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La flora dominicana, víctima constante del desarrollo

La tala indiscriminada, el desbroce para proyectos turísticos y la comercialización tienen amenazadas de extinción a unas 500 especies.

Muy a pesar de las normativas que procuran proteger el medio ambiente y su diversidad, la flora dominicana se hace cada vez más frágil ante los planes de desarrollo social y/o económico de algunos sectores. Tal como señala el biólogo y subdirector del Jardín Botánico Nacional, Ricardo García, en el país hay cada día menos representación de la flora, debido a que cada vez se destruyen más ejemplares para dar paso a un interés particular. La vegetación del país está compuesta por unas 6 mil especies de las cuales 2 mil son endémicas.

Sin embargo, de esa cantidad el JBN tiene identificas unas 500 ejemplares que están en peligro de extinción a consecuencia, entre otras razones, de la tala indiscriminada, el desbroce para proyectos turísticos y la comercialización de algunas especies, conforme señala el especialista. Como un reflejo de la magnitud de las amenazas que enfrenta ese renglón del ecosistema, la Policía Ambiental, organismo destinado a perseguir los delitos ambientales, registró el año pasado 3,198 casos en los que debieron intervenir por infracciones a la Ley 64-00 sobre Medio Ambiente. De esa cantidad 1,776 correspondió a detenciones y sometimientos de personas, y 1,200 a retenciones de vehículos. En lo que va de año, los números ya se sitúan en 411 operativos, con 245 personas sometidas y 212 vehículos retenidos.

Aunque las cifras se refieren a los casos generales en que el organismo ha intervenido, el jefe de la Policía Ambiental, coronel Valerio Antonio García sostiene que "a diario estamos sometiendo personas que violan la Ley de Medio Ambiente en materia forestal".

El caso más reciente de agresión a la flora lo constituyó la destrucción de 26 de las únicas 27 plantas hembras de Pereskia Quisqueyana, una planta que además de estar en peligro de extinción, se encuentra únicamente en las costa de Bayahíbe. La población de la pereskia hembra, también conocida como Rosa de Bayahíbe, se encontraba en unos terrenos localizados a unos cinco kilómetros del cruce de la carretera La Romana Bayahíbe, los cuales fueron talados con fines aún desconocidos.

Otro caso lamentable para el ecosistema fue la tala de un árbol centenario que se encontraba en la avenida 27 de Febrero con Lincoln.

"Era una especie que comúnmente se le dice Caracolí, pero científicamente su nombre es Cajoba Arborea, y que y era una especie relativamente común en el área de Santo Domingo y sus alrededores, pero que hoy prácticamente no existe". El biólogo lamenta que en la mayoría de los árboles grandes que ocupan mucho espacio, las personas lo tumban y con ello eliminan un recurso de la flora que puede ser de gran importancia.

"Con el desbroce que se hace, sobre todo para las construcciones, muchas poblaciones enteras de plantas son arrasadas. De ahí la necesidad de que cuando se va a desarrollar un proyecto, se haga un buen inventario de flora y vegetación para identificar cuales especies amenazadas están en el lugar y entonces hacer un sistema de protección de esas especies", indica el subdirector del Botánico, Ricardo García.

Unas de las formas que en se puede proteger la especie, sin que interfiera con los planes urbanísticos, es sacar y llevar a otro lugar algunas de las especies u obtener semillas para multiplicarlas antes de proceder al corte. Pero además, dice, algunas plantas se pueden conservar en el lugar si se hace un diseño apropiado de las edificaciones que se vayan a levantar.

El inventario al que García hace referencia se encuentra establecido en la Ley 64-00, y aunque en algunos casos (la minoría) se realiza, muchas veces no se hace con el rigor necesario, según indica. "Es por ello que pedimos rigurosidad, sobre todo en la calidad científica del personal que hace esos inventarios, porque si no es un personal entrenado y especializado, puede llegar al lugar y no identificar las especies que están en peligro de extinción", aclara.

