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Entrevista
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Ciudadana del mundo

Su mayor peculiaridad: su estruendosa carcajada. María del Carmen -Carmenchu- es así: una mujer enérgica, que habla de frente y que ha vivido por y para el periodismo.

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 Ciudadana del mundo

De esas jugarretas de la vida: la tuve de frente varios años después de haberla tenido como jefa para “algo” que no le gusta para nada: que la entrevisten. Quienes la tuvimos cerca sabemos que su mayor peculiaridad no es su pasión por los viajes... es su estruendosa carcajada, que lanza como si fuera una niña a la que no le importa lo que piensan los demás. Esa es Carmenchu, una mujer intensa, enérgica, que habla de frente y llamada cada cosa por su nombre. De una cultura exquisita, envidiable, pero con un equiparable sentido de humildad. Aunque ha viajado muchísimo siempre ha tenido los pies bien puestos en la tierra. Es una lectora voraz, pero no tiene ni un autor ni un libro favoritos. Es de épocas. Hace 10 años gustaba de los libros egipcios. Ahora, las denominadas novelas negras, que son de suspenso: “no de terror, esas me dan grima, las detesto”, sentencia.

P.Se supone que los libros tienen un porqué y quienes los escriben también.

R.En mi caso tiene una razón en específico. Después de pasados todos estos años, me di cuenta que en mi época de periodismo, cuando estaba recién divorciada, dejaba a mis hijos solos mucho rato, mañana, tarde y noche. No pensaba en las necesidades que pudieran tener. Este libro lo hice para que sepan a qué me dedicaba en esos momentos en los que no me veían. Las noches que me “desgaritaba”, algunas a trabajar, y otras, como dice mi hija Carmen, “porque yo era andariega”. O sea, que las dos cosas se juntaban, ¿verdad? [risas].

P.Pero ellos de alguna manera tenían conciencia...

R.Conciencia relativa. Porque eran adolescentes, jóvenes... y podían saber que “su mamá estaba trabajando”. Ellos no me criticaban... pero, que lo supieran, no sé. Tal vez pensaban que me desgaritaba demasiado... y tenían razón.

P. Llamó mucho mi atención que quiso que este libro fuera, como me comentó, un arroz con mango. ¿Fue a propósito?

R.Sí. Eso fue surgiendo. Porque yo no iba a escribir un libro. Dicen que es una autobiografía, pero no lo es. Son retazos.

P. Como pasa en periodismo, que la historia se va escribiendo sola...

R.Exactamente. Por eso digo que este libro fue escrito como periodista. Yo en ningún momento lo estoy enfocando de otra manera.

P. Para una persona que se ha pasado la vida escribiendo, este libro fue algo más que un ejercicio del periodismo...

R.Es que el periodismo ha formado parte de mi vida tanto tiempo... y yo quería escribir parte de mi vida, la parte que se puede decir [sonríe].

P.Por qué hay cosas omitidas...

R.¡Claro! [ríe con estruendo]. ¿Y tú vas a escribir todo lo tuyo; tus sentimientos íntimos y muchas cosas privadas? Eso no se escribe. Ahí está lo que yo quería decir. Hasta lo que dijo Zaglul, que lo leyó Alicia Estévez, durante la puesta en circulación del libro.

P.Sí, lo recuerdo, ¿me lo puede refrescar?

R.Cuando yo me divorcié, nosotros nos reuníamos en casa de Tony Prats Ventós: Toñito Zaglul, Orlando Gil, a veces Magda Florencio... varios. Cuando fui a entrevistarle por un tema de unos médicos que se iban del país: “la fuga de cerebros”, pensó: “Carmenchu como que se está preparando para separarse de su marido”. Eso lo pensó como psiquiatra, pero yo no era paciente de él. Aún estaba casada, pero él lo vio venir. Es increíble. En una de esas tertulias que hacíamos los sábados, cuando yo le dije que me había divorciado, me dijo: “periodista y divorciada: puta y prostituta. Haz lo que te de la gana”. Yo me quedé azorada, te lo digo sinceramente. Y después le hice caso. No en lo de puta ni prostituta [risas], pero en hacer lo que me diera la gana. No estar pensando tanto en el qué dirán, tú sabes, presionada por el medio.

P.¿De quién fue la idea del diseño del libro?

R.De Laura Olivo. Ella es la diseñadora de Aldaba, me llevo con ella de maravilla. Es una joya. Se tomó este libro como cosa suya. Lo vivió. Lo vivimos juntas, ¿sabes? Lo sufrimos juntas. Es el primer libro que hace.

P.¿Por qué siempre ese interés de dar crédito e identificar a las personas en la fotografía?

R.Porque mi subconsciente siempre me ha dicho que nombres son noticias. La gente, si está mirando, quiere saber quién está en la foto. Y si le puedo poner una frase, ya es un aporte periodístico, informativo, de la época. Del sentir de ese momento.

P.La tecnología ha cambiado el periodismo. ¿Ha sido bueno el cambio?

R.Hay que saber usar la tecnología. Piensa que te puede fallar e igual te puede fallar lo que estás escribiendo. Mira lo que me pasó con Henry Kissinger. Lo que se metió en la grabadora fue el ulular del viento y el romper de las olas, porque estábamos fuera, cerca del litoral. Era una pregunta importante y yo no la tenía anotada. Mira, teníamos la tecnología y la libreta, pero al final nos salvó la memoria prodigiosa de don Rafael Herrera.

