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Zona fronteriza
Zona fronteriza

El ecosistema que el hombre destruye

La deforestación y la escasez de lluvia degradan el medioambiente en la región fronteriza

ZONA FRONTERIZA. En diferentes puntos de las lomas y montañas de la frontera domínico-haitiana es común ver columnas de humo. Delatan el conuquismo y el comercio transfronterizo de carbón no controlado. La sequía y la deforestación presionan los ríos, como el Masacre, cuya profundidad le llega hasta las rodillas a las mujeres que se juntan a lavar en el paso fronterizo de Dajabón.

El desbroce de tierra forestal en la frontera es el resultado de acuerdos entre propietarios dominicanos y trabajadores haitianos, para la producción de carbón o el cultivo de tierra por arrendamiento. El terreno, ya desgastado, es abandonado temporalmente, hasta que vuelva a tener utilidad.

El informe "Haití-República Dominicana, desafíos ambientales en la zona Fronteriza", publicado en 2013 por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), indica que la agricultura de tala y quema resultó en un record de 72 incendios forestales en 2011 y 32 durante los primeros cuatro meses de 2012, si se toma en cuenta solamente la provincia Elías Piña.

Las zonas más afectadas por los incendios son la Cadena Montañosa Central, en la Sierra de Bahoruco, y las áreas protegidas adyacentes, durante la estación seca.

Foto tomada en marzo de la Sierra de Bahoruco.

A principios de mayo del presente año, las zonas Pinares de Zapotén y Loma El Toro, ambas en la Sierra de Bahoruco, fueron perjudicadas por incendios forestales, alcanzando especies de pino y otras plantas endémicas.

Para ese mismo tiempo, Loma de Cabrera, Partido, Restauración y el municipio Santiago de la Cruz, de Dajabón, perdieron cobertura boscosa también por incendios. El Ministerio de Medio Ambiente estimó las tareas afectadas en hasta 6 mil. Informó la detención de varias personas señaladas como responsables de éstos y otros incendios.

Juan Manuel Cordero, presidente de la Sociedad Ecológica de Dajabón, atribuyó la quema a gente que busca hacer negocios con la cuaba extraída de los bosques, y para fines de quemar carbón o vender madera.

Carbón: el dolor de cabeza

La mañana del viernes 15 de mayo, seis hornos para hacer carbón a base de troncos de nin estaban en proceso de elaboración en Anse-à-Pitres, próximo a la desembocadura del río Pedernales. En el lugar no había gente. Personal del Cuerpo Especializado en Seguridad Fronteriza Terrestre (Cesfront) explicó que la madera la cortan del lado dominicano, en Pedernales, y la cruzan paulatinamente en la noche a territorio haitiano, donde los militares no tienen jurisdicción. La siguiente panorámica 360 muestra la zona.

Aproximadamente, el 75 % de la población de Haití utiliza carbón para cocinar, principalmente en la capital, Puerto Príncipe. Una parte de este material es producido ilegalmente del lado dominicano de la frontera, y el informe del PNUMA estima que la cantidad generada en el país para el consumo vecino es de unas 50 mil toneladas por año, constituyendo un comercio valuado en US$300 por tonelada.

Los alrededores de los lagos Azuei y Enriquillo, como Boca de Cachón, Las Lajas, Tierra Nueva, Puerto Escondido y Bahoruco, son puntos geográficos donde se producen hornos para esta actividad. Dese el Azuei se transporta el producto en barcas hacia Haití.

El uso de leña contribuye a la deforestación. Un estudio finalizado en el 2013 por el Cuerpo Especializado en Seguridad Fronteriza Terrestre (Cesfront), arrojó que el 98 % de 2,420 familias haitianas está asentada de manera ilegal en el borde limítrofe de 15 kilómetros que corresponden a República Dominicana, en las cinco provincias que hacen frontera con Haití. El 89 % de los hogares cocina con leña o carbón.

Recursos hídricos reducidos

En la zona fronteriza, los pozos y llaves comunes, camiones que venden agua al granel y los ríos secos delatan la escasez del líquido. El PNUMA destaca que Elías Piña está experimentando una disminución de precipitaciones y una carencia de agua fluvial, que contribuyen en parte a la emigración de dominicanos.

Los ríos son afectados por los residuos sólidos que lanzan las poblaciones de las márgenes, que además los aprovechan para lavar y hacer necesidades fisiológicas.

Los recursos hídricos con que cuenta la región se componen de los ríos Dajabón (Masacre), Artibonito-Macasías, Pedernales, la desembocadura del Yaque del Norte, y las cuencas Maguaca-Chacuey y de Las Barías. También están los parques nacionales Submarino de Montecristi, Lago Enriquillo, Jaragua y Sierra de Bahoruco, El Morro y la Reserva de Vida Silvestre Cayo de los Siete Hermanos.


Haitianos cruzan el río Pedernales, seco, en el tramo que corresponde al paso fronterizo.


Mujeres haitianas lavando en el río Masacre, en Dajabón.

Mujeres haitianas acostumbran a lavar en el Masacre. Los días de mercado fronterizo en Dajabón, se ven en grupos sentadas en la arena. Exponen al sol las ropas y  sábanas en las partes que se han secado del río.

La escasez de agua se atribuye a la degradación de la tierra, que conlleva a una menor retención del líquido, y la disminución de las precipitaciones.

El PNUMA alerta de que los contaminantes que fluyen desde la zona fronteriza hacia el océano dañan la capacidad reproductiva de crustáceos y peces, reduciendo la provisión de mariscos de la isla.

Programas de reforestación

El PNUMA destaca que para 2013, el área boscosa de República Dominicana se estimaba en aproximadamente 40 % de la superficie territorial, en comparación con el 12 % de los años 80. Aunque la cobertura ha ido creciendo desde ese entonces como resultado de planes de reforestación, en la región fronteriza ha sido más lento.

Uno de los proyectos para reparar los daños es Frontera Verde, iniciado en 2010 con 40 brigadas binacionales de reforestación a lo largo de toda la línea fronteriza. Cabezas de familias de ambos lados de la isla trabajaron para rescatar sus territorios durante jornadas de trabajo pagadas a US$8 diarios.

La Carretera Internacional, que delimita la frontera, entre Restauración y Pedro Santana, es una vía mayormente deforestada. Pero en Restauración hay un "oasis" verde con siembra de pinos que contrasta con el ambiente desértico que impera en el lado que le queda al frente correspondiente a Haití.

Tramo deforestado de la Carretera Internacional.

En las comunidades alrededor de la subcuenca del río Libón, que es parte de la cuenca del río Artibonito, desde 2011 se implementa el Proyecto Libón Verde. Su finalidad es restaurar la cobertura boscosa de la zona de incidencia de este afluente a nivel binacional.

Los beneficiarios son las poblaciones de Restauración y las comunidades haitianas Carice, Mont Organisé y Lamielle.

El proyecto lo ejecutan los ministerios de Medio Ambiente de Haití y República Dominicana, con el apoyo de la Agencia de Cooperación Técnica Alemana. Contempla, además, la generación de empleos verdes.

 

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