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Luces y sombras del 2014

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Luces y sombras del 2014

 “El Banco Peravia, una entidad que representa el 0.18% del sistema financiero, constituye la excepción, por lo que, haciendo uso de los mecanismos legales, no existe perturbación o peligro de que provoque contingencias insalvables y mucho menos amenazas de producir riesgo sistémico.”  

Comunicado de la Administración Monetaria y FinancieraSuperintendencia de Bancos (4 de diciembre de 2014)  

Antes de que se despida, pasemos revista al 2014, para ver qué tal fue para la banca y las finanzas en República Dominicana y, sobre todo, a sus clientes. Pienso que, aún con sus tropiezos y verdaderas “metidas de pata”, fue un año de buenas nuevas, de logros y avances importantes.

Los errores graves, curiosamente, fueron coincidentes: TelexFree y Banco Peravia. Ambos llegaron de las manos de extranjeros aviesos y malintencionados que, aprovechándose de la ignorancia, la avaricia y la dejadez colectiva hicieron de las suyas, más allá de lo que las autoridades les debieron permitir.

TelexFree, una estafa que arropó, según uno de sus propios promotores radiales, a más de 150,000 dominicanos, desdijo del marco legal en el que opera ese tipo de actividad, una mezcla de pirámide financiera disfrazada de solución tecnológica y publicitaria.

El Banco Peravia, que en un momento se llegó a promover como el brazo financiero de TelexFree en la República Dominicana (supuestamente pagarían a los promotores de la estafa si abrían cuentas en esa entidad), también manchó, aunque muy mínimamente (un 0.18%), el extraordinario récord de estabilidad y fortaleza de la banca, logrado en la última década.

Afortunadamente, lo de Peravia por lo visto afectará adversamente a menos de 500 inversionistas (de casi 3,000,000 de dominicanos con cuentas bancarias), que no estarán cubiertos por el sistema de garantía al depósito bancario y, aún esos, los más grandes y más beneficiados de intereses absurdos y fuera de mercado, es posible que eventualmente recuperen parte de sus inversiones.

Lamentables ambos casos, especialmente TelexFree, para cuyos responsables locales no hubo consecuencias, y que dejó a tantas decenas de miles de personas humildes sin sus ahorros, mientras que los charlatanes de Peravia huyeron del país de forma descarada, y burlándose de nuestra autoridad.

¿La moraleja? No debe repetirse esa falta de respeto a nuestra autoridad y debemos, nuevamente, reafirmar nuestro compromiso de distanciar al poder político de las instancias de decisión y fiscalización financiera y económica.

Afortunadamente, ni un caso ni el otro son “sistémicos”, ni pusieron en riesgo la estabilidad financiera o macroeconómica. Pero de que debemos tomar medidas contundentes ahora para corregir los fallos, ¡debemos!

Tuvimos otros tropiezos, menores. En la creación del nuevo coloso, BHD León, los típicos problemas de integración surgieron, e impactaron la calidad del servicio para una fracción de su casi un millón clientes, durante un tiempo limitado ya superado, y que estoy seguro se olvidará cuando la nueva entidad arranque de lleno sus motores comerciales y de servicio, próximamente.

El gran coloso público, Banreservas, en su vertiginoso crecimiento de estos primeros nueve meses del 2014 (básicamente duplicaron en un año los negocios privados acumulados en los 72 anteriores), también vio su plataforma de servicios afectada, específicamente la tecnológica. Pruebas del crecimiento que serán superadas en lo inmediato.

Las luces y bondades de 2014

Desde que inició el año hasta semanas recientes, todo la banca dominicana se ha abocado a lograr una mejor relación con sus clientes, actuales y potenciales, particularmente aquellos anteriormente no bancarizados.

Las iniciativas no son pocas, y están todas motorizadas por el nuevo Reglamento de Subagentes Bancarios e importantes inversiones en tecnología que han logrado acercar los servicios financieros a las personas más humildes, como no se había logrado desde que surgieron las asociaciones de ahorros y préstamos hace ya cinco décadas.

Las tarjetas de crédito, producto estrella para dar acceso al crédito bancario a aquellos cuya única alternativa es el usurero de la esquina, evidenciaron una marcada reducción en sus tasas de interés, que ahora promedian 59% (e incluso algunas hasta 30%) cuando, hace poco, llegaron a superar el 104%.

Vemos también este nuevo enfoque de la relación cliente-banco en las nuevas ofertas de educación y orientación financiera con la que casi todas las entidades de intermediación financiera del país se han comprometido.

Las mismas autoridades monetarias y financieras han marcado la pauta, con la primera Semana de Educación Económica y Financiera y la primera Encuesta General de Cultura Económica y Financiera encabezada por el Banco Central y, desde la Superintendencia de Bancos, la ejecución de una ambiciosa campaña de orientación dirigida a más de 1,500,000 de tarjetahabientes.

En los últimos 24 meses hemos visto avances para fortalecer la cultura bancaria y financiera en la República Dominicana como nunca lo habíamos visto en sus noventa años de historia.

Las perspectivas de mejorar y masificar estas iniciativas de educación financiera son excelentes en el corto plazo.

El Presidente de la República ha sido el principal propulsor detrás de esta nueva etapa de inclusión crediticia y bancaria, focalizándose él, sobre todo, en el ámbito rural, y motivando y canalizando, desde Industria y Comercio y la Banca Solidaria, nuevos recursos y herramientas para las micro, pequeñas y medianas empresas del país.

2014 fue también un año de estabilidad. ¡Tanto así que el Banco Central ni siquiera modificó sus tasas de referencias una sola vez en más de 15 meses!

Los intereses apenas fluctuaron durante el año: Los de consumo con un rango de 18% y 20%, y los hipotecarios promediaron entre 10% y 12%. Ambos rangos históricamente muy bajos. Mientras tanto, la tasa de cambio siguió la Regla HVA, y no se devaluó, ni se devaluará, más de 4% durante 2014.

Concluyo pensando que es fácil perder de vista lo mucho que hemos avanzado en la última década, desde que nos sacudió la gran crisis bancaria de 2003. Vale la pena ponderar y reconocer lo logrado, en su justa dimensión.

Todavía falta mucho, claro. Por eso prometo escribir la semana próxima una carta con nuestros deseos bancarios colectivos para el 2015. (Si desea, mándeme los suyos al correo de abajo.)

El momento también es propicio para afirmar que, aún en medio de las turbulencias internacionales y nuestras fragilidades y debilidades criollas y muy humanas, hemos de estar también satisfechos y conscientes de las fortalezas de nuestro sector financiero.

Este fue un año de avances, de consolidación y de pruebas superadas. Auguro un 2015 aún mejor. Apúntenlo.