Rompiendo el hábito

Dicen los expertos en adicciones que el primer paso en el camino de la recuperación es que la persona afectada reconozca su adicción. Tiene que dejar las excusas con las que trata de engañarse a si mismo y a los demás, ponderar su condición y sus consecuencias sobre los que le rodean, y admitir que necesita ayuda para romper su hábito.

Aún así, no tendrá garantizado su triunfo, pudiendo recaer una o más veces en su arduo trayecto de liberación.

Ayer el príncipe heredero de Arabia Saudita presentó un plan para librar a su país de lo que describe como su adicción al petróleo. Aspira transformarlo en una potencia inversionista global, dejando de estar a merced de la volatilidad de los precios en los mercados de bienes básicos. Con ese propósito aumentará el fondo público de inversiones en más de doce veces, y venderá un 5% de las acciones de la empresa petrolera Aramco para apuntalarlo, en lo que podría ser la más grande oferta pública de acciones de la historia.

Su plan, conocido como Visión 2030, hace recordar más fracasos que éxitos. Países como Venezuela llevan décadas esbozando estrategias para diversificar sus exportaciones, hablando de cosas como sembrar el petróleo o sustituirlo con otros bienes y servicios. Y lo mismo sucede con otros productos en diferentes lugares, como el cobre o los diamantes.

Es interesante tener en cuenta que la transformación de Arabia Saudita se vislumbra como un resultado del propio petróleo. Ellos esperan que las inversiones que hagan en el extranjero, en compañías, valores e instalaciones, les suplan los ingresos para mantener su nivel de vida. Pero en un territorio desértico que años atrás era sólo recorrido por nómadas en busca de sustento, ha sido el petróleo lo que les ha permitido llegar a donde están hoy, contratar trabajadores extranjeros y disfrutar de las bondades de los gastos públicos. En el 2015 el déficit fiscal llegó al 15% del PIB.

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Gustavo Volmar