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Romney nada contra la corriente de la Iglesia Mormona en el tema migratorio

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Romney nada contra la corriente de la Iglesia Mormona en el tema migratorio
Mitt Romney está contra la reforma migratoria

WASHINGTON.- La postura del aspirante presidencial republicano Mitt Romney contra la reforma migratoria contrasta con la de la iglesia mormona, que busca sumar adeptos entre los latinos dentro y fuera de EE.UU. y ha estado a la vanguardia en la promoción de una reforma en este país.

Qué hacer frente a unos once millones de indocumentados en Estados Unidos es, desde hace años, uno de los retos más apremiantes del país y, en pleno ciclo electoral, vuelve a surgir como tema de campaña.

Para la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, que es una de las tres principales confesiones en EE.UU., detrás de los protestantes y católicos, el asunto moral fundamental es "cómo tratarnos los unos a los otros como hijos de Dios".

Pero en cada foro donde surge el tema migratorio, el exgobernador de Massachusetts tacha de "amnistía" cualquier reforma que regularice a los indocumentados. Romney se opone a que los estudiantes indocumentados reciban trato preferencial en el pago de matrículas universitarias, y se opone al Dream Act para que puedan obtener la residencia permanente por la vía militar o mediante una carrera universitaria.

Sólo en las últimas semanas ha dejado entrever que podría apoyar su regularización sólo si se inscriben en las Fuerzas Armadas. Romney, además, se asocia con líderes conservadores que impulsan leyes para estrechar el cerco a los extranjeros clandestinos.


El mes pasado, dijo sentirse "muy orgulloso" de lograr el espaldarazo del secretario de Estado de Kansas y expresidente del Partido Republicano en ese estado, Kris Kobach, promotor de leyes contra los indocumentados.

La semana pasada, Romney recabó el apoyo del senador estatal de Colorado, Steve King, uno de los que exigen más medidas policiales contra los indocumentados. Romney busca congraciarse con el ala más conservadora del Partido Republicano para alzarse con la candidatura presidencial, pero se arriesga a perder el apoyo de los latinos, que jugarán un papel decisivo en la contienda.

Sus posturas contrastan diametralmente con las de la Iglesia Mormona, que considera que el problema de la inmigración ilegal debe ser resuelto por el Gobierno federal, y llama a sus miembros a ser compasivos con todo inmigrante.


"Al respaldar una reforma migratoria necesaria en EE.UU., la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días apoya una respuesta civil y equilibrada a un problema apremiante, de forma consecuente con su tradición de compasión, reverencia a la familia y el compromiso con la ley", señala la Iglesia en su página web.



Las redadas y la consecuente separación de las familias inmigrantes "debilitan a las familias y daña a la sociedad", agrega. En 2011, la Iglesia jugó un papel clave en la aprobación de un programa de "trabajadores huéspedes" en Utah, donde también respaldó el llamado "Compacto de Utah", que pide un trato "humanitario" de los inmigrantes y condena la política de deportaciones que han adoptado varios estados.



El apoyo a ese "Compacto", aclara, no es más que un reflejo de su creencia de que el amor al prójimo es obligación de todos los cristianos.



En la cartografía electoral de EE.UU., Utah es indiscutiblemente republicano, pero también es un estado donde el 80 % de sus legisladores son mormones, y donde la Iglesia impulsa políticas proinmigrante.



América Latina registra el mayor crecimiento en número de mormones en el mundo: tan sólo en México tiene 12 templos y más de un millón de miembros. En EE.UU., los latinos conforman el segmento de mayor crecimiento


dentro de esa confesión. En la última década, el número de congregaciones de habla hispana aumentó de 377 a 760. Es entendible que a los mormones les preocupe la postura de Romney, tomando en cuenta que como gobernador de Massachusetts apoyó alguna versión de la reforma y, como líder de la Iglesia, atendió a inmigrantes de Asia y América Latina en las décadas de 1980 y 1990.


Los representantes de la Iglesia harían bien en abrir un diálogo con Romney para explicarle que su postura podría restarle votos en en noviembre, y complicar el acercamiento de la iglesia a los latinos.