Dinero desviado

Del largo brazo de la ley, ni los bonos soberanos se salvan. La ley, en este caso, es la de los EE.UU., y los bonos los emitidos por un fondo de Malasia.

Como para dar a entender que el dinero pesa más que las relaciones amistosas entre estados, la demanda que el Departamento de Justicia estadounidense presentó anteayer contra el fondo malasio 1MDB busca confiscar más de mil millones de dólares de sus activos.

Entre el 2012 y el 2013 el 1MDB efectuó, con la ayuda del banco Goldman Sachs, tres ventas de bonos por un monto de US$6,500 millones, con el propósito de invertirlos en proyectos de energía y construcción. Pero en lugar de hacer eso, dice la demanda, US$2,500 millones de ese monto fueron desviados para beneficio personal de funcionarios y sus allegados, y terminó siendo usado para comprar propiedades de lujo en Londres, Nueva York y California, un avión jet privado, obras de arte de Van Gogh, Monet y otros pintores igualmente famosos, hacer apuestas en casinos de juego de Las Vegas, arrendar yates, y hasta financiar una película de Hollywood, vía cuentas bancarias en Suiza y Singapur.

Como estructurador y subscriptor de la emisión, trabajo por el cual cobró la para nada despreciable suma de US$600 millones, Goldman Sachs no ha sido acusado de ningún delito. Declaró creer que el dinero sería invertido en Malasia, como lo contemplaban los prospectos, no siendo responsable de su desvío hacia otros fines. Durante el proceso de preparación de las emisiones, les dio los pintorescos nombres de Proyecto Magnolia, Proyecto Máximo y Proyecto Catalizador.

Inicialmente mencionado como “funcionario No. 1” durante las investigaciones, en la mira de las autoridades estadounidenses se encuentra el primer ministro de Malasia, bajo cuya supervisión estuvo el 1MDB.

La película financiada fue la galardonada “El Lobo de Wall Street”, título irónico pues al parecer el verdadero lobo estaba en otro lugar.

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Gustavo Volmar