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Primera ministra británica Theresa May implementará un “Brexit duro”

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Primera ministra británica Theresa May implementará un “Brexit duro”
Theresa May (DIARIO LIBRE/ARCHIVO.)

El Reino Unido será más tacaño y más pobre, pero no existe término medio entre la membresía en la Unión Europea y una salida dura.

Brexit significa Brexit”. Tan circular como concisa, esta oración de tres palabras nos dice mucho sobre el estilo de Theresa May, la primera ministra del Reino Unido. Para mí, esto significa que el Reino Unido, en su opinión, formalmente se saldrá de la Unión Europea (UE), sin la opción de un segundo referéndum o de una anulación parlamentaria. Si es así, parece abrumadoramente probable que el resultado será un “Brexit duro”.

Al hablar de un “Brexit duro” me refiero a una salida no sólo de la UE, sino también de la unión aduanera y del mercado único. Sin embargo, el Reino Unido debe lograr obtener un acuerdo de libre comercio que comprenda los bienes, posiblemente algunas partes de los servicios y, se esperaría, algunos acuerdos de libertad de movimiento. Pero el “pasaporte” de las instituciones financieras con sede en el Reino Unido se acabaría y Londres dejaría de ser la inigualable capital financiera de la UE. El Reino Unido y la UE también impondrían controles sobre la habilidad de sus ciudadanos de trabajar dentro de sus mutuas economías.

Éste no es el resultado que muchos deseaban. Tal y como lo ha puesto en claro con despiadada franqueza el gobierno japonés, numerosas empresas japonesas invirtieron en el Reino Unido con la justificada creencia de que el país proporcionaría una base estable para el comercio con el resto de la UE en condiciones favorables. Estos negocios están comprensiblemente preocupados acerca de sus perspectivas. Lo mismo ocurre con muchos otros cuyos planes fueron hechos bajo la suposición de que el Reino Unido tenía una política establecida de permanecer dentro de la UE.

Un “Brexit duro” interrumpiría sus planes. En caso de que el Reino Unido se retirara de la unión aduanera y entrara en un acuerdo de libre comercio con la UE, las normas de origen se aplicarían a las exportaciones de bienes del Reino Unido a la UE. Este procedimiento burocrático estándar sería necesario para asegurar que las importaciones del Reino Unido no se convirtieran en una vía para eludir el arancel externo común de la UE. Las normas de origen pondrían a los exportadores del Reino Unido en desventaja con respecto a los basados en la UE. Lo mismo sucedería con los bancos si el Reino Unido se saliera del mercado único.

¿Por qué entonces es un “Brexit duro” el resultado más probable? Mi creencia se basa en la idea de que el actual gobierno del Reino Unido no tratará de revertir el resultado de la votación, y que se sentirá obligado a imponer controles a la inmigración de la UE y a liberarse de las regulaciones del bloque supervisadas por sus procesos judiciales.

Una continuada membresía en la unión aduanera o en el mercado único, desde fuera de la UE, privaría al Reino Unido de autonomía legislativa. La primera significaría que no podría adoptar su propia política comercial. La segunda significaría aceptar todas las normas relativas al mercado único, sin tener influencia alguna sobre ellas; continuar con la libre circulación de trabajadores; y, probablemente, pagar las contribuciones presupuestarias. Un país que ha rechazado la membresía no va a aceptar una alternativa tan humillante.

La única alternativa razonable a un “Brexit duro” sería permanecer dentro de la UE. El Parlamento está constitucionalmente facultado para ignorar el resultado de la votación. También se les podría preguntar a las personas si desearían cambiar de opinión. Pero quienes están a favor del Brexit se enfurecerían.

Por supuesto, es lógicamente posible que la UE pudiera alterar los términos del compromiso. Pudiera, por ejemplo, cambiar de opinión sobre la condición sagrada de la libre circulación. Si lo hubiera hecho, el referéndum seguramente habría tenido un resultado diferente. Pero esto ahora parece casi inconcebible.

Si un “Brexit duro” es, de hecho, el destino hacia el cual se dirige el Reino Unido, el objetivo debe ser llegar allí con la menor cantidad de daños posibles para ambos lados. Algunos de los que están a favor del Brexit opinan que el Reino Unido debiera sencillamente revocar la Ley de las Comunidades Europeas, en lugar de recurrir al artículo 50. Eso violaría sus obligaciones con el tratado. Tan atroz ruptura del tratado difícilmente sería un precursor útil para la negociación de nuevos acuerdos comerciales.

Es esencial para el futuro del Reino Unido que pase por el proceso formal de negociación de una salida. Pero, tal y como lo señala Charles Grant del Centro para la Reforma Europea (CER, por sus siglas en inglés), ésta será sólo una de seis difíciles negociaciones. Las otras serán: un acuerdo comercial definitivo con la UE; un acuerdo provisional con el bloque que cubra el periodo entre la salida y la finalización del acuerdo a largo plazo; la reincorporación a la Organización Mundial del Comercio (OMC) como miembro de pleno derecho; los nuevos acuerdos con los aproximadamente 50 países que ahora tienen un acuerdo con la UE y, probablemente, con otros países adicionales también, como EEUU y China; y, por último, las relaciones del Reino Unido y la UE en materia de política exterior y de defensa, de cooperación policial y judicial, y de lucha contra el terrorismo.

Pero tengan la certeza de que esto va a tomar años. La decisión de adoptar medidas unilaterales de libre comercio — propuestas por algunos en pro del Brexit — simplificaría el proceso. Esto no sucederá.

En todo esto, la negociación fundamental, a la par de las negociaciones en virtud del artículo 50, es acerca de disposiciones transitorias para asegurar que el Reino Unido no pierda todo acceso preferencial a los mercados de la UE al salirse.

Idealmente, este acuerdo debiera ser una especie de “libre comercio con ventajas”. Cuánto pudiera ser “ventajoso” depende de la flexibilidad de ambos lados, especialmente sobre la libre circulación. En la práctica, es probable que no sea muy ventajoso. Sin embargo, el gobierno del Reino Unido debe mencionar que no iniciará la salida a través del artículo 50 hasta que la UE se comprometa a discutir un acuerdo de transición que, idealmente, se aproximara a un acuerdo final.

¿Me gusta este resultado? No. Me gustaría un gobierno preparado para anular el referéndum. Nada ha cambiado mi opinión acerca de que el Reino Unido está cometiendo un grave error económico y estratégico. El país va a ser más tacaño y más pobre. David Cameron pasará a los anales de la historia como uno de los peores primeros ministros del Reino Unido. Pero las casas de transición entre la membresía en la UE y un “Brexit duro” son inhabitables. Así es que lo que hay que hacer ahora es pasar a la nueva y lamentable dispensación de la mejor manera posible.

El Reino Unido ha elegido una autonomía, en gran medida ilusoria, sobre la membresía en la UE. Eso acarrea consecuencias. Tendrá que aceptar esta triste realidad y avanzar tan rápido como le sea posible hacia lo que le depare el futuro.

Por Martin Wolf (c) 2016 The Financial Times Ltd. All rights reserved

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