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Cine

Heroísmo, drama y humor elegante en La teoría del todo

Eddie Redmayne ganó el Oscar por su caracterización del físico Stephen Hawking

SANTO DOMINGO. Desde temprano el cine se ha interesado por personas extraordinarias de la vida real. En especial, por aquellas que superaron condiciones extremas y que, contra todo pronóstico, se transformaron en referencias. Es el caso de Raymond Babbitt, llevado a la pantalla por Dustin Hoffmann en “Rain man” (Barry Levinson, 1988) y también el de Christy Brown, cuya historia interpretada por Daniel Day Lewis dio vida a “Mi pie izquierdo” (Jim Sheridan, 1989). En ambos casos, los actores recibieron el premio Oscar al Mejor Actor por su desempeño. Se suma ahora el actor Eddie Redmayne, flamante ganador del mismo premio por su caracterización del científico Stephen Hawking.

El relato

El guión de la película tiene una base poco usual: un libro de carácter biográfico, escrito por Jane Hawking, ex esposa del famoso físico inglés.

Lo interesante es que narra una historia desde la intimidad, donde se mezclan romance, familia, ciencia, religión y heroísmo.

Los héroes aquí son tres, los Hawking y Jonathan, quien con el tiempo se convertiría en el marido de Jane. Es una historia de entrega, tanto a la ciencia como al prójimo. Es un relato cargado de humanidad, que contiene, además, otro elemento vital, humor, pero de ese fino y elegante que sacude las neuronas más recónditas, capaces de provocar al mismo tiempo sonrisas y lágrimas.

Las actuaciones

El cambio físico es uno de los mayores desafíos de un actor en el cine. Películas en las cuales el personaje envejece implican no sólo trabajo para el departamento de maquillaje, exigen el manejo, grado a grado, de las funciones motrices. Interpretar a una persona parapléjica evidentemente no es sencillo, más si se trata de una personalidad del mundo de la ciencia contemporánea. Eddie Redmayne elabora todo un repertorio de expresiones corporales que narran el deterioro físico de Hawking, producto de una enfermedad degenerativa. La línea que separaba el personaje heroico del patético era extremadamente fina, pero la dirección de James Marsh fue acertada.

La adaptación

Del libro al guión se mantiene una constante, se nos cuenta la versión de la esposa, quien mantiene a distancia las pequeñeces de la convivencia, y se concentra en el apostolado doméstico que implica la dedicación a la ciencia a tiempo completo. Todo lo contrario de “Einstein and Eddington” (Philip Martin, 2008), película con un tema parecido, donde ni el propio creador de la Teoría de la Relatividad queda bien parado.

El factor tiempo

El director James Marsh, de escasa y poco conocida filmografía, consigue un eficaz dominio de la temporalidad y claro, aquí estamos ante una historia donde el tiempo es fundamental. No sólo es el tema de la tesis de doctorado del personaje, es la materia con la cual se nos cuenta la historia. En tal sentido, el guión tiene su propio “big bang”, y retrocede en el tiempo al llegar hacia el fin de la historia. Así, forma y contenido funcionan como un todo bien articulado.

Recomendable para quienes sólo la ciencia les motiva a salir del laboratorio a una sala de cine. También para quienes admiran las buenas actuaciones y las buenas películas en general.