entre el público, Mu Kien Sang Ben, presidenta de la Academia Dominicana de la Historia, y sus colegas José del Castillo y Manuel García Arévalo. Foto: Karina Valentín.
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