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Año de la vivienda

En más de una ocasión se ha proclamado el año como suyo, pero la vivienda sigue siendo una gran limitación para la calidad de vida de los dominicanos. Calculado entre 400,000 y 700,000 unidades, según se defina lo que es una vivienda aceptable, el déficit habitacional ha sido parte de la realidad del país desde hace mucho tiempo, y continuará siéndolo en el futuro previsible.

Aunque forma parte de los renglones de inversión dentro de las cuentas nacionales, a la vivienda con frecuencia se le ubica en una posición de menor nivel que a otros tipos de inversiones, como las efectuadas en transporte, energía, irrigación y telecomunicaciones, a las que se atribuye tener mayor incidencia sobre la producción de bienes y servicios. Esa percepción es errónea, dada la importancia de la vivienda para la productividad de los recursos humanos, pero afecta el nivel que se le otorga en el conjunto de prioridades del país.

El gobierno planea construir unas sesenta mil viviendas en este año, pero es necesaria la participación del sector privado para reducir el déficit de forma significativa. El desarrollo de nuestro mercado de capitales será fundamental para el incremento de la oferta de viviendas, mediante fondos de inversión inmobiliaria, fideicomisos y demás instrumentos que propician que recursos financieros de largo plazo fluyan para nuevas construcciones y remodelaciones de unidades existentes. Es probable que el segmento de viviendas construidas para arrendar crezca en relación con las inversiones en viviendas propias, tanto por el efecto de esos proyectos inmobiliarios como por el surgimiento de nuevas alternativas de inversión, las cuales competirán con la vivienda propia como medio principal de preservar el valor real del patrimonio familiar.

Por su trascendencia social, la vivienda combina aspectos de rentabilidad financiera con el rol de ser un componente clave de la estabilidad socioeconómica.

gvolmar@diariolibre.com