Especies en extinción

Quizás en una situación menos critica que la Rosa de Bayahíbe, otras plantas cuya especie se encuentra amenazadas son las maderables como la Caoba, el Guayacán, o el Cedro, utilizadas como materia prima en las construcciones.

Entre los cactus sobresale el Melón Espinoso o de Breña, el cual se utiliza para tratar problemas de salud, específicamente de tipo renal, y cuyas plantas se están extrayendo de sus poblaciones naturales para venderlos en botánicas, supermercados y plazas. La situación del Melón se agrava más, según García, porque es una planta de reproducción muy lenta y que se está extrayendo a una velocidad mayor a la que se propaga. "Esta especie se ve cada vez más reducida y se llevará a su extinción sino se hace algún trabajo para conservarla", advierte García.

Otras especies que componen la lista de las amenazadas de extinción son el Yarey, la palma Guanito de Baní, y el Cacheo, famoso por su utilización en la realización del mabí en Azua. En el grupo de las orquideas resalta el caso de la llamada Cacatica, una variedad que crece en los campos de Villa Elisa, en Montecristi, y de la cual quedan muy pocos individuos.

"Cada una de esas especies tienen sus características y ambientes distintos que van desde los bosques húmedos, secos, hasta zonas costeras, pero además tiene una función específica en la naturaleza", concluye García.


OTRA PLANTA

Gracias al trabajo que vienen desarrollando los hoteleros de La Romana para proteger y reproducir la Perskia Quisqueyana, en algunos de los hoteles se han creado viveros con la planta, y en uno de ellos existe un árbol hembra "muy saludable y de buen tamaño", de acuerdo con Adolfo López.

El arqueólogo dijo además que en la asociación se ha desarrollado un proyecto en la punta de Bayahíbe, que es donde se encuentran la población macho de la pereskia, y que la incluye dentro de la ruta de visitación que se hace a los turistas por el pueblo.

LA ROSA DE BAYAHÍBE

Según los estudios, existen 17 especies de Pereskia, de las cuales cinco se encuentran en el país, y de éstas a su vez, dos son endémicas.

Además del país la Pereskia se encuentra en Centroamérica y el norte de Suramérica, siendo típicas de las zonas tropicales húmedas o semi húmedas. Dada su vistosidad y rareza, esta planta de uso ornamental, es parte de las atracciones ecológicas del país, expuesta en varios lugares donde se realiza ecoturismo. En el caso de los ejemplares hembras de la Rosa de Bayahíbe, que fueron destruidas, éstas producían un fruto de uso comestible. La población hembra de la Rosa se Bayahíbe se encontraban separadas de los machos y estaban rotuladas con cintas que especificaban que eran un elemento especial de la flora dominicana, pero esto no impidió su destrucción de parte del propietario de los terrenos donde se encontraba.

Con la eliminación de los ejemplares hembras se pierde la producción de semilla y con ello la posibilidad de propagar la especie de manera sexual. Hasta el momento no se han realizado los estudios de la composición química de la Pereskia, por lo que se desconoce la utilidad que pudiera tener para la medicina.

Otra elemento que destaca la Asociación de Hoteles de La Romana-Bayahíbe, entidad que trabaja con el Jardín Botánico en la protección de la Pereskia, es la relación de esta planta con los yacimientos arqueológicos de los primeros pobladores del Caribe.

El arqueólogo y asesor ambiental de la asociación hotelera, Adolfo López indica que la pereskia que destruyeron, al igual que otra población macho que queda de esa planta en la Punta de Bahayíbe, se encuentran al lado de yacimientos arqueológicos, sobre los cuales se realizan estudios y cuyos descubrimientos hasta el momento se han fechado en 1600 antes de Cristo.

Además de la Rosa de Bayahíbe, también es endémica del país la Pereskia Marcanoi o Rosa de Bánica, localizada próximo a la Cueva de San Francisco, donde además existen, aun sin excavar, un antiguo yacimiento arqueológico.