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Entre “pícaros”, “tigres”, “lazarillos” y “palomos”

¿Qué tiene en común un “lazarillo” del siglo XV con un “tigre” del XXI? Más de lo que cabría pensarse. En el taller literario de la Academia de la Lengua que conduce María José Rincón se pueden entender las pistas...

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Entre “pícaros”, “tigres”, “lazarillos” y “palomos”
María José Rincón (MARVIN DEL CID)

¿Cuál es el dominicanismo para “pícaro”?

Una pregunta compleja que necesita una respuesta compleja, como lo son siempre las palabras. “Pícaro” tiene varias acepciones. Comparte algunos matices de astucia, ruindad y desvergüenza con lo que para nosotros es un “tigre”; y otros con lo que por aquí llamamos un “palomo”. El protagonista en las novelas picarescas reúne muchas de estas características: es un golfillo de baja condición, que demuestra astucia e ingenio para sobrevivir a sus malandanzas.

La novela picaresca es un género clave en la literatura en español. ¿Hay picaresca latinoamericana?

Es un género clave y de una tradición muy rica que nos ha legado personajes inolvidables como el de Lazarillo, La lozana andaluza, de Delicado, o el Buscón, de Quevedo. Entre los hispanoamericanos recuerdo el Lazarillo de ciegos caminantes, una especie de libro de viajes y costumbres escrito por Alonso Carrió de La Vandera en el XVIII en Perú. Y, por supuesto, El Periquillo Sarniento mexicano, de Fernández de Lizardi, cuyo último tomo fue censurado, como el propio Lazarillo.

El Lazarillo de Tormes es una novela dura. ¿Eso la hace actual?

Tiene la magia de ser una novela dura que nos hace reír. La realidad que vive Lázaro de Tormes, y que conocemos a través de sus aventuras, es miserable, violenta y cruel.

La realidad que nosotros vivimos también puede serlo. Desde mi lectura, su actualidad está en la amargura de reconocer que, para sobrevivir a esta realidad, hay que aprender a renunciar a la dignidad.

¿El tema es la pobreza o la corrupción?

En El Lazarillo campan la miseria y la corrupción. Desgraciadamente, no hay nada más actual. Para mí, su tema esencial es la crítica valiente de la hipocresía y la indignidad.

¿Se debería “traducir” al español actual?

A mí, personalmente no me gustan las obras adaptadas. Precisamente la grandeza de la lengua consiste en su riqueza de matices. No obstante, las versiones adaptadas, si son de calidad, son una opción interesante para los lectores que, por edad o por formación, no se consideren preparados para acercarse a la obra en su versión original.

Los que se atrevan a disfrutarla como fue escrita pueden compartir la experiencia con nosotros en el Taller de Lectura de los Clásicos.

¿En esa época había “best seller”? ¿Cómo se debe decir “best seller” en español?

En español tenemos la palabra “superventas”; por cierto, incluida por primera vez en la última edición del DRAE.

La novela se publicó a mediados del siglo XVI y en su época gozó de un éxito extraordinario. Se conocen cuatro ediciones, hasta que fue incluida en la lista de libros prohibidos de la Inquisición. Su texto íntegro solo volvió a aparecer cuando este tribunal fue abolido. Esto da una idea de la crudeza de su crítica social.

Los idiomas evolucionan... ¿ahora más rápidamente que antes?

La esencia de la lengua es el cambio. Pero, a pesar de lo que puede parecer, el cambio ahora es mucho más lento que en siglos anteriores. Por ejemplo, la enseñanza escolar, felizmente universalizada, actúa como motor de cohesión de la lengua. El cambio en nuestros tiempos se centra en el vocabulario. Las palabras nuevas se crean y se difunden con facilidad pero, con la misma facilidad con la que se extienden, también mueren.

¿Se puede leer el Lazarillo en un “ebook”?

Por supuesto, se puede leer en un libro electrónico. La diversión es la misma. Lo importante es leer; el formato en que lo hagamos es lo de menos.

Google tiene 467,000 entradas para El Lazarillo de Tormes... ¿Le sorprende?

En absoluto. Su éxito popular es indiscutible desde su aparición. Fue la primera en su género y supo recoger muchos personajes y dichos populares. Es divertida, feroz, cínica y ácida. Y sigue viva, muy viva, casi cinco siglos después.

El nombre de su protagonista, Lázaro, ha dado origen al sustantivo “lazarillo”, para nombrar a la persona o animal que guía a alguien necesitado de ayuda. Cuando los nombres propios se convierten en comunes es para quedarse mucho tiempo con nosotros.

¿Qué haría el Lazarillo si viviera ahora, qué sería?

Si repasamos las definiciones académicas (‘persona de baja condición, astuta, ingeniosa y de mal vivir’, ‘ruin, doloso, falto de honra y de vergüenza’), seguro que el traje le sirve a más de uno. Más de un Lazarillo encontraríamos ejerciendo de pedigüeño, siervo o pregonero en camarillas políticas, económicas o religiosas. El personaje se ha convertido en clásico precisamente porque mantiene su vigencia.

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