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Más de dos tercios de los suscriptores de Financial Times son digitales

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Más de dos tercios de los suscriptores de Financial Times son digitales
El periódico Financial Times es fotografiado en un quiosco en Londres el jueves 23 de julio de 2015. (AP/FRANK AUGSTEIN)

El Financial Times (FT) ha cubierto innumerables adquisiciones desde su creación en 1888, y ha proporcionado detalles sobre olas de consolidación, intercambio de activos y avaros magnates en su propia industria.

Sin embargo – a pesar de la especulación perenne – no ha cambiado de manos desde 1957, cuando S. Pearson Industries, una empresa de construcción británica que había acumulado intereses que provenían de periódicos provinciales y hasta del banco mercantil Lazard, compró una participación de control como “una inversión sensata y conservadora”.

El FT, en aquel entonces un periódico londinense color salmón, le dedicó a esa noticia apenas dos párrafos bajo el titular de “industria, comercio, asuntos públicos”, indicando con autoridad que “su gerencia y política seguirán exactamente como en la actualidad”.

En el momento en el que Pearson anunció un acuerdo de £844 millones para vender el FT a Nikkei el jueves, ambas compañías eran casi irreconocibles en comparación con lo que fueran hace 58 años, a excepción de la estricta observancia de una política de independencia editorial que se estableció desde el principio.

Sabiendo que su inversión en Lazard provocaría críticas si el FT fuera visto como un instrumento bajo la influencia de la agenda del banco, el nuevo propietario se comprometió en 1957 a no desempeñar ningún papel en las decisiones de la sala de redacción, con la excepción del nombramiento del editor del periódico. Los editoriales del FT todavía se publican bajo la declaración de cabecera de 1888: “Sin temor y sin favoritismo”.

Pearson vendió hace mucho tiempo su participación en Lazard – y activos tan dispares como museos de cera, viñedos y compañías de producción televisivas en Australia – para concentrarse en el mercado de la educación global, donde ahora se define a sí misma como “la compañía de aprendizaje líder a nivel mundial”.

El grupo ha justificado el lugar del FT en la cartera de valores declarando que la organización noticiosa cae dentro de ese rango de “aprendizaje”. Pearson utilizó el contenido del FT en cursos de educación profesional y disfrutó el poder de la marca del FT para abrir puertas mientras que los ejecutivos realizaban acuerdos que llevaron al grupo a 70 países. Sin embargo, el FT ha sido raramente una prioridad de inversión en los últimos años, y los inversionistas a menudo cuestionaron lo que el analista de noticias Ken Doctor llamó el jueves su “peculiar pertinencia”.

Estos cuestionamientos fueron todavía más audibles cuando el FT estaba perdiendo dinero hace más de una década, pero menguaron a medida que los ingresos digitales y los márgenes de ganancia del FT aumentaron. Tan recientemente como esta semana, el analista de Bernstein Claudio Aspesi señaló que éste no era el momento de vender: Pearson no necesitaba el dinero, él escribió, y el “FT cuenta con un buen rendimiento y sus perspectivas están – más bien – mejorando”.

Pero cada vez que propietarios del calibre de Rupert Murdoch de News Corp y de Jeff Bezos de Amazon se apropiaban de publicaciones como el Wall Street Journal o el Washington Post, los analistas argumentaban que el FT era un ‘trofeo’ que pudiera ser de mayor valor para otro propietario que pudiera ‘pulirlo’ más asiduamente.

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Infografía

El Sr. Murdoch obtuvo una participación en Pearson a finales de 1980, pero la vendió al poco tiempo. Mientras que, en ocasiones más recientes, posibles compradores como los grupos de datos financieros Bloomberg y Thomson Reuters tanteaban la situación con los representantes de Pearson, los directores balanceaban su deber de examinar cualquier oferta firme que generara valor para los accionistas con la ansiedad acerca de honrar el compromiso que hicieran sus predecesores de mantener la libertad editorial del FT.

El futuro del FT ha sido uno de los asuntos más delicados que John Fallon – el ex director de comunicación y ejecutivo internacional de educación que asumió el cargo de director ejecutivo de Pearson en enero de 2013 – ha enfrentado. Él supervisó una reestructuración radical mientras que luchaba contra las revoluciones digitales en los mercados de libros de texto tradicionales, los limitados presupuestos educacionales en EEUU y las controversias en un negocio de evaluación al cual muchos padres, maestros y políticos se oponían.

Marjorie Scardino, una ex periodista y directora ejecutiva de The Economist que lideró Pearson durante los 16 años anteriores, en una ocasión prometió que el FT se vendería “sobre mi cadáver”. Pero el Sr. Fallon adoptó una fórmula redactada con más cautela durante el tiempo que ocupó su cargo, la cual describía la marca como “una parte muy valorada y muy valiosa de” Pearson, pero sin comprometerse a conservarla. A finales de 2012, el director financiero Robin Freestone dijo durante una conferencia de inversionistas: “Nosotros reflexionamos acerca de la propiedad del FT y nos preguntamos: ‘¿Somos los mejores propietarios para él?’. Hasta ahora la respuesta es que sí. Eso pudiera cambiar”.

A medida que Pearson se ha redefinido a sí misma, lo mismo ha hecho el FT, en medio de la presión relacionada con los ingresos provenientes de la impresión tradicional y la intensificación de la competencia en un mercado noticioso global cada vez más digital. De un periódico del Reino Unido que vendía menos de 100,000 ejemplares diarios cuando Pearson lo compró, el FT se ha convertido en un producto global con más de 720,000 clientes de pago, más de dos tercios de ellos suscriptores digitales.

Bajo la dirección de Lionel Barber, editor desde 2005, y de John Ridding, director ejecutivo desde 2006, el “periódico rosado” ha desarrollado un modelo empresarial basado en el contenido principalmente digital. El FT cobraba por el contenido como cuestión de principios; fue pionero de un modelo de acceso en línea “medido” que ha sido ampliamente copiado; y más recientemente introdujo una medida publicitaria de “costo por hora”, la cual mide cuánto tiempo se observa un anuncio digital.

Estas acciones – junto con un aumento de la circulación total del 10 por ciento el año pasado y una creciente rentabilidad – ayudaron a persuadir a Nikkei de que el FT se había convertido tanto en una marca global con una audiencia valioso, como en un negocio de crecimiento digital que se destaca de sus rivales dominados por la impresión.

“El Financial Times es un campeón ‘crossover’ de la industria de las noticias,” dice el Sr. Doctor, quien advierte que el FT aún debe “resolver el reto de manejar la disminución de sus más de £100 millones en publicidad impresa”.

A medida que se intensifica la competencia proveniente de los ‘colegas’ impresos y de los nuevos rivales digitales bien financiados, esa teoría ahora se pondrá a prueba, al igual que la pregunta de si un nuevo propietario honrará la independencia editorial como lo han hecho los herederos de S. Pearson Industries.

(c) 2015 The Financial Times Ltd. All rights reserved

Por Andrew Edgecliffe-Johnson

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