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Cine

“Lucy” o la mujer convertida en diosa

SANTO DOMINGO. Cuando se habla de cine comercial del bueno, que también lo hay, es inevitable referirse al guionista, director y productor francés Luc Besson.

Desde “La femme Nikita” (1993), hace ya más de veinte años, ha logrado lo que pocos, cruzar el Atlántico, e influir en el sistema de producción mundial. Lo interesante es que buena parte de los personajes de sus historias son individuos comunes, incluso despreciados, que por un azar se convierten en seres extraordinarios.

En la base de su escritura está el principio de lo popular en el arte cinematográfico: cualquiera puede ser el héroe, lo importante es provocar la identificación en el espectador. Con este nuevo filme, Besson insiste en un modelo, la mujer convertida literalmente en diosa.

Una mujer cualquiera

Lucy es una joven occidental que vive en una ciudad de Oriente; accidentalmente se ve involucrada en un intercambio de drogas y dinero. Capturada por un grupo mafioso, es obligada a actuar como traficante de un compuesto químico de alta pureza; para ello, le insertan la droga en el estómago mediante una operación. Pero el envase se rompe, el compuesto penetra en su sangre, y llega a su cerebro alterando por completo su percepción del mundo. Paralelamente, en forma de falso documental, se va narrando la teoría del profesor Norman, quien expone que el ser humano utiliza sólo el 10% de su capacidad cerebral, y que de llegar sólo al 20% se convertiría en un ser con súper poderes. Lucy entonces, dotada de extraordinarias habilidades, va en busca del científico, pero los mafiosos van detrás de ella.

Pseudo ciencia

Uno de los aspectos más explotados por el cine fantástico es el elemento pseudo científico. La gran mayoría de los relatos de ciencia ficción se basan en un punto argumental que se sostiene por una posibilidad razonable. Aquí, a partir de una realidad - usamos sólo un bajo porcentaje de nuestras conexiones neuronales - se plantea todo un universo narrativo.

La genialidad está en que la escritura va construyendo, a través de Lucy, el paso paulatino desde la inconsciencia a la conciencia total. Detrás de un aparente relato de gánsteres, Besson elabora una tesis acerca de la mujer y la ciencia, que cuestiona de paso todos los sistemas de creencias.

El estilo

Inconfundible es también el estilo de Besson, mezcla de los géneros policial y fantástico, que le ha dado réditos para hacer lo que le plazca. En su puesta en escena siempre hay desde el blanco minimalista a lo oscuro de corte expresionista. Por supuesto, efectos especiales y animaciones digitales son parte integral de su narrativa. Pero es el ritmo lo que atrapa al espectador, los eventos ocurren de manera vertiginosa y las escenas son potentes, cargadas de acciones densas donde nada es banal.

La femme Scarlett

Lo hemos dicho en estas páginas, de las actrices dispuestas a explorar la interpretación a fondo, pocas tienen la disposición de Scarlett Johansson. La bella rubia judía de New York ha roto todos los moldes posibles trabajando con directores conocidos y desconocidos, poniendo siempre por delante los desafíos que impone el guión a la protagonista. Porque de eso se trata a fin de cuentas, más allá del lucrativo negocio de la actuación en el cine, está esa actitud de apertura que tienen los grandes de la actuación.

En contra de Besson y su cohorte de directores manieristas siempre habrá sesudas críticas por el cine de evasión que producen; no obstante, sin esa cuota de sentido popular, el cine no habría pasado de ser un espectáculo de feria como tantos que cayeron en el olvido.

Recomendable para quienes gustan del cine con mucha acción y, por supuesto, para quienes disfrutan de la fantasía que todavía es capaz de provocar el cine.