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Vamos a una noche de concierto con la Orquesta Sinfónica Nacional

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Vamos a una noche de concierto con la Orquesta Sinfónica Nacional
El maestro Julio De Windt, destacado director sinfónico de República Dominicana. (ARCHIVO)

Entremos al teatro sin miedo, sentémonos a escuchar buena música, no solamente merengues o a Gilberto Santa Rosa, que me encanta. Este 30 de mayo, a las ocho y treinta de la noche, los músicos de la Orquesta Sinfónica Nacional y su director ofrecerán una bella y variada noche celebrando a la vez el 50 aniversario de La Hora de Dios. Para asistir al Teatro no tenemos que vestir grandes galas, a menos que así lo exija la invitación. Tomar en cuenta que el teatro no permite ni tenis ni jeans. Aprendamos a disfrutar del Teatro Nacional Eduardo Brito cuando brilla con buena música.

Siempre me gusta saber qué puedo esperar en cada concierto, tener una idea de lo que escucharé. Quisiera hacer de estos escritos una costumbre, antes de cada concierto, si se me permite. No es una clase, tampoco es una crítica, es contar pura y simplemente lo que vamos a escuchar.

Este concierto está dividido tres partes. Se inicia con una obertura, que es la pieza que abre muchos conciertos y óperas. Escucharemos la Obertura de Las Vísperas Sicilianas o si lo queremos decir en italiano I Vespri Sicilianni del compositor italiano Giuseppe Verdi, famoso por sus óperas, Rigoletto, Don Carlo, La Traviata y un montón más. Verdi transmite a través de su música y de sus óperas las más grandes pasiones, amores imposibles, sentimientos profundos, tragedia por el amor imposible. Casi siempre hay una heroína que muere o un amante despechado. Esta obertura es el inicio de la ópera, quizás una de las menos conocidas de Verdi, y cuenta la histórica lucha de la liberación de los sicilianos contra el dominio francés que termina en 1282. La revolución se inicia en las vísperas, en la tarde, y de ahí nace el nombre de la ópera. La obertura es grande, y se puede escuchar cómo viene la batalla. Corta el aliento, está llena de sentimientos patrióticos, energía y fuerza. Musicalmente muchos sitúan esta ópera entre lo mejor de Verdi, es una lástima que se presente solo ocasionalmente.

Luego de la obertura le llega el turno a la música dominicana, al concierto para saxofón y orquesta de Bienvenido Bustamante. Bustamante escribió varias obras para orquesta que se nutren de nuestro folklore. Este concierto fue estrenado el 9 de octubre de 1996 bajo la dirección del maestro Julio de Windt y como solista el saxofonista Sócrates de León. El 30 oiremos este concierto para saxofón, no como fue escrito por originalmente sino en una versión para clarinete. Un arreglo hecho por el joven clarinetista Juan Esteban Martínez, quien estudia en un prestigioso conservatorio en Estados Unidos. Podemos considerar el arreglo un homenaje a Bienvenido Bustamante, clarinetista de la orquesta por más de 30 años.

Cuenta el maestro De Windt que Bienvenido Bustamante le llevó la obra para que la estrenara con la orquesta y que juntos la estudiaron durante buen tiempo antes de estrenarla. De la mano de Bustamante, De Windt conoció cada rincón de la obra antes de estrenarla y me encanta imaginar lo que fue ese intercambio entre los dos músicos. Al hablar con De Windt de Bustamente se siente en el voz del director la admiración por el compositor. Indudablemente si pudiéramos hablar con el compositor también sentiríamos la misma admiración por el director. Ambos macorisanos y con un profundo amor por la música y su pueblo natal.

El maestro De Windt afirma que el Concierto para Saxofón y Orquesta de Bienvenido Bustamante es la mejor obra para solista y orquesta. Una joya, agrega, que permite a los merengueros hacer uso de su imaginación y permite al solista crear y poner su alma en las variaciones. Es una obra excepcional, cada uno de sus tres movimientos son sorprendentemente conmovedores, concluye emocionado.

Terminado el concierto de Bustamante, tendremos un intermedio de 20 minutos. No nos vayamos del teatro pues viene Tchaivosky, el compositor ruso, uno de los más grandes y arrebatadores románticos. Escucharemos la Sinfonía No. 4 del atormentado, pero genial compositor. Cuando Tchaikovsky compone esta sinfonía está viviendo uno de los momentos de más amargos de su vida. Se ha casado con una estudiante del conservatorio, matrimonio destinado al más rotundo de los fracasos debido a su homosexualidad y también conoce a su mecenas y amante platónica Nadezha von Meck, que tendría una influencia enorme en su vida.

Fue a ella, a Nadezhza, a quien Tchaikovsky reveló el programa preciso de su sinfonía más autobiográfica hasta la fecha. Desde el primer movimiento sentimos presente el destino, esa fuerza inexorable que impide que nuestras aspiraciones de felicidad lleguen a su objetivo, que los celos aseguran que nuestro bienestar y paz nunca estarán completos y sin nubes, que el destino fatal está siempre sobre nuestras cabezas como la espada de Damocles, que con persistencia firme envenena nuestras almas. Es invisible, nunca lo dominarás.

El destino vuelve en cada movimiento para castigar durante toda la obra, los bellos y suaves valses e interrumpe las melodías folclóricas del final, viene por momentos la paz de los recuerdos del pasado que rememoran las reflexiones melancólicas del movimiento lento y en lo que Tchaikovsky llama caprichosos arabescos hechos por cuerdas de pizzicato (cuando se tocan los violines con los dedos no con el arco) en un scherzo deslumbrantemente inventivo. El final te desgarra el corazón pero te deja la alegría de haber escuchado una gran sinfonía que difícilmente olvidaras.

Disfruten el concierto, entreguen su corazón a la música más bella y regresemos a nuestras casas con la melodía en nuestras cabezas. Esa noche seremos un poco más felices, ese es el gran poder de la música.

Cr.malagon@gmail.com

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