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¿Está el usuario financiero de hoy mejor que antes?

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¿Está el usuario financiero  de hoy mejor que antes?

Cuatro años pasan volando. Ahora que estamos en cierre de campaña electoral, es propicio evaluar qué tal está el usuario financiero de hoy. ¿Peor, igual o mejor que antes?

Los dominicanos somos pesimistas por naturaleza. Por lo menos en cuanto a lo económico se refiere. Pregúntele a cualquier cómo está la “cosa” y vera “mal” o “muy mal” es la respuesta más común.

Desde el 2005, la Gallup ha hecho la pregunta en unas 25 ocasiones. ¿El resultado? Increiblemente, solo una vez, en el segundo trimestre de 2006, la mayoría respondió que “Regular” o “Bien”.

La percepción es fundamental y lo cierto es que bien puede estar disociada de la realidad cuantificable del mercado, medida de una forma que aspira ser objetiva, transparente y replicable.

Es lo que tratamos de hacer en este ejercicio. Comparado con cómo estaban para esta época en el 2012 los dos millones de usuarios del sistema financiero dominicano, ¿Están mejor? ¿O peor?

El acceso bancario

En la dimensión de accesibilidad, es incuestionable los avances logrados. En este cuatrenio, el crecimiento de sucursales, cajeros y puntos de venta ha sido positivo, incluso mayor al periodo 2008-2012.

Aunque no lo podemos cuantificar de forma comparativa, ya que es un fenómeno nuevo, el ingreso de los subagentes bancarios también ha mejorado exponencialmente la variable de acceso.

Ahora bien, en 2016 solo restan 61 entidades de intermediación financieras, 3% menos que las 70 de 2012 y aún menos que las 87 que operaban en 2008.

Podría peligrar, como veremos, la competitividad del sector, pero este hecho también responde a su consolidación, sobre todo en cuanto a las asociaciones y las corporaciones de crédito más débiles.

Dinamismo bancario y crediticio

En términos reales, el crédito hipotecario creció en promedio, cada año de este cuatrenio, 10%. Impresionante, aunque no tanto como el 12% que se registró en el periodo anterior, cuando los préstamos bancarios mostraron un gran “boom”.

Extraordinario, eso si, es el cambio registrado en los préstamos de consumo (excluyendo las tarjetas de crédito). Según la Superintendencia de Bancos, estos crecieron entre 2012 y 2016, un 22% promedio anual... ¡Neto de inflación! Superaron, por mucho, el 2% de antes.

A pesar del “Camilazo” (cuando se “acordaron” a la baja el interés de las tarjetas), y los llantos y lamentaciones de los banqueros, la cantidad de “plásticos” creció a un ritmo (promedio anual de 16%) incluso mayor al periodo anterior (14%): Ya circulan más de 1,680,000 tarjetas personales.

El evento más relevante de los últimos cuatro años en la industria bancaria fue la fusión BHD y León, creando un nuevo coloso, elevando la concentración del “Top 3” a dominar el 67% de los activos bancarios, bastante superior al 61% de 2012.

Aunque no tenemos evidencia de que hasta el momento la competencia bancaria haya disminuido, la continua concentración es un factor que debe preocupar.

Costo y retorno del dinero

La baja inflación ha sido el otro elemento característico de estos cuatro años: Promedió 2.6% versus el 6.1% del 2008-2012. Este elemento incidió en que el costo del dinero para los usuarios, de créditos hipotecarios y de consumo, haya aumentado, aunque ligeramente, en términos reales.

Los usuarios del dinero plástico, como ya vimos, si se beneficiaron del Camilazo: De 82% que costaba financiarse con tarjetas antes, en el cuatrenio que cierra promedió solo 67% (59% en marzo de 2016).

A quien si benefició la baja inflación fue a los inversionista, cuyo retorno real en plazos fijos se duplicó, en promedio, a 4.3%. Los saldos en cuentas de ahorro todavía no generan un retorno real positivo (negativo 0.5%) pero la pérdida es mucho menor al negativo 3.2% del 2008-2012.

Entorno macro y su impacto micro

No obstante todo el ruido generado por la intervención de un banco con 0.18% de los activos (y una milésima fracción de los usuarios), la fortaleza es incuestionable.

Tanto la morosidad como la solvencia mejoraron, y el aumento de una letra en las calificaciones de riesgo de las principales entidades financieras lo confirma.

La devaluación promedio de 2012-2016 fue, para mi sorpresa, ligeramente superior al periodo anterior (4.2% versus 3.7%), pero siguió estando por debajo del retorno que instrumentos de inversión en RD$.

En resumen... ¿mejor. igual o peor?

De 17 variables comparadas, 12 o 70% mejoraron al comparar los promedios sectoriales de 2008-2012 con los mismos del periodo 2012-2016. Con excepción de la concentración bancaria, las variables que no registraron una mejora (devaluación, costo de préstamos) no lo hicieron por poco.

Repetiremos el ejercicio en 2020. Recuerden, el tiempo vuelo. Eso es ahorita. Pero les adelantaré algo: La “cosa” seguirá mala.

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