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Día del Trabajo en el 2016

El domingo fue celebrado en la mayor parte del mundo el Día del Trabajo. Igual que en años anteriores la ocasión sirvió para llevar a cabo manifestaciones, reclamar derechos y reiterar principios, pero los cambios que han tenido lugar en las economías de las naciones han dejado su huella en las filas de los trabajadores.

Las crisis económicas, que en varias regiones del mundo han adquirido rasgos cíclicos, han debilitado las estructuras sindicales. En las etapas de mayor crecimiento económico, como las ocurridas en un momento u otro en China, Rusia, Vietnam o Brasil, los incrementos en el salario real y el nivel de vida de los trabajadores fueron el resultado de procesos dirigidos por los gobiernos, con un fuerte componente de capitalismo estatal. Las recesiones o el menor crecimiento mermaron esos avances.

Otras razones pueden darse también para la transformación del entorno laboral. Una de ellas, quizás la más obvia, es el declive de la participación de la industria y el auge de los servicios. El ambiente industrial, propicio para la agrupación de los trabajadores, ha perdido terreno frente al más disperso contexto prevaleciente en los servicios, donde las soluciones colectivas tienen una menor acogida.

Los propios partidos políticos otrora vinculados a los sindicatos presentan ahora programas liberales ajenos a sus raíces. Sucede así con los laboristas ingleses y con los socialistas franceses, alemanes y españoles, por no mencionar a los principales partidos dominicanos.

Los sindicatos han encontrado también un formidable adversario, cuya fuerza vital es la pobreza. La inmigración de trabajadores, aquí y en otras zonas del planeta, debilitan el poder negociador de la oferta laboral, deprimiendo los salarios. Y a eso se suman los tratados comerciales y el libre movimiento de los capitales para que la producción agrícola e industrial se traslade a los países de costos más bajos.

gvolmar@diariolibre.com