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"Acoger el fracaso" es un consejo erróneo y sobreutilizado

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Acoger el fracaso es un consejo erróneo y sobreutilizado
Elon Musk. Foto: JD Lasica/ Creative Commons
Es poco probable que Elon Musk se deje seducir por la idea imperfecta de que los reveses deben celebrarse 

Segundos después de la explosión del cohete Falcon 9 de SpaceX el 28 de junio, las personas que habían estado observando la transmisión del lanzamiento en vivo se lanzaron a los medios de comunicación social con un mensaje familiar.

Una astrofísica envió un mensaje a través de Twitter expresando que se alegraba de que Elon Musk, fundador de SpaceX, entendiera que "el fracaso es sólo un paso en el camino hacia lo estupendo".

"Falla a menudo, falla rápido", escribió un tecnólogo alentadoramente.

Sin embargo, "acoger el fracaso" es un mal consejo en la mayoría de las situaciones fuera del laboratorio. Existen pocos ‘aliados' que sean más repulsivos y menos receptivos - y nadie entiende eso mejor que el Sr. Musk.

El fundador de SpaceX y Tesla ciertamente considera los contratiempos como una parte inevitable de la innovación. Sin embargo, una brillante y nueva biografía lo presenta vívidamente como un perfeccionista obsesivo e intolerante. El autor Ashlee Vance lo describe escupiendo café frío a través de una sala de conferencias en Tesla, la empresa de vehículos eléctricos que también dirige, y exigiendo a su equipo: "trabajen con más ahínco, hagan más y equivóquense menos".

Dudo que hubiera mucha celebración en la sala de control de la misión SpaceX mientras que los técnicos analizaban las implicaciones de la desintegración de la nave sin tripulación.

Tom Peters, el presentador de gestión motivacional, comenzó instando a los gerentes a "acoger el fracaso" en la década de 1990, como parte de su intento de revolucionar las formas convencionales de hacer negocios. Él estaba usando las ideas del escritor William Faulkner, quien una vez describió su exitosa novela 'El ruido y la furia' como un "espléndido fracaso".

Curiosamente, sin embargo, la ‘evangelización' del Sr. Peters coincidió con un impulso separado por parte de los administradores de erradicar las imperfecciones e ineficiencias que previamente se habían supuesto eran simplemente parte de conducir negocios. A la misma vez que la idea de acoger el fracaso entraba en el léxico de los empresarios "seriales" estadounidenses, los fabricantes buscaban eliminar los errores utilizando Seis Sigma (Six Sigma), Gestión de la Calidad Total (TQM, por sus siglas en inglés) y otros métodos de producción con cero defectos, inspirados por meticulosos rivales japoneses.

Los viajes espaciales comerciales representan el punto en el cual estas dos tendencias divergentes se unen nuevamente. Las organizaciones que desean lanzar al espacio costosos equipos, ni hablar de personas, tienden a favorecer a los puritanos perfeccionistas más que a quienes celebran el fracaso. Una fiabilidad absoluta es el argumento de venta fundamental para SpaceX y Virgin Galactic, la cual sufrió una falla fatal el año pasado.

Tener una actitud demasiado trivial ante el fracaso acarrea otras consecuencias graves. Lord Browne, el ejecutivo petrolero británico, cree que la tendencia de pasar por alto incluso reveses bastante serios representa una de las razones por las cuales la confianza del público en los negocios se encuentra en un punto tan bajo.

Él recientemente dijo ante la conferencia de liderazgo del Performance Theatre en Lisboa que las empresas quieren presentar todo lo que hacen como algo grandioso, de manera que incluso "el fracaso es sólo una forma ligeramente diferente de éxito". Incidentemente, unos días más tarde, su antiguo empleador, BP, llegó a un acuerdo de US$18.7 mil millones en disputas sobre el desastre de Deepwater Horizon en 2010, el cual ocurrió después de que él había dimitido como presidente ejecutivo. Los investigadores atribuyen la culpa de esa catástrofe a las "fallas de gestión globales" en la industria.

Incluso Silicon Valley, el epicentro de las petulantes celebraciones del fracaso, está empezando a cansarse de los contratiempos "seriales". Después de que el fundador de una compañía "startup" envió un mensaje por correo electrónico a Steve Bennet, un profesor en materia empresarial e inversor ángel, dejándole saber que la compañía iría a la quiebra al día siguiente, el Sr. Bennet escribió una entrada de blog titulada "¡Por favor no celebren el fracaso!" En ella, él reprendió a los ejecutivos incipientes por tratar el fracaso como "un poco más que un regulador de velocidad en el camino hacia el éxito".

"¡FRACASAR ES HORRIBLE!" agregó el Sr. Bennet (su énfasis). "¡ESTÁN EN EL JUEGO PARA GANAR! ¡LOS EMPLEADOS PERDIERON SUS TRABAJOS Y LOS INVERSIONISTAS PERDIERON DINERO!"

En 2010, el personal de SpaceX estaba a punto de celebrar un verdadero triunfo - el orbitar de la Tierra por su cápsula Dragon. Noventa minutos antes de la fiesta, el Sr. Musk los llamó y los reprendió durante una hora por las demoras en otro proyecto. En otras palabras, el Sr. Musk no sólo no celebra el fracaso, sino que a veces ni siquiera es capaz de celebrar el éxito.

Hay muchos aspectos equivocados en el enfoque administrativo de Musk. Pero aquí él parece obtenido el equilibrio correcto. "Acoger el fracaso" es un cliché que contiene numerosas verdades obvias: debemos aprender de nuestros errores; las empresas que sólo castigan los errores no avanzarán; la experimentación, dentro de ciertos parámetros, conduce a la innovación. Pero los pioneros también deben tener en cuenta que es tan peligroso ser consolado por el fracaso como enamorarse del éxito.


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