Por qué turistas chinos prefieren los condones Okamoto de Japón

La sede de Okamoto Industries se encuentra en un deteriorado edificio gris ubicado en una insignificante calle de Tokio. Un cartel de una ya olvidada campaña de salud pública cuelga en la ventana delantera. Un busto de bronce del fundador emerge cerca de un área de recepción sin personal.

En pocas palabras, no hay nada que sugiera que Okamoto es el corazón de una compañía de US$1 mil millones por capitalización de mercado con una tecnología de materiales de primera categoría, con acciones al nivel más alto en 22 años, con una transformadora campaña de marketing en proceso de desarrollo, y con una marca que simboliza mejores relaciones sexuales en toda Asia.

Pero durante las últimas ocho semanas, y en desafío de los disturbios en los mercados globales, Okamoto se ha convertido en uno de los nombres más codiciados entre los inversionistas.

Las acciones de esta compañía con sede en Tokio — la productora de condones dominante en el mercado japonés — se han salido de una banda de cotización que ocupaban desde hace más de una década y han aumentado en más de un 120 por ciento. Pocas empresas se han beneficiado tan espectacularmente, reconoce la compañía, de tener las palabras ‘Hecho en Japón’ estampadas en sus productos.

El repunte del precio de las acciones de Okamoto ha sido impulsado por China: específicamente por los 2.8 millones de chinos que han visitado Japón en lo que va de 2015, superando a los surcoreanos y taiwaneses como el mayor contingente de turistas en Japón. Los chinos confían poco en las marcas de condones nacionales y las marcas extranjeras — entre las cuales Okamoto se cuenta como una de las más famosas — se falsifican en una enorme escala. Los compradores chinos que colman las farmacias de Tokio declaran que comprar los famosos condones Okamoto 0.03 (llamados así por su grosor en milímetros) en Japón garantiza que están recibiendo el producto auténtico.

El gasto chino en Japón ha sido tan abundante que ha ocasionado el surgimiento de un nuevo término — ‘bakugai’ o “explosión de compra” — para describir la forma en que los grupos de turistas chinos acuden a ciertas tiendas de minoristas y compran en grandes cantidades. Muchos turistas, asegura el Sr. Okamoto, están basando sus decisiones en listas de artículos ideales para comprar en Japón que circulan ampliamente en línea, entre las cuales los condones Okamoto están en o cerca del primer lugar.

Hasta julio, las acciones de Okamoto estaban agrupadas con las de cientos de otras empresas japonesas luchando por obtener sostenibilidad en un mercado interno cada vez más reducido. En el caso de los condones, los problemas parecían ser especialmente preocupantes. La población japonesa es la de más rápido envejecimiento del mundo y, según algunas encuestas, se encuentra entre las menos activas sexualmente.

Okamoto ha pasado décadas ganándose su excelente reputación retando a sus rivales nacionales y mundiales con condones cada vez más delgados. En la actualidad, sin embargo, Okamoto está considerando si se ha alcanzado una barrera tecnológica y si los costos de la búsqueda del condón perfecto a nivel molecular son simplemente demasiado altos. Los planes perfilados por el presidente para seguir el ejemplo de Durex e intentar “capturar el mercado de adultos mayores en el sector del sexo” todavía no se han materializado como una estrategia práctica para Okamoto. Durante una década, las farmacias de Japón han estado reduciendo el espacio dedicado a los condones en un 5 por ciento anual.

Llevar a cabo cualquier tipo de cambio será difícil. A través de su resuelta búsqueda de mejoras técnicas, Okamoto ha obtenido en varias ocasiones el récord mundial por producir los condones más delgados del mundo. Pero la existencia de un conservadurismo social y de estrictas reglas de difusión televisiva de Japón significa que la compañía no puede ser ni remotamente sugerente acerca de los beneficios que un menor grosor pudiera brindarle al usuario.

“El pueblo japonés simplemente no está acostumbrado a las campañas ‘sexy’ para los condones”, dijo el Sr. Okamoto. “Al comenzar a utilizar los medios sociales se pudiera lograr un cambio significativo en este mercado. De la misma manera, esperamos expandirnos a las ventas en línea porque las personas no se sienten avergonzadas al comprar a través del Internet”.

Muchos consideran que el efecto de las campañas en las ventas se verá en un futuro; mientras tanto, pareciera que el Sr. Okamoto casi no puede creer cuán afortunado es de que los visitantes chinos incluyan su marca en sus listas de compras.

Hasta ahora, China le ha ocasionado una serie de dolores de cabeza. Aparte del enorme mercado de falsificaciones que perjudican su marca, Okamoto ha estado involucrada durante más de una década en una disputa legal con una empresa china que registró el nombre Okamoto en China antes de que la compañía japonesa pudiera hacerlo: “Es una batalla continua”, aseguró el Sr. Okamoto.

China también ha representado un notorio desafío a la supremacía de Okamoto como el productor con el “récord de condones más delgados”. El año pasado, se enfrentó a una disputa legal por parte de la compañía Guangzhou Daming United Rubber Products en una batalla por el derecho a atribuirse tal afirmación en los paquetes de condones que se venden en China.

En el sector estratégico, China también representa retos para el Sr. Okamoto. Sean cuales sean sus ambiciones en relación con un renacimiento en Japón, está claro que el crecimiento vendrá de Asia en general y de China en particular. Hace unos 15 años, Okamoto compró una fábrica de condones tailandesa para utilizar como centro de ventas regionales. Y ya ha terminado una fábrica en la provincia china de Guangdong, la cual comenzará a producir condones con la marca Okamoto el próximo año.

El propósito, declaró el Sr. Okamoto, es satisfacer la creciente demanda del mercado chino con un producto de alta calidad que sea competitivo en precio debido a que se produce en China. El gran e incognoscible problema, afirmó, es si el sello de “Hecho en China” en los condones que salen de la fábrica va a destruir su atractivo.

Por Leo Lewis

Financial Times