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La expansión de lazos entre China y Brasil progresa lentamente

Aunque la sinergia entre los dos países es evidente, concretarla no ha sido fácil

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La expansión de lazos entre China y Brasil progresa lentamente
Li Keqiang y Dilma Rousseff. Foto: AP
Cuando el premier chino Li Keqiang recorrió Brasil esta semana, él y su contraparte brasileña, la presidenta Dilma Rousseff, trataron de generar una buena impresión develando tratos por 53 mil millones de dólares. Gran parte de este paquete, sin embargo, consistió de anuncios viejos recalentados para lucir más apetitosos, especialmente para un público brasileño preocupado por el deficiente crecimiento económico.

Por ejemplo, consideremos la noticia emocionante de que China iba a levantar el embargo a la carne de res de Brasil. Introducido en 2012 por miedo a la enfermedad de las vacas locas, China y Brasil primero señalaron el levantamiento del embargo a las exportaciones brasileñas de carne de res el pasado julio. Luego lo volvieron a anunciar en diciembre. Ahora prometen que se levantará completamente el mes entrante.

La relación comercial entre Brasil y China debería ser un encuentro hecho en el cielo con el potencial de convertirse en una de las más importantes asociaciones comerciales bilaterales del siglo XXI.

De por sí una potencia agrícola, Brasil es uno de los pocos países con el potencial de cubrir la demanda creciente de alimentos de China y el resto de Asia en las siguientes décadas.

La economía más grande de América Latina, mientras tanto, necesita urgentemente ampliar su infraestructura, ya sea en carreteras, ferrocarriles, puertos y aeropuertos o su red eléctrica. Aquí China se encuentra singularmente posicionada para ayudar, como otra nación del tamaño de un continente con experiencia en infraestructura y un exceso de capacidad industrial en busca de mercado.

China también tiene una proporción alta de ahorros pero necesita desarrollar su mercado doméstico mientras que Brasil ahorra poco pero tiene una floreciente economía de servicio y consumo.

De hecho, los incentivos están creciendo para que China y Brasil puedan avanzar en inversiones y las compañías chinas han tenido algunos logros. State Grid, la compañía china de transmisión de electricidad, tiene una fuerte presencia en Brasil, mientras que compañías chinas de petróleo han invertido en los bloques abundantes de petróleo mar adentro del país latinoamericano.

Sin embargo, los resultados son irregulares. La exportación bilateral ha crecido desde tan poco como $2 mil millones de dólares en el 2000 hasta $78 mil millones el año pasado, de acuerdo con cifras de la secretaría de comercio de Brasil, recolectadas por el Grupo Eurasia. Pero la inversión directa china en Brasil ha variado inmensamente, de $395 millones en 2010 a $110 millones en 2013, antes de brincar a $840 millones en 2014.

Ambos países necesitan ser más flexibles. China tendrá que relajar las condiciones que según los analistas siempre impone en sus proyectos, tales como el uso de equipo chino o incluso mano de obra china. Brasil necesitará reducir su aparato burocrático y aceptar los negocios chinos, aunque todavía los ve con sospecha.

Un buen inicio para Brasil podría ser el relajamiento de una prohibición que impide que los extranjeros compren tierras agrícolas en extensiones mayores a 5,000 hectáreas, la cual mucha gente pensó que iba dirigida a los chinos; o el relajamiento del aumento de impuestos en automóviles de alto contenido de importación que también parece estar dirigido a los chinos.

Hasta que no se tomen estos pasos - por más que se recalienten las viejas noticias - no se podrá refrescar una relación cuyo gran potencial se está dejando echar a perder.

(c) 2015 The Financial Times Ltd. All rights reserved