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Error de buena fe

Con la llegada al poder del presidente Danilo Medina, hace ya casi un año, surgieron grandes expectativas en torno al desarrollo y el relanzamiento de las microempresas en la República Dominicana.

Un elemento clave de este resurgir está vinculado a nuevas fuentes de crédito a las que podrían acceder estos pequeños proyectos económicos.

Mucho se podría decir de las iniciativas públicas, por vía de la mal llamada "Banca Solidaria", y hasta de los simbólicos esfuerzos crediticios que el mismísimo Presidente asume durante sus visitas sorpresa de cada domingo.

Más allá de esas bien intencionadas iniciativas, no me cabe duda que el principal reto es movilizar la capacidad que tiene el sector financiero de canalizar parte de los RD$875 mil millones en depósitos que administra a favor de las microempresas criollas.

En agosto de 2012, el total de préstamos colocados por toda la banca ascendió, en total, a RD$535 mil millones.

Pregunta: ¿Cuántos de esos préstamos correspondían a lo que la Superintendencia de Bancos dice que son "microcréditos"? Respuesta: sólo 1.48%.

Todavía no tenemos las cifras de un año después, pero las más recientes, a mayo de 2013, apuntan a que el crédito total aumentó RD$68.5 mil millones desde agosto del año pasado.

Viene la otra pregunta: ¿Y ahora? ¿Qué por ciento de la cartera de préstamos corresponde a microcréditos? ¡El mismo 1.48% de 8 meses atrás!

En la segunda gráfica se aprecia cómo, mientras las tarjetas de crédito aumentaron RD$17 mil millones o los préstamos al sector público RD$21 mil millones, los microcréditos a penas aumentaron RD$1,000 millones.

Aunque en el país existen 60 intermediarios financieros regulados, un puñado (5) de entidades concentran el 85% de todos los microcréditos.

Como vemos en la tercera gráfica, el mismo puñado, destacándose el Banreservas, han marcado un crecimiento importante pero, todavía la gran mayoría de las entidades financieras reguladas no participan en este segmento.

¿UN REGLAMENTO PARA "IMPULSAR"?

Dadas ciertas tendencias internacionales, la Estrategia Nacional de Desarrollo y la buena voluntad de las autoridades bancarias, se publicó en junio pasado un proyecto de reglamento de microcrédito, que ahora vuelve a presentarse para discusión "para otorgarle al sector de las microfinanzas la atención requerida".

Todo muy bonito. Todos a favor. ¿Quién no apoya que le prestemos más a las MIPYMES que al sector público o al consumo innecesario por vía de las tarjetas?

Ahora bien, releyendo la nueva versión del reglamento de microcrédito, no puedo lograr entender el para qué las autoridades persisten en presentar esta norma que, en mi opinión, más que agregar lo que hace es restar, complicar y hacer más costoso el negocio de las microfinanzas en la República Dominicana.

Las razones para mi negativa son viejas. De hecho, las presenté aquí mismo. Un año después, como si su escribidor escribiera para el aire y el olvido, mantengo las mismas dudas que antes.

Primero, ¿para qué una norma especial? Sobre todo, tomando en cuenta que se aplicaría sólo a las entidades reguladas que enfrentarán ahora aún más exigentes y costosas condiciones que las de, para dar un ejemplo, su muy dinámica (y totalmente descontrolada y desregulada) competencia estatal vía PromiPYME y "Banca" Solidaria.

¿Qué tanta novedad es la que existe en el negocio de microcrédito al que pretendemos regular aún más, tomando en cuenta que ya existe el Reglamento de Evaluación de Activos?

Las mal llamadas operaciones de "factoring" suman RD$17.7 mil millones o el doble de los microcréditos. Los préstamos de consumo son 10 veces los microcréditos. Los hipotecarios 11 veces la cantidad de microcrédito.

¿Escribimos una regulación especial para esas operaciones de "factoring"? No. ¿Para los préstamo de consumo? No. ¿Para los hipotecarios? Tampoco. Pero para las PYMES... ¿Sí? ¿Para qué?

Con un solo ejemplo se entenderá mi inquietud. A los 91 días de mora, el proyecto pretende que la banca reserve el 100% de los préstamos de microcrédito. En cambio, a los financiamientos de consumo por vía de tarjetas de créditos se les da un plazo de 181 días. Es decir, ¡el doble! ¿Son los préstamos del dinero plástico menos peligrosos que los del microempresario? No, no lo son. ¿O es que buscamos motivar el consumo, más no las MIPYMES y la producción?

Errar es de humanos. Este "Proyecto de Reglamento de Microcrédito" es un error, aunque de buena fe. Por esto, más que rectificarse, debe descartarse.

El problema del sobreendeudamiento es la principal preocupación en casi todos los países de América Latina."

Encuesta "Banana Skins" sobre microfinanzas, 2012

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