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Sheryl Sandberg se suma a la saturación de no-disculpas

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Sheryl Sandberg se suma a la saturación de no-disculpas
Foto AP
Me sospecho que la gran mayoría de las disculpas de oficina, ofrecidas por ambos sexos, no son sinceras

La semana pasada Sheryl Sandberg nos dio una perfecta lección sobre cómo no pedir disculpas. La ejecutiva de Facebook declaró que el experimento que había manipulado las emociones de los usuarios del sitio web había sido "mal comunicado. Y por esa comunicación pedimos disculpas. Nunca fue nuestra intención perturbarlos a ustedes."

Esto no es aceptable por cuatro razones. Ella no asumió responsabilidad personal. No pidió perdón por el hecho en sí. Su "nunca fue nuestra intención perturbarlos a ustedes" fue insultante, y aún peor que eso, era mentira. El experimento estaba diseñado específicamente para perturbar a algunos usuarios, mostrándoles comentarios negativos. De eso se trataba.

Unas semanas antes de esta débil disculpa, la Sra. Sandberg estaba en Cannes diciéndoles a las mujeres que dejaran de pedir perdón con tanta frecuencia. Mostró el nuevo anuncio feminista de Pantene, en el cual una variedad de mujeres gratuitamente piden perdón. "¿Perdón, puedo hacer una pregunta?" dicen.

La Sra. Sandberg parece haber tomado demasiado a pecho el anuncio. El mensaje no es que las mujeres deberían dejar de pedir perdón por cosas de gran escala, sino que deberían dejar de disculparse por cosas inexistentes. Pedir perdón innecesariamente es pesado para quienes lo piden y quienes lo reciben, y las mujeres son más culpables de esto que los hombres. Sin embargo, según una investigación realizada por psicólogos canadienses, la razón por la cual las mujeres siempre piden perdón es porque sienten que siempre están equivocadas. Ambos sexos se disculpan igualmente por delitos menores, la diferencia es que las mujeres sienten que han cometido más de ellos.

Ahora mismo, cuando estaba en mi escritorio contemplado esta investigación, sonó mi teléfono. Era una llamada en frío pidiéndome que tomara parte en una encuesta insensata. "Lo siento, no puedo ayudarle con eso. Lo siento," dije.

Al cerrar de golpe el teléfono, me maravilló que había dicho las terribles palabras dos veces, aunque al contrario de las conclusiones de la investigación, no me sentía equivocada en lo más mínimo. Lo que yo quería decir era: ¿Cómo se atreve usted a llamarme cuando estoy tratando de trabajar?

Sospecho que la gran mayoría de las disculpas en la oficina, dadas por ambos sexos, son insinceras. Son un irritante tic verbal que nos convendría eliminar. Para probarlo, he buscado los 13,000 mensajes guardados en mi nube de correos electrónicos y descubrí que las palabras "lo siento" ocurrían en 1,225 de ellos. Es cierto que la mayoría fueron enviados por mujeres, pero eso se debe a que están en la bandeja de salida, y por lo tanto fueron escritos por mí.

Resulta que yo me disculpo interminablemente por la misma cosa. "Siento la tardanza de mi respuesta." "Disculpas por mi silencio." "Siento haber sido tan lenta en contestarte." Mientras yo estoy diciendo lo mucho que siento mi tardanza, los mensajes en mi bandeja de entrada piden perdón por haber sido enviados. "Disculpe el correo electrónico general." "Disculpe que la contacte inesperadamente." Tales sentimientos insinceros hacen que los mensajes sean aún menos bienvenidos; y cuando no los contesto aparecen otros: "Siento estar persiguiéndola" o "De verdad que siento mucho molestarle."

La gente no sólo se disculpa por enviar correos electrónicos, también les gusta disculparse por su falta de brevedad. "Me disculpo por divagar", escriben, o "Perdóneme si este mensaje suena terso, es que estoy escribiendo en un teclado pequeñísimo." Cuando leo este tipo de disculpas me dan ganas de responder: pues, no divague. O: aprenda a usar su iPhone.

Hasta los correos electrónicos automatizados frecuentemente llevan una disculpa: "Siento que estoy fuera de la oficina." Hasta llegué a recibir un mensaje del administrador de correos que decía, "Siento informarle que su mensaje no puede ser entregado", y a pesar de estar escrito en primera persona singular, el mensaje estaba firmado, "El sistema de correos."

De todas las disculpas relacionadas con los correos electrónicos, el único correo electrónico que merecía una disculpa provenía de un individuo quien había enviado un mensaje privado a todo el mundo por error. Dada la vergüenza que causó, la disculpa era un poco tersa: "Perdón por haber copiado a todos."

Sólo unos cuantos de los mensajes restantes realmente se trataban de verdaderas disculpas. La mayoría habían sido enviados por mujeres, y hubiera sido mejor si no se hubieran enviado. "Lo siento - se me fundió la memoria." "Siento no haber contribuido más a la reunión - ¡estoy pasando un mal día!"

Otros correos electrónicos menos sinceros - aunque no menos indeseables - contenían varias no-disculpas que he recibido de hombres. "Me da pena tener que decir esto pero . . . "comienzan los mensajes, generalmente dirigiéndose a algo insultante. Uno consistía en cientos de palabras de rabia desaforada - al cual yo respondí con mi propio mensaje de disculpa que sospecho le hubiera agradado a la Sra. Sandberg.

"Estimado Sr. X", escribí. "Siento que no haya disfrutado mi columna." La brevedad, la atenuación, el uso del subjuntivo, y la insinceridad eran tan gloriosamente pasivo-agresivos que me sentí orgullosa de mi misma. No había nada femenino en mi disculpa. Espero que el lector lo haya entendido bien: yo no lo sentía. En lo más mínimo.



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