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Rusia estableció un “dopaje de Estado”, una trama sin igual en la historia

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Rusia estableció un “dopaje de Estado”, una trama sin igual en la historia
El profesor Richard McLaren, miembro de la Agencia Mundial Antiodopaje (AMA), posa delante del hotel St. Pancras Renaissance tras dar una rueda de prensa en Londres (Reino Unido) el 9 de diciembre de 2016.

MADRID. El primer informe McLaren, publicado en julio de este año y que tendrá su continuación en el documento que se dará a conocer este viernes en Londres, reveló una trama de dopaje en Rusia, organizada y protegida por el Estado, digna de una película de espías de la Guerra Fría.

Las 95 páginas del informe inicial encargado por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) se resumen en una conclusión evidente para el abogado canadiense McLaren: el Ministerio de Deportes ruso “dirigió, controló o supervisó la manipulación de muestras”, con la colaboración de los servicios de seguridad.

Este supuesto dopaje de Estado fue la excusa que utilizó la AMA para pedir la exclusión del equipo ruso al completo de los Juegos Olímpicos de Río.

La IAAF sí dejó fuera de toda competición a los atletas de esa nacionalidad. El COI, por el contrario, permitió la participación en Río de todos los deportistas que no hubieran dado positivo, tras someter a algunos de ellos a una investigación adicional.

La primera parte del Informe McLaren desveló que el laboratorio antidopaje de Moscú, ahora suspendido, “operaba a favor de los deportistas dopados, con un sistema dictado por el Estado”, y que el laboratorio de Sochi, montado para los Juegos de Invierno de 2014, ideó un método “único” de sustitución de muestras “para permitir que los deportistas rusos dopados compitieran”.

Grigori Rodchenkov, que dirigía el laboratorio de Moscú y que luego confesó las irregularidades en ese centro, fue el principal informante, con datos, según McLaren, dignos de credibilidad.

En el laboratorio de Moscú, “deportistas rusos de una amplia variedad de disciplinas olímpicas de invierno y de verano se beneficiaron de una metodología de desaparición de positivos”, al menos entre finales de 2011 y 2015.

El Ministerio de Deportes determinaba qué deportistas debían ser protegidos.

Cuando una muestra daba positivo, los dirigentes identificaban a su propietario y le catalogaban como “salvado” o “en cuarentena”. Si era de los primeros, el positivo se escondía y se registraba como negativo en el control antidopaje. Si era de los segundos, se seguía con el procedimiento.

La mayoría de los candidatos rusos a medalla fueron “salvados”; los extranjeros, con la excepción de un futbolista de la liga rusa, fueron puestos “en cuarentena”.

Según el informa McLaren, por este sistema se ocultaron los siguientes positivos por deporte: atletismo 139, halterofilia 117, deportes no olímpicos 37, paralímpicos 35, lucha 28, piragüismo 27, ciclismo 26, patinaje 24, natación 18, hockey hielo 14, esquí 13, fútbol 11, remo 11, biatlón 10, bobsleigh 8, judo 8, voleibol 8, boxeo 7, balonmano 7, taekwondo 6, esgrima 4, triatlón 4, pentatlón moderno 3, tiro 3, voley playa 2, curling 2, baloncesto 1, vela 1, snowboard 1, tenis de mesa 1 y waterpolo 1.

En el laboratorio de Sochi, todas las pruebas analizadas por los observadores independientes mostraron signos de haber sido manipuladas, porque los tapones de los tubos se habían cambiado.

Esto era indetectable a simple vista, pero demostrable con un microscopio. En tres casos, el ADN del atleta no coincidía con el que había en la muestra.

El Gobierno ruso acaba de pedir, precisamente, al Ministerio Suizo de Justicia información sobre los envases utilizados en los controles, que son fabricados por una pequeña empresa de ese país, el Grupo Berlinger.

“Los dirigentes rusos sabían que los deportistas rusos que compitieron en Sochi se dopaban”, señaló el informe McLaren.

En los periodos en que estaban ‘limpios’, los deportistas entregaron una muestra de orina a Irina Radionova, subdirectora de un centro de entrenamiento dependiente del Ministerio, que las analizó y congeló. Comprobada su idoneidad, se trasladaron de Moscú a Sochi por si fuese necesario recurrir a ellas. Cuando los deportistas en riesgo fueron sometidos a control, las muestras ‘sucias’ se sacaron por un agujero en la pared y fueron sustituidas por las congeladas.

Se añadió sal de mesa o agua diluida para ajustar el peso específico de la muestra.

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