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Emergentes anémicos

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Emergentes anémicos

Pasaron del estrellato a papeles secundarios en un abrir y cerrar de ojos. De ser protagonistas en la película del crecimiento económico mundial, los países distinguidos con el calificativo de emergentes son ahora la causa de menores proyecciones globales para el 2016. Según expresó el Banco Mundial a principios de este año, la “anémica” recuperación de los mercados emergentes gravitará sobre el comportamiento del 2016, y aunque aún así estima que la actividad económica global mejorará ligeramente en comparación con el 2015, desde un crecimiento del 2.4% a uno del 2.9%, atribuye esa mejoría a las naciones avanzadas, no a los países en vías de desarrollo.

Ese cambio tan sustancial en las fortunas de las regiones emergentes arroja dudas sobre si realmente merecían ser llamadas de ese modo.

Emerger en términos económicos implica salir de una condición previa para entrar en otra presumiblemente superior. Intrínseca a su designación como emergentes estaba la creencia de que habían logrado separarse del resto del tercer mundo, en cuanto a su capacidad de sustentar altas tasas de expansión que les hacían ser atractivos como destino de inversiones externas, a la vez que fortalecían su mercado interno, sus monedas, y la eficiencia de sus estructuras productivas. Que ese optimismo era exagerado, lo demuestra el colapso ocurrido en sus tasas de crecimiento, a la par de los precios de las materias primas sobre la que su anterior prosperidad descansaba.

No obstante, el Banco Mundial proyecta que el mundo en desarrollo crecerá un 4.8% en el 2016, por encima del 4.3% del 2015, pero será muy desigual, con puntos luminosos como la India, y áreas deprimidas como Rusia y Brasil.

Esa desigualdad inquieta al Banco, pues considera que economías emergentes grandes tienen el peso suficiente para afectar el crecimiento de otras naciones, incluyendo las desarrolladas, si sus problemas económicos se agravasen.

gvolmar@diariolibre.com

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