P.Hay una anécdota en su libro en la que relata que fue a una boutique y le ofrecieron un vestido a cambio de una nota. Y usted ponía: “cuánto ha cambiado el periodismo”.

R.Sí, yo había puesto hasta el nombre de la persona y después lo quité.

P.Pero ahora eso se da como algo normal.

R.Sí. En 1981 para mí fue un choque... –recuerda– “¿qué tu quieres, cuál vestido quieres?”. Yo me quedo: “¿Pero cómo, fulana?”. Eramos amigas. Y ella me dice: “sí, por lo que tú vas a escribir”. Yo le respondo: “pero ven acá, qué es lo que me estás queriendo decir”. Ella: “Pero es que ahora las periodistas escriben a cambio de algo”. Yo me quedé asombrada. Nos regalaban en Navidad, para mi cumpleaños y yo me ponía feliz y contenta. Pero no que sea a cambio de algo, no como una exigencia o una obligación. Es una situación que se da porque el propio periodista lo ha acostumbrado o viceversa.

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Infografía

La foto de portada del libro es una la imagen tomada en 1957, en el Aeropuerto de Barajas, Madrid.

P. Por qué decidió no vender los libros y los concedió a los Canillitas con Don Bosco.

R.Fíjate. Yo me quedé con algunos para regalar. Sé que el libro podía tener una venta. Se vendieron como 100 en la puesta de circulación. Yo no me voy a poner a vender el libro para recuperar ese dinero porque muchísima gente me ayudo. Puedo venderlos pero para qué. ¿Para mí? No. Tenía que darlo a una obra, y cuál mejor que a una que conozco desde el principio, que he estado muy ligada. Ellos la necesitan para ampliar la ludoteca y potencializarla para el área educativa. Entonces se venderá desde los canillitas. Los llaman y ellos se lo llevan a domicilio.

P.¿Cuántos ha impreso?

R.Nada más tiré 500, era muy costoso. No sabía que en el camino me iba a encontrar con tanta ayuda.

P.¿Una persona que ha vivido tanto le puede quedar algo por hacer?

R.A todo el mundo le puede faltar algo por hacer pero si me falta, no es algo que yo hubiera querido hacer. Todo lo que yo he querido hacer, lo he hecho. Pero si empezara a buscar algo, lo encuentro. Pero no soy de las que anda buscando el imposible. Busco lo que es factible. Si no se puede, pues me olvidé.

P.Entre eso estar seguir viajando...

R.Bueno, voy a tener que reducir las fronteras, bastante (risas). Con los gastos de la operación del corazón y después el cáncer, fueron 30 radioterapias.

Una de sus manías y la encontré en el libro para confirmar...

P¿Cuál?

P.La de su puntualidad.

R. ¡Ay! (risas) Es una manía, es exagerada.

P.¿Sigue siéndolo?

P.Sí, porque estoy siempre lista a la hora.

Otra cosa en la que siempre ha insistido es en que no le llamen maestra.

R.Es que no lo soy. Conmigo aprende el que quiere.

P.Eso es como decir que no es coqueta... sí leí en su libro que no se consideraba coqueta...

R. No. Antes sí lo era, pero ahora no.

P.Pero entonces, cuando su primera aparición de TV decía que no lo era y siempre se le ha visto bien puesta.

R.Una trata de ponerse bien puesta. Pero, ser bien puesta y ser coqueta no es lo mismo. Coqueta es un poquito más pizpireta, ¿tú sabes? Yo trato de estar a la altura de las circunstancias. Nunca ni de más ni de menos. Siempre decía que como periodista en una actividad social uno no debe sobresalir, pero tampoco que te miren de lado porque andas mal. Tienes que estar a la altura de la circunstancias, aunque lleves siempre la misma ropa. Yo tenía un traje que era mi buque insignia (risas). Me lo decía Susana Morillo. Y a mí que me importaba, ¡yo estaba bien puesta!

P.Nos cuenta de lo que llama “su tercera oportunidad de vivir”.

R.Esas son de las cosas que sabes que no es casualidad. Yo tengo el libro (Jesús está vivo) como hace 20 años. El Padre Emiliano me lo había regalado, con otros dos. Los había entremirado para escribir una entrevista. Sucede que se me había terminado la novela que estaba leyendo y me tocaba radioterapia. Tu sabes que a veces hay que hacer yuca y hay que llevar un libro porque con eso me entretengo. Voy a buscar uno y me encuentro de repente con éste, que estaba mal tirado. Bueno, agarre mi libro, sin demasiado conciencia de lo que quería leer sino porque tenía que llevar algo. Después de que pasan varios días, me engranujé. Porque estoy leyendo una oración pronunciada por él, creo que en 1984, en una misa de sanación, “rezando por los enfermos que estuvieran leyendo este libro”. Y en una parte decía que no importaba el tiempo, ni la fecha, ni nada. Entonces yo me digo: “esto es para mí; esto Dios me lo puso en las manos”. Y me dije ahí mismo: “Yo me voy a curar”. Sabía que los canillitas oraban por mí, el padre Linares y el padre Luis Soto. Me sentía respaldada por ellos. Pero cuando leí eso me dije: “Yo me curo con la radioterapia o por la oración, pero me voy a curar”. No me podían dar quimio por la operación del corazón y la edad. Cuando salí de ahí, me hicieron los análisis al cabo del tiempo exigido, porque la radioterapia continúa trabajando hasta semanas después. Cuando me hicieron todas las pruebas, me dieron negativo.

Foto principal: Bayoan Freites

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