Riesgos de exportación

Los peligros que acechan a la agricultura dominicana quedaron en evidencia con las recientes inundaciones y su secuela de plantaciones anegadas y cultivos arrasados. Un notable espíritu de solidaridad nacional ayudó a mitigar las pérdidas de las familias y los productores, a lo que se sumó la labor gubernamental dirigida a proveer asistencia para contener los daños e iniciar la recuperación.

El hecho de que entre los productos afectados se encuentren renglones de exportación pone de relieve la importancia de promover el crecimiento de las exportaciones industriales, menos impactadas por lluvias o sequías. Por supuesto, en caso de que ocurra un terremoto serían las industriales las más perjudicadas, lo que hace recordar que los análisis de riesgo, tan populares hoy en día en el sector empresarial, son válidos también para las exportaciones del país.

Pero disminuir riesgos vía procedimientos y controles es más fácil en el ámbito de una compañía cuya exposición es a factores como la competencia de sus rivales, cambios en los gustos de los consumidores, rotación de recursos humanos, inestabilidad cambiaria, debilidades informáticas y cosas por el estilo. En el contexto de los fenómenos de la naturaleza, prevenir su incidencia no suele ser viable, lo que hace que la diversificación sea el mecanismo más idóneo.

La República Dominicana está cerrando el año 2016 ponderando la necesidad de fortalecer sus industrias. No son nuevas las inquietudes provocadas por su rezago respecto de otros sectores, pero no hemos encontrado la forma de revertir la tendencia. Seguimos atados a un esquema de oportunidades de exportación basadas en mano de obra barata, ligada a procesos rutinarios de bajo valor agregado. Aún en la producción para el mercado interno se observa una dependencia de importaciones de materias primas y bienes intermedios, algunos de ellos sustitutos de insumos otrora producidos aquí.

Gustavo Volmar