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Lee un poco de historia antes de decidir que las acciones estadounidenses están en una burbuja económica

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Lee un poco de historia antes de decidir que las acciones estadounidenses están en una burbuja económica
Carl Icahn ‘tiburón de las finanzas’ ha pronosticado ominosamente que estamos a punto de enfrentarnos al “día del Juicio Final”

Las acciones estadounidenses se encuentran en una “burbuja especulativa”. Goldman Sachs así lo ha declarado, al igual que Robert Shiller, el economista ganador del Premio Nobel.

El candidato presidencial republicano Donald Trump opina que estamos experimentando una “enorme y jugosa burbuja”, mientras que el experimentado ‘tiburón de las finanzas’, Carl Icahn, ha pronosticado ominosamente que estamos a punto de enfrentarnos al “día del Juicio Final”. De hecho, hay tantos analistas financieros que han dicho que las acciones estadounidenses están severamente sobrevaloradas que, si se creyera en la opinión general, cualquier persona lo suficientemente valiente para retener sus acciones pronto será castigada por las brutales fuerzas de la gravedad financiera.

El índice de acciones estadounidenses S&P 500 alcanzó un nuevo récord máximo esta semana, lo cual provocó la renovada expresión de ‘opiniones expertas’ señalando que las acciones han entrado en una burbuja, a la vez que las históricamente bajas tasas de interés han llevado a que los inversores se desesperen por obtener un retorno de su dinero para pagar precios cada vez más altos.

Ocho años en un mercado de acciones alcista han ocasionado que hayan escasas recompensas para quienes se atreven a opinar que es probable que estas acciones no estén terriblemente sobrevaloradas. Las acciones cotizadas en EEUU, según lo que indica el índice S&P 500, ciertamente no son baratas en comparación con los múltiplos de precio-ganancias promedio durante diez años, pero tampoco están tan sobrevaloradas como lo indicarían las observaciones casuales sobre una “burbuja”.

En primer lugar, tan obvio como pudiera parecer, el nivel del S&P 500 en términos absolutos es irrelevante. Lo que es importante es el precio del índice ponderado en relación con el desempeño de los negocios subyacentes de sus participantes. El S&P se encuentra en una relación precio-ganancias de alrededor de 21 veces. Basándose en los últimos 50 años, esto no es tremendamente costoso.

En segundo lugar, quienes creen que tal múltiplo es terriblemente costoso debieran preguntarse cuál es el precio correcto que debiera pagarse por las acciones de empresas de calidad en este momento. El trabajo del profesor Jeremy Siegel de la Universidad de Pennsylvania acerca de una de las grandes burbujas bursátiles de la posguerra se vuelve particularmente instructivo en relación con este punto.

A comienzos de la década de 1970, los inversores estaban dispuestos a pagar un precio aparentemente absurdo por lo que entonces se consideraban acciones de crecimiento que se debían “comprar y nunca vender”. Un grupo de importantes empresas estadounidenses, incluyendo Xerox, IBM, Polaroid y Coca-Cola, se cotizaron a precios que alcanzaron formidables valoraciones.

Estas acciones, a las cuales ocasionalmente se les conoce como las “Nifty Fifty”, obtuvieron valoraciones que alcanzaron hasta un 80 ó 100 (o más) veces sus ganancias, con Coca-Cola alcanzando una relación precio-ganancias de 46 en 1972, y Johnson & Johnson llegando a una relación precio-ganancias de 57 durante el mismo año. Disney se elevó a una valoración de 71 veces, mientras que Dow Chemical aumentó a una valoración de 241.

Estas acciones claramente estaban en una burbuja, y posteriormente cayeron precipitosamente de vuelta a la tierra. En un análisis, la revista Forbes escribió en 1977: “La ‘falsa ilusión’ era que estas empresas eran tan buenas que no importaba lo que se pagara por ellas; su inexorable crecimiento te rescataría”.

Pero, ¿qué significa esto para los pobres diablos que compraron estas acciones a los megaprecios del año 1972? El estudio del profesor Siegel demostró que, si ellos se hubieran aferrado a las acciones unos 30 años, estos aparentemente enloquecidos inversores hubieran superado a la mayoría del mercado de valores estadounidense más amplio.

El inversor alcista que compró Coca-Cola a un precio de 46 veces las ganancias en 1972 hubiera obtenido un rendimiento anual del 17.2 por ciento hasta 1996, cuando se publicó el estudio del profesor Siegel, y le hubiera ido muy bien desde entonces. El tonto que compró las acciones de Disney a una relación precio-ganancias de 71 veces ese año hubiera obtenido un rendimiento anual del 11.7 por ciento.

También hay, por supuesto, empresas dentro de las “Nifty Fifty” que nunca triunfaron, como Polaroid, la cual se estaba vendiendo a una relación precio-ganancias de 94.8 en 1972 y posteriormente se declaró en quiebra en 2008. En relación con esto, el profesor Siegel demuestra que si un inversor hubiera comprado y mantenido todas las acciones de las “Nifty Fifty” en 1972 a esa enorme valoración, con todos sus éxitos y sus fracasos, todavía hubiera obtenido un rendimiento anual del 12.7 por ciento, en comparación con el 12.9 por ciento del S&P 500 durante el período.

La moraleja de esta ‘historia’ no es que se deban comprar todas las acciones a cualquier precio. Más bien, es que una compra a largo plazo de acciones de una sólida empresa, a un precio razonable, debiera servir de recompensa a los inversores. Puede que sea impopular decirlo, pero una gran cantidad de excelentes empresas siguen siendo cotizadas a precios que no indican la existencia de una burbuja.

Por Miles Johnson (c) 2016 The Financial Times Ltd. All rights reserved

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