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Cine

Talento local e internacional en “Quiero ser fiel”

El nuevo film Dominicano cuenta con un guión multipremiado de Leonardo De León

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Talento local e internacional en “Quiero ser fiel”
Una serenata en una de las escenas de Quiero ser fiel, la nueva película en las salas de cines.
SD. Uno de los géneros más recurridos en el cine es la comedia romántica, por ello no es fácil encontrar un argumento original. En el mundo de la narra­tiva, lo que abre la puerta a cualquier escritor es el punto de vista novedoso, aquello que hace único a un relato. Es lo que ha ocu­rrido con el guión de esta película, el cual antes de filmarse obtuvo premios internacionales que hicie­ron posible su realización. Ya en su título, el filme expresa la intención de ha­cerse cargo de un tema de carácter universal: la infi­delidad masculina.

El escritor seducido


Alberto es un empresario que en su vida cotidiana vende repuestos para ca­rros, pero en realidad sue­ña con ser escritor. Un im­portante editor le encarga escribir acerca del por qué los hombres son infieles, un trabajo difícil que podría darle fama y dinero. Pero el tema es complejo e imposi­ble de escribir desde la teo­ría, de modo que Alberto es seducido, más que por una mujer en particular, por su propia curiosidad. Con ello pone en riesgo su matrimo­nio y su felicidad.


Los personajes


Alberto es interpretado por el actor mexicano Va­lentino Lanús, quien vie­ne de la televisión, y este es su primer largometraje. Su desempeño es adecua­do en general, sin embar­go, genera más compasión que empatía heroica. Los actores de soporte tratan de aportar chispa, pero no alcanzan a generar la complicidad necesaria para hacer del todo jocosa la puesta en escena. Algo similar ocurre con la ac­triz Sandra Echeverría, también mexicana, a car­go de Sara, la esposa de Al­berto. La pareja se queda en lo justo para dar conti­nuidad al relato, faltó pa­sión para dar densidad y emoción a la historia.

Altos y bajos

El guión está bien estruc­turado y mantiene su norte claro, está filmado correctamente y su narra­ción es fluida. Se trata de un relato liviano y diver­tido que hace sonreír al espectador. Sin embargo, planteado como una come­dia, es irregular en su re­sultado humorístico, tiene momentos altos y otros ba­jos. Si algo de fondo puede criticarse es que la puesta en escena luce demasiado homogénea en su dimen­sión social, le falta pueblo, le falta esquina.

La comedia, por esen­cia, es el relato de la clase popular; lo que provoca risa es el contraste entre personajes de condición social baja puestos en otro contexto. Por ello al humo­rista Boruga le basta una escena para "robarse la película", haciendo de ésta la conexión a tierra con aquel tipo de humor local que vende taquillas.

No obstante lo anterior, sin duda esta producción es un paso de avance para el cine dominicano y su in­ternacionalización.

El guionista y produc­tor Leonardo de León ha incorporado tres elemen­tos clave para el futuro de esta industria: origi­nalidad, vocación global y capacidad de gestión. Lo primero es requisi­to de cualquier formato narrativo que se precie; lo segundo es una nece­sidad de mercado, si de verdad se quiere trans­cender, hay que pensar más allá de los límites de la isla; lo tercero es fundamental para ver el cine como el negocio que es y hacer de éste una in­dustria sustentable.

Esta película bien repre­senta el anhelo de contar con una cinematografía que dialogue con el mun­do y es acertada su inten­ción de ir en procura de públicos cercanos con los cuales, además del idio­ma, se comparte una cier­ta visión del mundo. Espe­ramos sea la primera de muchas que abran merca­do al talento dominicano. Recomendable para com­probar que la mejor inver­sión en el cine es un guión bien trabajado y para ver una producción local con capacidad de vuelo inter­nacional.