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Juegos Olímpicos Brasil 2016 ponen el foco en el alcalde de Río

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Juegos Olímpicos Brasil 2016 ponen el foco en el alcalde de Río
Ser anfitrión de los juegos nunca iba a ser fácil en una ciudad como Río. (SHUTTERSTOCK)

En un terreno de construcción enorme en Barra da Tijuca, un suburbio alejado de Río de Janeiro, una serie de estructuras ovaladas se están levantando entre el polvo.

Los tres estadios, conocidos como Carioca 1, 2 y 3, serán la sede de eventos que van desde el baloncesto hasta la lucha libre durante los Juegos Olímpicos de 2016 en nueve meses.

A diferencia de los frenéticos preparativos de último minuto del país para la Copa del Mundo de 2014, el ambiente en el Parque Olímpico —que también incluye un estadio acuático, pista de arena, velódromo y otras instalaciones— es casi relajado.

No sólo se han ejecutado a tiempo los proyectos, dice el alcalde de Río, Eduardo Paes, el hombre responsable de los juegos, sino también están dentro del presupuesto; a diferencia de la Copa Mundial cuando las costosas construcciones provocaron protestas masivas en 2013 contra el evento.

El secreto, dice, es la pesada financiación del sector privado para los Juegos Olímpicos y el uso de una serie de técnicas innovadoras incluyendo estadios temporales que pueden ser desmontados y convertidos en otras instalaciones públicas —como escuelas— después de los juegos.

“Veo a los Juegos Olímpicos como un evento político”, dijo el Sr. Paes, un enérgico hombre de 45 años de edad, que algunos analistas ven como un posible candidato a la presidencia de Brasil, si los juegos salen bien. “Para mí, el evento es demostrar que aquí también podemos hacer las cosas a tiempo y dejar un legado”.

Ya que Brasil se enfrenta a lo que se espera que sea su peor recesión desde la década de 1930, la presión política se ha intensificado aún más. Con el aumento del desempleo, los votantes son cada vez más intolerantes de cualquier gasto público percibido como frívolo.

Ser anfitrión de los juegos nunca iba a ser fácil en una ciudad como Río, cuya belleza natural contrasta con su cruda desigualdad social. Alrededor del 22 por ciento de sus más de 6 millones de habitantes viven en “favelas”, o barrios pobres, muchos de los cuales son territorios de bandas de narcotraficantes.

Críticos —como Orlando Alves dos Santos Júnior, profesor en el Instituto de Investigación y Planificación Urbana y Regional de la Universidad Federal de Río de Janeiro— dicen que los Juegos Olímpicos se han construido de una manera que promueve la “segregación urbana”.

“Se trata de exclusión, no inclusión”, sostiene.

El costo total asociado con los juegos es de R$38.2 mil millones (US$10 mil millones), de los cuales R$24.6 mil millones (US$6.5 mil millones) son para proyectos “heredados” —obras públicas independientes inspiradas en los juegos, como carriles rápidos de autobuses de tránsito, una línea de metro, y una renovación del distrito del puerto en ruinas.

Otros R$7 mil millones son para los costos del comité organizador de los juegos y R$6.6 mil millones son para las sedes olímpicas.

El alcalde dice que el sector privado está financiando dos tercios de los costos de las sedes. El gobierno, por su parte, ha proporcionado terrenos públicos para la villa olímpica, el Parque Olímpico y otras instalaciones. Éstos están siendo construidos por empresas del sector privado, que a cambio posteriormente los venderán en el mercado de bienes raíces.

El Sr. Paes sostiene que el gobierno de la ciudad está gastando menos que Londres y Tokio y que los espacios que se están construyendo tienen usos preplaneados para después de los juegos.

Uno de los estadios Carioca, por ejemplo, convertirá parte de los asientos en el interior en aulas para los jóvenes deportistas de élite. Otra sede, la Arena del Futuro, que será sede de balonmano, está hecho de piezas prefabricadas que se pueden convertir en cuatro escuelas utilizando una práctica llamada “arquitectura nómada”.

“¿Por qué no son impopulares los juegos?”, dijo el Sr. Paes, citando encuestas que muestran el apoyo público para el evento. “Porque no hay escándalos... todo se está haciendo de una manera modesta”.

Los críticos, como el profesor Santos, argumentan que los verdaderos costos para el gobierno —como el de la transmisión de bienes raíces de primera para los desarrolladores— no son transparentes.

Sostiene que hubo remociones en masa de los pobres de la Barra, considerada una zona rica, para dar paso a los juegos.

“Hay comunidades en Barra da Tijuca que ya no existen... fueron borrados del mapa”, dijo.

No obstante, según el Sr. Paes, a los residentes de la única comunidad que se le desplazó para los juegos, llamada Vila Autódromo en el sitio del Parque Olímpico, se les ofrecieron nuevos apartamentos 800 metros de distancia.

“Ésta es una cuestión de ideología por parte de los actores políticos en Brasil, que piensan que las alianzas público-privadas son malas”, dijo. “Hay personas que prefieren que gastemos el dinero público en apartamentos donde los atletas permanecerán durante 15 días”.

Otra preocupación comúnmente expresada es la seguridad. Los esfuerzos de Río para instalar puestos de policía comunitaria en las favelas han enfrentado retos a medida que los tiroteos con narcotraficantes se han intensificado.

Pero el Sr. Paes, dijo: “El problema no será durante el evento, cuando habrá policías, soldados, fuerzas armadas, etcétera. El problema es antes y después. El reto de Río es lograr que la seguridad sea permanente”.

©The Financial Times Ltd, 2015. Todos los derechos reservados.

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